Muchas películas han destacado en el 2021, pero "Competencia Oficial" podría entrar en el grupo como la comedia del año. Los argentinos Mariano Cohn y Gaston Duprat se encargan de recolectar pedazos de sus temas e historias ya habituales para juntarlos en una nueva propuesta innovadora, que fue estrenada en el 69 Festival Internacional de Cine de San Sebastián. En esta ocasión, la historia nos la presenta un octogenario dueño de una farmacéutica que, aun teniendo todo el dinero que pudiera desear, siente la necesidad de dejar una huella en el mundo.
Tiene ya cierta mala leche el planteamiento, reflexionando sobre la posibilidad de crear un cine prestigioso bajo la sombra del interés. No es que este millonario esté familiarizado con las artes cinematográficas, tampoco es que le importen; su único interés es trascender. Ni siquiera se ha leído la obra que pretende adaptar con éxito. De todos modos, no se profundiza más en ello porque el octogenario tan solo aparece como MacGuffin para dar inicio a lo que de verdad importa: los ensayos de la película.Sin duda, uno de los fuertes del metraje recae en el reparto. Duprat y Cohn dejan definitivamente a un lado el uso de personas desconocidas en esta ocasión. Penélope Cruz, Antonio Banderas (al fin compartiendo pantalla) y Óscar Martínez encabezan, con gran acierto, el elenco de renombre de Competencia Oficial. Y es que una historia de metacine nunca resulta sencilla y, sin embargo, estos tres actores hacen que parezca demasiado fácil. Actúan que actúan y no abandonan el papel en ningún momento.
La trama se desarrolla a partir de los ensayos previos a la filmación. De esta manera, la historia no fluye de forma demasiado lineal y natural, como sí hicieron en El Ciudadano Ilustre, sino que se trata más de un juego de sketches que guían la historia y plantean situaciones incómodas, extravagantes —casi esperpénticas en ocasiones— y delirantes para llevar al límite las relaciones entre personajes, mostrando las pretensiones y debilidades de cada uno. Se trata de un esquema narrativo algo diferente que consiguen llevar a la perfección porque algo que podría resultar una repetición de lo anterior, sabe a nuevo; y lo que podría aburrir, divierte como nunca.
Los personajes interesan porque están escritos desde lo real. Se sabe que hay muchas referencias para todos ellos aunque no haga falta adivinar ningún nombre. El tema del ego actoral se repite entre la industria, pero no se retrata tanto en ella misma. Dentro del tema, además, escogen el espacio íntimo de los ensayos previos, donde todos muestran una cara más convencida de sus ideas. Porque el guion habla de perspectivas muy distintas buscando el mismo resultado. Iván es un descendiente de Stanislavski y Félix parece menos comprometido con el personaje y más con su trabajo. Para Félix, el público lo es todo, para Iván, este no parece a la altura del buen criterio. Las técnicas de uno molestan al otro y viceversa y el punto de vista peculiar de la directora sobre absolutamente cada palabra no deja de aumentar la tensión en el ambiente. Todo es un caos que se presenta organizado y de una manera inteligente, sin perder la atención del espectador y con un humor —en ocasiones predecible— que funciona y entretiene a todo el mundo.Y es que además de hacerse muy amenos todos los minutos que dura esta película, Duprat y Cohn consiguen introducir dos planos diegéticos de una manera inteligente, aportando más drama con el plano más profundo y más comedia con el que acaricia la superficie. Ambos mundos se alimentan y del mundo doblemente ficticio (el de la adaptación) salen detalles e incluso temas que enriquecen al otro, llegando a fusionarse en ciertos momentos.
Además, gracias a la capacidad interpretativa de los actores, hay muchos momentos en los que el público no sabe a ciencia cierta cuánto de lo que está viendo es actuación o verdad para Félix, Iván e incluso Lola. Otra de las fortalezas de la película.Sin embargo, si hay que ponerle un pero al tratamiento de esta historia, es que parece que quiere alcanzar más profundidad de la que consigue. Unas pretensiones reflexivas que, si bien existen, no resultan tan elaboradas como en El ciudadano Ilustre. Aunque tengo que decir que le veo mucha más fuerza cuanto más sutiles son. Creo que la imagen de la mujer encargada de la limpieza barriendo los restos del berrinche de uno de los actores grita más que la del sintecho junto al local en el que Félix se come una hamburguesa, aunque tanto composición como tratamiento de la imagen sean excelentes.En un plano más visual, Mariano Cohn ya indicó en el festival de San Sebastián 2021 que los directores no querían hacer aburrido el rodaje de una comedia, así que decidieron dar manga ancha a los actores para que pudieran realizar su trabajo. De esta manera, la cámara parece a veces una espectadora más, regalando planos amplios y un poco estáticos donde los actores pueden explayarse en sus roles. No por ello se deja de lado la capacidad narrativa y expresiva del cuadro; parece evidente el gran sentido compositivo de este equipo, hermanado con las artes plásticas, que consigue algunos planos dignos de una pintura llena de color, simetría y contemporaneidad. Incluso se evidencian sus gustos por esta rama artística con guiños a obras famosas como La Civilización Occidental y Cristiana (de León Ferrari), que cuelga de la pared sobre la cama de Lola en un plano simétrico y equilibrado. Además, y esto me parece muy importante, crean situaciones y planos poco convencionales que quedan en la memoria del espectador (la gran roca todavía viene a mi mente mientras escribo esto). Se juega con el posicionamiento de cámara en casi todo momento y se busca siempre combinar de una manera expresiva fotografía y arte para impactar al espectador, metiéndolo de lleno en el mundo que se le presenta.
Hay que destacar el trabajo de Sara Natividad, dirigiendo el equipo de arte, que refuerza la potencia visual de la película. El montaje, por su parte, muy sencillo, acompañando así a las escenas de planos abiertos y pausados. La comedia se construye casi exclusivamente con guion, dejando de lado los trucos de montaje-comedia más propios de autores como Edgar Wright. Pero no importa, porque el guion es lo suficientemente sólido y las ideas son lo suficientemente locas como para mantener el humor bastante arriba. Es cierto que Competencia Oficial se queda algo suave como sátira, le falta fuerza para serlo, así que mejor quedémonos con su análisis exagerado de la realidad. Los personajes, aunque son interesantes, no terminan de evolucionar en su arco tanto como cabría esperar. Lo bueno es que sí se juega con la empatía del espectador, modelándola y cambiándola de bando en cada situación. No decepciona, divierte, hace reflexionar por momentos y deja la película por lo alto. La sala se llenó de risas, aunque es probable que no gane demasiados premios oficiales.
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- ##check## Lo bueno
- Situaciones alocadas y divertidas que entretienen a cualquiera.
Reflejo exagerado de unos personajes verosímiles.
Capacidad visual muy plástica. - ##times## Lo malo
- No es tan profunda ni reflexiona tanto como podría.
Pueden sobrar algunas escenas a ojos de los más críticos.
No consigue ser tan satírica como se pretende.
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- Ambientación 9.0
- Espacios abiertos y casi solitarios que se llenan con la acción de los personajes. Arte y fotografía unidos para crear composiciones llenas de color, equilibrio y sentido.
- Desarrollo de Personajes 6.5
- Si bien lo que interesa aquí son los personajes, es cierto que su arco de transformación (para uno más que para otro) parece casi inexistente. Ambos sufren pequeñas transformaciones en poco tiempo que destruyen poco después (un poco como la vida misma). Las relaciones entre ellos, eso sí, conforman el gran atractivo de la película, con dos personajes enfrentados que odian casi todo y ansían un poco de lo que el otro tiene.
- Argumento / Guion 8.0
- Guion a primera vista simple, pero que esconde varios planos diegéticos y que juega con ellos en favor del drama y la comedia. Se queda detrás de El Ciudadano Ilustre, pero funciona bien en este esquema de sketches unidos en torno al objetivo principal. Algunos personajes, como el de José Luis Gómez, se dejan de lado, pero solo salen para lo que de verdad interesa.
- Banda Sonora 7.0
- No destaca demasiado, pero tampoco se cae. Por gusto personal, noté mucho piano en las zonas más dramáticas y no soy muy fan de su uso, pero es cierto que me recuerda al cine más amateur y temprano de ambos directores. En una escena incluso se ríen del intelectualismo alrededor de la música, así que casi que les beneficia la sencillez de los temas.
- Entretenimiento 9.0
- La introducción ocurre en apenas dos secuencias y se nos lanza rápido al meollo del asunto. No decae demasiado el humor, aunque haya situaciones o comportamientos predecibles por momentos. En la sala solo había risas y silencio y pocas pantallas iluminaron intermitentemente la oscuridad de la proyección.
- Montaje / Innovación técnica 7.0
- Montaje sencillo que acompaña la técnica de la película. Uso interesante de la rotura de la cuarta pared con primerísimos primeros planos que consiguen calar mucho más en el espectador. Interesante selección de posicionamiento de cámara.
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- Puntuación Total 8 / 10