La competitividad en el trabajo es necesaria porque nos ayuda a mejorar e intentar superarnos día a día. Sin embargo, suele abundar el lado oscuro de la competitividad que supone usar estrategias poco profesionales para sobresalir frente a los demás.
El ser competitivo supone el marcarnos nuevos retos y objetivos en el trabajo, mediante una adecuada planificación y constancia. Es lógico que nos comparemos con los mejores e intentemos alcanzarlos e incluso superarlos. Para ello, deberemos valorar a los mejores dentro de las compañías y tenerlos como referentes. Cada uno tiene más potencial en determinadas áreas y dependerá de su forma de reaccionar, de hacer o de modificar sus hábitos, lo que le lleve más o menos lejos.
La competitividad es una gran fuente de motivación que debe partir de nosotros mismos porque queremos llegar lo más lejos posible con trabajo y dedicación para demostrar nuestra valía.
El problema radica en las personas que pretenden llegar lejos con la ley del mínimo esfuerzo, independientemente de lo que tengan que hacer para conseguirlo. Estas personas no dudarán en traicionar a otros compañeros, en atribuirse logros que corresponden a otros, en usar información para dejar en mal lugar a los demás, en saber influir sobre las personas que deciden.
Sin embargo, son las empresas las que marcan las reglas de qué tipo de comportamientos y competitividad quieren en sus filas. Las empresas que permiten que los “trepas” y los aprovechados suban en el escalafón nos demostrarán lo poco que les importa en realidad sus personas y que para ellas, lo más importante no es el talento ni el desarrollo profesional.
Una organización tiene que estar al tanto de qué tipo de personas la conforman y eso requiere estar al tanto de todo, para ir “fumigando” y eliminando a los incómodos moscones que impiden que la producción empresarial global sea buena y de calidad.
La sostenibilidad empresarial requiere implantar y enseñar desde la cúpula directiva las mejores prácticas mediante el ejemplo. De nada nos sirve decir las cosas si nosotros somos los primeros que incumplimos lo que pretendemos que cumplan los demás.
Será absurdo para una compañía mencionar que lo más importante son sus personas si luego pone trabas a los trabajadores que pretenden aportar, crear, desarrollarse, etc. en beneficio de ellos y de sus empresas. No olvidemos que las compañías son el fiel reflejo de las personas que las dirigen. Por ello, el rumbo que se marque, hará que una empresa crezca y consiga cada día más metas o que vaya perdiendo terreno hasta desaparecer por sus propias acciones equivocadas.
La competitividad requiere saber evolucionar y cambiar en cada momento, en función de lo que se alcanzó con la estrategia vigente. No seremos competitivos si siempre hacemos lo mismo, independientemente de que los resultados sean nulos o negativos. Debemos reflexionar y mirar más lejos de nuestro propio ombligo, es decir, debemos ver con globalidad y marcando metas adecuadas a la estrategia corporativa. El ir “a nuestra bola” en la empresa, sin tener en cuenta sus objetivos globales, no ayuda en absoluto. En muchas empresas, el enemigo está; unos departamentos no se pueden ver con los otros y dedican su tiempo y esfuerzo a ponerse trabas y zancadillas, sin darse cuenta de que eso no les ayuda. Por ello, es vital escuchar al prójimo y respetarse. El pensar de forma distinta a otros miembros de las compañías no es negativo sino que ayuda a introducir otros puntos de vista que, en muchas ocasiones, ayudan a avanzar en la dirección correcta.
Los trabajadores, cuando ven en otras personas de su empresa una amenaza porque piensan que puede estar en peligro su puesto o porque ven que esas personas pueden aportar cosas positivas que les haga perder la hegemonía, se dedican a ponerles la zancadilla para que se marchen o no sean apreciados. Cuando debería hacerse todo lo contrario, es decir, sacar partido a las competencias de los otros para aprender y enriquecerse mutuamente. Este tipo de comportamientos poco profesionales son causados por los miedos, inseguridades, complejos, etc. que cada persona lleva dentro y que, al no saber vencerlos ni ponerles freno, les dominan.
¿Qué entiendes por competitividad negativa?