En el otro extremo están los aprendices. Ellos saben que su forma de ver el mundo sólo les permite acceder a una parte del rompecabezas y que este se pueda completar compartiéndolo con los demás, e invitándoles a que ellos también compartan sus piezas y jueguen a crearlo en un ejercicio de aprendizaje mutuo. Su autoestima está basada en mantener una actitud abierta y en invitar a los demás a compartir sus puntos de vista.
Los controladores viven en la arrogancia, en la creencia de que sus propias perspectivas y opiniones son las correctas y, por tanto, en que todos los que piensan de manera diferente están equivocados. Los aprendices viven en la humildad, en el respeto y la aceptación de las opiniones de los demás, pues explorar estas opiniones les ayuda a trabajar en una visión más completa.
Las organizaciones que se construyen sobre el aprendizaje y la humildad saben rentabilizar la inteligencia colectiva que conforman las personas que trabajan en ellas. Aprovechan la diversidad y se interesan por crear relaciones ganar-ganar. Sus directivos definen los objetivos y estrategias de forma consensuada en un ejercicio en el que comparten sus opiniones y escuchan las de los demás.
Aquellas que se construyen sobre el control y la arrogancia parten de que las personas con responsabilidades en la dirección se hallan en posesión de la verdad, y de que hay que protegerse y derrotar a quienes puedan albergar puntos de vista alternativos. Estas organizaciones renuncian a desarrollar la inteligencia colectiva, pues no creen en ella, y se limitan a imponer su pensamiento único. Gran parte de la energía de las personas se dedicará a defender objetivos que se han definido de manera unilateral y a manipular cualquier información que pueda contradecir “la verdad oficial”.
Con estos cimientos, la organización se convertirá en un caldo de cultivo para el desarrollo actitudes defensivas y controladoras, de agendas ocultas, de alianzas personales y de manipulación y ocultación de la información.
Las personas que le rodean aportan diversidad a la vida. Puede reprimir esta diversidad imponiendo sus puntos de vista o puede aprovecharla. A través del diálogo esa diversidad puede generar una inteligencia colectiva con una capacidad superior a la suma de nuestras inteligencias individuales. Y esto es muy importante si tenemos en cuenta que la magnitud de los desafíos a los que nos enfrentamos hoy en día requiere soluciones complejas y desarrolladas a partir de la colaboración.
Protéjase de la arrogancia y del pensamiento único: existen tantas formas de ver nuestro planeta como personas viven en él. Si usted considera que la suya es la mejor o la más privilegiada es posible que deba revisar sus creencias.
Autor José Luis Pérez Huertas