Compositor: Cómo hacer tu catálogo de obras

Publicado el 29 septiembre 2024 por Juan Maria Solare @DonSolare

Tuve la suerte de que mi mamá haya sido filóloga; ya desde chico me animó a catalogar todo lo que yo fuera haciendo. «Empezá ahora que son pocas cosas, porque si no, cuando sean cientos las obras, los artículos o los conciertos, no vas a tener ni idea de cómo hacer.» Uno de los mejores consejos que me han dado jamás.

En algún momento comencé entonces a examinar analíticamente catálogos de varios compositores y de distintas editoriales comerciales, descubriendo aspectos prácticos y detalles de todo tipo. Y también errores y carencias. Así nació mi catálogo de obras. Aunque no puedo afirmar que sea perfecto. Por el contrario, lo ideal sería otra cosa: un banco de datos donde se pueda buscar por distintos parámetros: como mínimo instrumentación, duración y grado de dificultad. Que además remita a donde se pueda conseguir la partitura, pagando o no. Y -ya que estamos- algún enlace al audio o video (lamentablemente, ya nadie parece estar en condiciones de leer música, el video ha transformado en vagos a la mayoría de los músicos. Como no voy a revertir esta situación, me aprovecho de ella.) En algún momento alguien acaso haga este banco de datos por mí, pero de momento supera mis conocimientos técnicos (aunque acaso una hoja de cálculo Google Sheet /Excel sea una eficiente solución intermedia).

El presente escrito se dirige a los compositores que no han hecho jamás un catálogo de obras y que están intentando poner un poco de orden en lo que han compuesto. Créase o no, son muchos los compositores que no tienen una lista de obras – ni por lo tanto una visión general de su creación.

A mi entender, la estructura básica de un catálogo de obras nace del pragmatismo, es decir, ¿para qué hago un catálogo? Mi respuesta: para que potenciales intérpretes sepan que determinada obra mía existe. Esto es lo fundamental, el resto son detalles musicológicos.

Adicionalmente, un catálogo no sólo organiza las obras, sino que también revela patrones creativos a lo largo del tiempo. Un catálogo bien organizado es una herramienta que puede permitir un análisis profundo sobre la evolución artística de un compositor, algo que puede ser útil en el contexto académico o musicológico. Algunas veces mi música ha sido objeto de estudio universitario, y posiblemente mi catálogo de obras haya sido el catalizador para decidir estudiar más cercanamente mi música. En otras palabras, tu catálogo de obras puede ser un señuelo para atraer estudiantes de musicología en ávida busca de un tema original para su doctorado.

Subrayemos que un catálogo de obras no es un proyecto cerrado: se actualiza constantemente, y se adapta a la evolución misma del compositor – o de su música. Se puede comenzar con ciertas categorías básicas y luego añadir secciones (o subdivisiones) sin temor a cambiar la estructura.

Partiendo de una estructura básica confiable, dentro de cada categoría el orden natural sería el cronológico: desde el principio hasta el final. Hay gente que propone exactamente lo contrario: comenzar por la obra más reciente e ir para atrás. No me convence, pero haga usted como quiera.

Al clasificar cualquier cosa, lo importante es conocer a fondo qué es lo que estás clasificando. Esto nos dará el grado de precisión (de subdivisiones) que el catálogo necesita. Por ejemplo, si usted ha compuesto sólo obras para piano solo, no tiene el menor sentido incluir categorías vacías, y sí tendrá sentido hilar fino en las subcategorías pianísticas. Digamos: tangos, milongas y valses. O bien preludios breves, sonatas de varios movimientos, obras donde se toca sólo el interior del piano.

En otras palabras, el contenido determinará (en gran medida) la estructura.

Bosquejemos entonces una estructura básica, luego usted la adaptará específicamente a sus necesidades:

Fulanito de Tal: Catálogo de obras

Actualizado al día equis

Este subtítulo me resulta importante porque, como todo compositor en actividad, y en mi caso actividad frenética, el catálogo se actualiza potencialmente cada semana y no quiero confundir a mis lectores.

A) Obras escénicas

Suponiendo que usted las tenga, si no, comience por otra categoría.

B) Obras sinfónicas

Aquí puede usted subclasificar en orquesta de cuerdas, orquesta sinfónica, orquesta de vientos, banda sinfónica. Si tiene sólo tres obras orquestales, subdividir esta categoría tiene poco sentido; si tiene treinta acaso sea preferible hacerlo.

C) Música de cámara

Desde dúos hasta ensemble de muchos instrumentos. Si usted ha compuesto cien cuartetos de cuerdas, un trío de flautas y dos quintetos de vientos, acaso le convenga abrir una subcategoría para cuartetos de cuerda y otra para el resto.

D) Obras para instrumento solo

En mi caso en particular, como pianista, he escrito literalmente centenares de obras para piano solo. Así que he subdividido en (D-1) obras para piano solo, (D-2) obras para otros instrumentos solos (oboe solo, clarinete solo, viola sola, etc.) y además una tercera categoría de obras didácticas para piano solo (D-3). Debo decir que, aunque me he arrepentido a veces de separar esta tercera subcategoría, puede resultar práctica para el docente que está buscando material de enseñanza.

E) Obras con canto (o con voz en general, aunque no sea cantada)

Esto incluye los lieder para canto y piano, que son los más, pero también obras de corte más experimental (como para voz sola), o bien para canto con acompañamiento instrumental no pianístico. Lo decisivo para entrar en esta categoría es que las obras tengan texto. Por cierto, no olvide explicitar quién ha escrito ese texto.

F) Obras para coro

Aquí agrupo la música para coro mixto junto con las obras para coro femenino, coro masculino o las composiciones para coro y un par de instrumentos, o las obras para coro parlato. Si usted se especializa en música coral, acaso le convenga iniciar subcategorías para cada tipo de coro. Al igual que si vive en un lugar con mucha actividad coral, para facilitar que los directores de coros encuentren su música.

G) Obras con elementos improvisatorios

Es decir, conceptos de improvisación u obras indeterministas (muy flexibles). Hay compositores que tienen cero obras de este tipo, pero yo he escrito unas 30 o 40 de ellas, así que abrí una categoría específica. Se dirige a un tipo de público muy concreto.

H) Obras conceptuales

Muchas son partituras verbales u obras del tipo fluxus (irrealizables en la práctica – más bien «música para leer»). No siempre son música en el sentido estricto y tradicional del término y por eso abrí para ellas una categoría especial. Ciertamente no es la categoría en la que tengo más obras, pero preferí no mezclarlas con las demás.

I) Música electroacústica o electrónica

Es decir, música para soporte fijo, con o sin instrumentos en vivo (mixtas). No he escrito aún, ni creo que lo haga, obras para electrónica en vivo, pero si lo hago, seguramente entrarían aquí (y si son muchas, en una subcategoría).

J) Arreglos de tango

En mi caso en particular se justifica esta categoría porque tengo bastantes arreglos. Debo decir que aquí no he sido sistemático: no los he mencionado a todos, y no me enorgullezco de esta carencia. Esta categoría la he subdividido en dos: arreglos de tango para piano solo, y arreglos de tango para grupo de cámara (específicamente para la Orquesta no típica que dirijo desde 2001 en la universidad de Bremen).

K) Paradójicamente, mi catálogo de obras incluye aquí obras fuera de catálogo (lo que en el clasicismo eran Werke ohne Opuszahl, obras sin número de opus). Sobre todo juvenilia y obras menores. Pero desde el momento que las escribí, ya no son menores. Cumplen su función en el contexto total, no quiero renegar de ellas. Además, he descubierto que las obras menores suelen resultar, a la larga, las más conocidas de todo compositor (piensen en Für Elise de Beethoven, o en la Geographische Fuge de Ernst Toch, quien la escribió como una broma musical y hoy apenas se conocen otras de sus obras).

Por cierto, mi catálogo de obras se encuentra aquí:

https://www.juanmariasolare.com/works.html

Hay tres versiones: castellano, inglés y alemán. Las causas, creo, son evidentes.

Esta estructura es como un ropero vacío con cajones para distintos tipos de ropa: pantalones, camisas, sombreros (qué antiguo), corbatas, medias, ropa interior, zapatos y las categorías que usted quiera. Ahora se trata de poner cada cosa en su lugar. Lo mencioné antes, pero lo repito porque es realmente importante: no tiene sentido hacer un cajón para los piyamas si usted no usa piyamas. Y si en algún momento comienza usted a usar piyamas, pues reordena el ropero y asunto resuelto. En nuestro ejemplo, reestructurará usted el esqueleto del catálogo para bienvenir un nuevo género de obras.

En cuanto a cada entrada en particular, yo incluyo la siguiente información básica: Título, traducción del título, instrumentación, lugares y fechas de composición (con obsesivo detalle), duración, dedicatoria, detalles del estreno (dónde, cuándo, quién, en qué contexto).

Puede usted agregar también, si quiere: número de ISWC, link a algún lugar donde escucharla, link a un lugar donde comprarla. Y acaso otra información que ahora no se me ocurre.

Todos estos datos precisos pueden facilitar el descubrimiento de la obra en plataformas online y aumentar la visibilidad del compositor. Por ejemplo, si Selma Hande Gade ha estrenado alguna de mis obras, alguien buscando a Selma Hande Gade puede -tal vez- hallar mi catálogo de obras – pero sólo si la menciono. Y si no la menciono, jamás me hallará.

Un ejemplo (en la categoría música de cámara):

– «Senderos que se bifurcan» para 1 a 4 guitarras. Noviembre de 2005. [5’00»] [ISWC: T-802.302.631-6] A Jens Wagner. Estreno: Kai Okuniek & Jens Wagner, en KITO (Bremen-Nord), 12/FEB/2006. Primera audición canadiense: Dúo Bocaccio-Gallino (Enrique Alberto Bocaccio & Juan Leonardo Gallino), St. Thomas University (Fredericton, New Brunswick, Canadá), 8/FEB/2007 (durante la Latin American Guitar Week).

En síntesis: si usted está comenzando a hacer (acaso tardíamente) su catálogo de obras, mi sugerencia es (y disculpe el imperativo):

1) Haga un esqueleto general adaptado a sus necesidades (por ejemplo: música orquestal, de cámara, para instrumento solo, coral, canciones, electrónica).

2) Comience a rellenar con lo que se vaya acordando o lo que vaya descubriendo en antiguos discos rígidos (y ponga TODAS sus partituras en un solo lugar, por favor).

3) Cuando el catálogo tenga un mínimo de consistencia, haga un sencillo PDF con sus obras, incluya datos de contacto, y cuélguelo de todo lugar donde pueda: su propia página web, su blog, academia.org, literalmente cualquier lugar donde tenga acceso y pueda en el futuro reemplazar ese archivo (esto es muy importante, de lo contrario estará usted sembrando información que quedará desactualizada en poco tiempo, y sin posibilidad de actualizarla o corregirla – en caso de hallar errores).

Y recuerde: es preferible un catálogo incompleto a cero catálogo, del mismo modo que es preferible estudiar diez minutos al día que cero minutos. Lo bueno de vivir en esta época digital es que podemos actualizar nuestro catálogo de obras cada vez que lo necesitemos. En los tiempos de mi mamá filóloga, esto era imposible.

[Juan María Solare, Worpswede, 28 de septiembre de 2024]

[Escrito por sugerencia de Sergio Smilovich]