En estos días, y en los próximos que vienen, voy a ser poco más que una papeleta, como las que levanta este viento sin rumbo que hoy tortura mis plantas, asusta a los gatos y hace peligrar los nidos que las hacendosas cotorras construyeron durante el invierno a base de ramas secas. Hoy me siento papeleta a la que le espera arrugarse, mojarse y ser objeto de garabatos para comprobar la tinta de un bolígrafo y para, finalmente, ser planchada y caer en el fondo de una urna de cristal junto a otras papeletas anónimas haciendo la papeleta como yo.