Comunicación prenatal

Por Bebemon

¿Es posible la comunicación entre la madre y el bebé que aún no ha nacido? Como la mayoría de madres saben, la respuesta es SÍ y la ciencia se encarga de confirmarlo.

La comunicación prenatal se da a muy distintos niveles, la mayoría de ellos no conscientes. Conociéndolos, es posible estar atentos y velar por un mejor embarazo, creando un vínculo maternal más fuerte.

Dice el Dr. Sears, un reconocido pediatra norteamericano, que “la gestación dura 18 meses: 9 dentro de la madre y 9 fuera”.  O lo que es lo mismo, que la formación del bebé, a nivel cognitivo, sensorial y emocional, lo que le otorgará una personalidad determinada, comienza ya dentro del útero y se prolonga hasta varios meses más allá del nacimiento.

Imagen: Esbozos de Leonardo da Vinci, Wikimedia Commons

Veamos cómo aprende y cómo nos comunicamos con él:

  • Intercambio hormonal: Está ampliamente demostrado que durante el embarazo la madre segrega hormonas que son asimiladas por el feto mediante la sangre. Así, una actitud alegre y serena de la madre supondrá el tránsito de endorfinas, muy beneficiosas, y una madre tensa segregará cortisol y hormonas del estrés.
  • Aprendiendo del entorno: También está científicamente estudiado que el feto comienza su aprendizaje emocional a partir del sexto mes. Es capaz de oir, distinguir luces o sabores, dentro de la modesta gama que le permite su condición. Su entorno no está limitado a las paredes del útero, pues será capaz de recordar canciones oídas durante el embarazo (¡y la voz de la madre!) una vez que nazca.

En ese sentido, favorecerá a la formación sensorial del bebé un entorno apacible, sin voces altas, ni vibraciones procedentes de obras cercanas, ni exposiciones prolongadas a haces de luz potentes (discotecas)…

  • La voz de los padres:  A lo largo del día, cada vez que la madre habla, su voz llega a oídos del feto, atenuada por los sonidos sordos del interior del cuerpo. Hablar al bebé en los momentos de tranquilidad, con un tono suave y cariñoso, crea una comunicación muy peculiar. Ayuda a relajar al bebé, a ser receptivo a esos sonidos que seguramente intuye que van dirigidos a él, y al mismo tiempo proporciona una felicidad a la madre que supone beneficios recíprocos.
  • El efecto Mozart: Se ha hablado hasta la saciedad y numerosos experimentos demuestran que es cierto. Escuchar música clásica, y especialmente ciertas sonatas de Mozart, puede tener efectos positivos en el desarrollo cognitivo y sensorial de los bebés. Pero también Chopin, Beethoven, Tchaikovsky, Brahms o músicos contemporáneos que apuesten por melodías serenas como Russian Red, Air, Camille, Yann Tiersen, Michael Nyman, Danny Elfman…
  • Una alimentación sana: Pura lógica, unos nutrientes adecuados llegarán a un bebé que se formará de forma sana. Dicen que somos lo que comemos, y esto es trasladable también a la fase de embarazo.
  •  Relajación, paseos, buen humor: Todo lo que a una madre le hace sentir bien y sin remordimientos proporciona a su vez bienestar a la criatura. Si estás embarazada y hasta ahora te ha costado llevar a cabo esas rutinas, ahora es el momento para comenzarlas. Con la excusa del bebé, pero los beneficios serán para los dos…
  •  Contacto con tacto: Cuando la madre acaricia su vientre, está transmitiendo esa misma caricia, con su calor y su suave presión, al futuro bebé. Este no suele ser tan considerado a la hora de moverse y dar pataditas, pero la caricia de la madre (¡y del padre!) siempre serán bienvenidas.

¡Feliz comunicación con el futuro bebé!

Imagen: Fotograma de “2001 Odisea en el espacio” de Stanley Kubrick

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