Comunicación, qué comunicación.

Publicado el 11 julio 2024 por ArÍstides

LA IMAGINACIÓN ANTICIPA LO BUENO A. Einstein

Le estoy dando a la tecla, lo hago en un procesador de textos y lo publico en una bitácora. Otras personas hacen uso de las redes sociales para enviarse mensajes o noticias. Es algo habitual, porque ya casi nadie escribe cartas o postales. Mientras lo hago, pienso que en el año 1610, en este solar ibérico, se implantó la estafeta; esto es, la conducción de mercancías mediante valijas cerradas acarreadas por animales. En 1764 se regularon los correos con los territorios americanos de ultramar. Cada mes partía un barco hacia La Habana y cada dos, otro lo hacía a Montevideo. En esas sacas viajaban sueños, noticias, poderes de matrimonio, esperanzas e infortunios. El tiempo no tenía prisa y las fechas eran relativas.

En la Edad Media hacían uso de flechas, de caballos veloces y de palomas mensajeras para comunicarse. Se dice que Marco Antonio disponía de un correo organizado con China. No se sabrá con certeza, pero en cambio sí se conoce que en 1874 se creó la Unión Postal Internacional. Ya ves, pienso: el internet de entonces traspasando fronteras.

Los griegos y los romanos escribían las cartas en papiros enrollados que ataban con una cuerda. Fue el emperador Cesar Augusto quien estableció una correspondencia gubernamental que posteriormente usarían los nobles. Esto es: los ciudadanos libres y con pasta, mucha pasta. Los number one, los primeros que marcaron tendencia, fueron los egipcios, que en 2400 A.C. utilizaron mensajeros para difundir los decretos formulados por los faraones por todo su territorio.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Pues así, con las ganas locas de narrar cosas y la necesidad de ser tenidos en el pensamiento. En esto estamos: los Estados con sus secretos y medias verdades, los de a pie con nuestros cotilleos y las empresas con sus negocios. Y quien suscribe con la ilusión de contar historias.