Tal éxito debe traducirse ahora en la exigencia de una derogación de la ley de la reforma laboral, cuyos múltiples y destructivos efectos sobre las relaciones laborales son conocidos. También debe constituir un aviso al gobierno de que no estamos dispuestos a soportar nuevos recortes sociales como el anunciado sobre las pensiones y otros que desmontan el precario estado de bienestar existente.
Para ello, debemos continuar la presión movilizadora, persistente y generalizada, con la calle siempre como expresión del descontento social.
Es indiscutible que la huelga surgió en unos momentos de descrédito de las direcciones de los sindicatos mayoritarios. Pero no es menos cierto que el resto de sindicatos y movimientos sociales entendieron que la huelga, en última instancia, era un llamamiento a la protesta y a la movilización de la sociedad contra la política y los planes destructivos que el gobierno miserable del PSOE está llevando a cabo.
Esperamos que los sindicatos mayoritarios no frustren las ilusiones que ha generado esta huelga y que sean los primeros en entender que hay que seguir fomentando la unidad de la izquierda para afrontar los tiempos muy difíciles que aún quedan por transcurrir. La generosidad, la ausencia de sectarismo y la movilización deben constituir la guía con la que toda la izquierda, unida y hermanada, luchemos por nuestro futuro y el de nuestros hijos e hijas.
Siendo esta una de las razones de existencia de Socialismo 21, trabajaremos para ello con fuerza y sin desmayo.