Me imagino que la discusión de lo que es comunicación para un teórico es bastante complicado. La teoría de la comunicación depende fundamentalmente de tener claro cuál es el objetivo de esa comunicación, fundamentalmente si nos dirigimos a una audiencia o a unas personas.
No me voy a meter ahora en ese tipo de reflexión pero sí me preocupa y mucho desde el punto de vista de quién recibe la información como es esa información y cómo se percibe.
Comunicar tiene una serie de elementos que son irrenunciables. Alguien comunica algo a alguien a través de un medios y con un código común. Se comunica de una manera y con unos condicionantes. Hasta ahí podemos estar de acuerdo.
El problema comienza cuando se lanza un mismo mensaje a un público que es heterogéneo y disperso. Porque las palabras no son inócuas. Las palabras tienen resonancia distinta según las oigan unos u otros. La palabra terrorismo no suena igual me imagino en Siria o en Noruega. Como hace años no sonaba igual en San Sebastián o en Jaén, por poner un ejemplo.
Nuestras circunstancias, nuestra historia personal, nuestra experiencia vital, nuestra formación, nuestro carácter y hasta nuestro lugar de nacimiento tiene mucho que decir y añadir al mensaje.
Los medios de comunicación tienen que hacer un esfuerzo por comunicar a ese público heterogéneo y disperso de manera que garantice un conocimiento profundo y certero de la realidad.
Pero para eso tienen que empezar la casa por abajo, no por el tejado. O lo que es lo mismo, saber que la información no es una mercancía con la que gano audiencia sino un servicio a la sociedad con la que contribuyo al crecimiento de la misma y al bien común.
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