Sin focalizar en el resultado, si la sensación producida fue positiva y no alimentó nuestro ego ni vanidad, entonces quiere decir que vamos por buen camino. Si la sensación fue negativa para nuestro ser interno por los sinsabores que nos ocasionó, significa que algo habrá que replantear.
Asimismo, ¿se preguntaron alguna vez si escuchamos al otro? ¿Prestamos a la otra persona la misma atención que luego reclamamos para nosotros?
También los silencios son parte del diálogo, ellos pueden representar nuestra demostración de respeto, tolerancia y apreciación hacia el otro; o pueden ser parte del no-diálogo y mostrar nuestra indiferencia, frío, estrechez, encierro, abstracción, ego, vanidad, intolerancia o desatención. Este último caso también representa que, por el momento, nos hemos retirado momentáneamente del puente.
Los gestos corporales son una parte importante de la comunicación, así como también nuestra mirada. No se puede afirmar una cosa y que nuestro cuerpo transmita otra. Hay que ser uno (con relación a una unidad) y mostrarnos como tal, con consecuencia y coherencia entre nuestros pensamientos, sentimientos, palabras, gestos y acciones, en vez de varias facetas donde actuemos con desacoples que muestre nuestra fragmentación interna.
Seamos conscientes o no de estas situaciones, debemos considerar que nos hace mucho más dignos y que nos vamos a sentir mucho mejor con nosotros y con nuestro entorno si somos capaces siempre de tender un puente, de decir aquí estoy siempre, de abrirnos, de hablar y escuchar, en definitiva todas manifestaciones y maneras de hacerle saber a la otra persona que estás allí (en el puente) porque te interesas por ella.
No podemos, por el contrario, admitirnos como personas fragmentadas en compartimentos estancos, y asumirnos como seres que pensamos de una manera, sentimos de otra, actuamos de otra y decimos de otra; sin tratar de lograr ser una única persona.