La villa de Viver (Viver de las Aguas) está localizada al noroeste de la comarca del Alto Palancia, a 559 msnm y dentro de la provincia de Castellón, a 70 km de Castellón de la Plana, Valencia y Teruel. Pertenece al partido judicial de Segorbe. Su término municipal abarca 50 km² y recibe el nombre de Viver de las Aguas por las más de cincuenta fuentes que se reparten a lo largo de su geografía.El término está cruzado por el cauce del río Palancia,que desciende desde
Teresa hacia la localidad vecina de Jérica
Íbamos, en fin (ya se había decidido) buscando acercarnos a las riberas y estribaciones del río Palancia, ese flumen que llega seco a Sagunto, pero que nace en Teresa –plena sierra Espadán— para discurrir por las cercanías de Viver hasta Jérica, antes de buscar su destino natural, que es el mar saguntino.Era más de la una y media de la tarde cuando estacionamos el automóvil en la plaza del ayuntamiento de Viver –exactamente denominada Plaza Mayor del Palancia)— y comprobamos que la población estaba casi desierta, sin posibilidad de preguntar sobre posibles rutas o senderos, aunque vislumbramos en la acera junto al ayuntamiento, casi a la puerta de la oficina de turismo, una placa sobre puntos de interés, monumentos, rutas y recorrido.
No hubo más remedio que acogerse al coche y dirigirse hacia Jérica, a cuya entrada, en la antigua carretera, un antiguo bar de camioneros nos sirvió de parada. El problema fue que nosotros simplemente pretendíamos comer un bocadillo, y se nos dijo que en ese bar restaurante solamente se servía comida en plato, así que renunciamos al “bocata”, y acertamos: un buen plato de huevos fritos (de los de pueblo y gallina de corral) con jamón y buenas patatas, y otro plato de chuletas de cordero a la brasa nos remediaron de sobra nuestro apetito, regándolo con sidra gallega y unas cervezas. Bien estaba resultando la cosa, después del frustrante y fallido intento de alcanzar el río. Pero había un consuelo: Teníamos que volver, no solamente al río sino a Viver, la llamada “de las aguas”, para beber sus aguas con calma, recorrer bien sus caminos y sendas y empaparnos de las bellezas naturales que apenas si habíamos vislumbrado.Tampoco había motivo de queja: En poco tiempo habíamos asegurado un nuevo destino, la villa de Viver de las Aguas, sus sendas, sus montañas, sus riberas, su río Palancia. ¡Seguro que volveremos pronto!SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA