Y como quería combinar los tonos del top con cierta armonía, dejé para los ojos los arena, marrón y naranja y reservé el fucsia para los labios. Aunque es una propuesta que de por sí puede resultar chocante, al final creo que gracias a la prenda que llevaba y al uso discreto de los tonos de sombra, la mezcla quedó bastante adecuada.
Así que comencé iluminando el lagrimal y el primer tercio del ojo con una sombra de este tono arena que les comento: es una Platinum que, la verdad, me alegro siempre de haberme hecho con ellas, porque los tonos y la calidad que dan están estupendos. Una pena que hayan subido los precios...yo hace tiempo que no pico maquillaje en Mercadona por eso.
A continuación, y degradando con el tono anterior tenemos un naranja que protagoniza el tema de las sombras. En este caso, se trata de un pigmento de Nyx, que me encanta aunque uso poco porque el packaging es de los antiguos y resulta muy incómodo de sacar sin desperdiciarlo.
Finalmente, y como hago a menudo, el toque de la cuenca o banana está dado con una sombra marrón media de acabado mate, aunque la sombra platinum y el pigmento tienen tanto brillo que apenas se aprecia, pero ayuda a rematar el look y dar equilibrio. No ascendí, como ven, mucho el color para evitar que el contraste con el fucsia del labial fuese demasiado llamativo.
A ras de pestañas inferiores delineé con el Teddy de Essence, un marrón rojizo que le va muy bien al look y evita el tono de naranjas en la zona, que pueden dar aspecto cansado. Y finalmente, delineado negro en pestañas superiores y máscara.
Como el labial sería muy potente, escogí como colorete el Frat Boy, un melocotón intenso perfecto para diario y también en este tipo de looks. Y finalmente, ojo al labial que no tiene desperdicio: es el Shiva de Nyx, un fucsia metalizado muy potente y favorecedor en esta época.
¿Han sucumbido a la moda étnica?
BESOS!