Con Chiquito en el corazón

Publicado el 11 noviembre 2017 por Sap
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Observé que con este hombre indefinible nacido después de los dolores –más que humorista, me parece un constructo extraño al que los surrealistas se lo hubieran comido a pellizcos– se cumplía una regla: no todos sus seguidores tienen imaginación; pero sí les falta toda imaginación a sus detractores.
Viendo hace un rato una entrevista que le hizo Buenafuente en su programa, advertí que una de las cualidades de Chiquito fue predisponernos a ser felices por un rato, tan buena acogida tenía su gestualidad y su verborrea aplicadas a unos chistes tan malos como desarrollados en un continuo macguffin. La otra, la otra cualidad, fue renovar, enriquecer la lengua española de golpe y porrazo como nunca antes había sucedido y como ningún literato o académico lo había hecho. Y así resultó que un día, de la noche a la mañana, una buena parte de la población de este país, sin distinción de clases, edades ni “sensibilidades”, desde Agamenón a su porquero, desde un jovencillo Puigdemont a un solemne juez del Supremo, se levantó de la cama ejecutando mímicas chiquitescas y adoptó sus expresiones y su delirante vocabulario, incluyendo esa asombrosa palabra, esa chispa de genio, que es “fistro”, ¡la solución a todos los problemas lingüísticos!… y es que, si como decía Borges, todas las aguas del Nilo están contenidas en la palabra “Nilo”, todos los significados posibles están contenidos en la palabra “fistro”.
Ya sólo por eso, Chiquito era grande, tan grande que si su estatura se hubiera medido en bondad y modestia, hubiera podido jugar en la NBA; porque además –algo que muchos hubieran explotado con pedantería–, se daba en él la circunstancia de no mantener débito artístico con nadie: el producto que nos ofreció fue absolutamente original y sorprendente, lleno de inocencia, porque al final resultó que el pecador de la pradera, el torpedo sersuarl, el de las caiditas de Roma, las guarreridas españolas y el del hamatoma duodenarl y la Meletérica, era tan limpio como el fistro de su corazón. Siendo así, ¿quién no iba a quererlo?
Un beso en tu calva, Chiquito, gracias por todo lo que nos diste y hasta luegooorl, Lucaaar.
:-*
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