4. SI EL TOREO NO EXISTIERA, HABRÍA QUE INVENTARLO (RAWLS DIXIT)..Seguimos con la serie de argumentos en defensa del toreo. Hoy me voy a poner un poco rawlsiano. Como sabréis, el filósofo John Rawls es conocido por su criterio de justicia conocido como "la hipótesis de la posición original", o más popularmente, "el velo de la ignorancia": un sistema social, una ley, etc., son "justos", si se da el caso de que los aceptaríamos bajo el supuesto de que ignorásemos totalmente en qué puesto de la sociedad, o de la distribución de renta y riqueza, fuésemos a quedar una vez que se implementara dicho sistema, ley, etc. (No es que yo esté muy de acuerdo con este criterio como definición del concepto de justicia, pero creo que capta relativamente bien el modo en que nuestra mente funciona a la hora de clasificar las situaciones como justas o injustas)..En el caso del toreo, la pregunta rawlsiana sería más o menos la siguiente: si te fueras a reencarnar en tu próxima vida en algún animal no humano, ¿en cuál te gustaría reencarnarte?; o, un poco más sutil, ordenando a los distintos tipos de animales desde aquel en el que más te gustaría reencarnarte, a aquel en el que menos, ¿dónde colocarías a los toros de lidia, más bien hacia arriba, hacia abajo, o por el medio?.Y todavía más sutil: imagínate que haces dos clasificaciones de animales como la de la última pregunta: una suponiendo que existe el toreo, y otra suponiendo que no existe. Ante estas dos ordenaciones, el malévolo croupier que organiza el cotarro de la "posición original" te hace la propuesta siguiente: si eliges la clasificación en la que existe el toreo, te tocará ser un toro de lidia (no es seguro que te toreen; tienes tantas posibilidades de ser toreado como las que tienen de hecho los toros individuales, pues no todos ellos acaban en una plaza); si eliges la clasificación en la que no existe el toreo, tienes la misma probabilidad de acabar siendo cualquiera de los animales de la clasificación. Ante esta elección: elegirías la lista de animales con toreo (y acabarías siendo un toro), o elegirías la otra lista (y podrías acabar siendo un animal de cualquiera de los otros millones de especies).
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