Hoy vamos a resumiros lo que acaeció en el pasado Congreso Mundial de Parques Naturales que tuvo lugar en Sydney, entre los pasados 12 y 19 noviembre, un foro mundial que tiene lugar cada 10 años y en el que se revisa y analiza el rendimiento el potencial de los mismos, así como de tratar de encontrar soluciones pragmáticas para los principales desafíos ambientales y de desarrollo a que se enfrentan las áreas protegidas del planeta y que organiza la UICN, Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y en el que colaboran asociaciones coma la americana WCS Wildlife Conservation Society y la Comisión Mundial de Áreas Protegidas (CMAP), la red más importante del mundo de especialistas en áreas protegidas y al que acuden 5.000 expertos en gestión de espacios naturales de todo el planeta.
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Como no podía de ser de otro modo, la principal conclusión que se salió del congreso es la necesidad fundamental de dar un paso hacia un cambio en la forma en que se están llevando las políticas de conservación de la ecología y la naturaleza del planeta, que implica un aumento de la financiación y el compromiso político, ya que existe la necesidad urgente de asegurar que las áreas protegidas mantengan su plena conservación, incluyendo el potencial social y económico que atesoran.
Así se calculó que con una asignación de 45 – 76 mil millones de dólares americanos para las áreas protegidas al año, lo que sólo supone un 2,5% del gasto militar global anual, podría ser suficiente para ayudar a gestionar adecuadamente esas áreas.
Muchas de las especies amenazadas, como el elefante asiático, el tigre, y todas las especies de rinoceronte, así como numerosas plantas, reptiles y anfibios, sobreviven gracias a las áreas protegidas, que en la actualidad llegan a un total de 200.000. La áreas marinas protegidas bien gestionadas contienen más de cinco veces la biomasa de peces de gran tamaño que el resto y de 14 veces la biomasa de tiburones en comparación con las áreas de pesca.
Así el Dr. James Watson, miembro de la Wildlife Conservation Society y profesor en la Universidad de Queensland y uno de los líderes en la lucha contra el Cambio Climático, asevera: “Las áreas protegidas nos ofrecen soluciones a algunos de los retos más acuciantes de la actualidad, pero al continuar con ‘lo de siempre’, estamos dirigiéndonos al fracaso. Un cambio radical en la forma en que valoramos, gobernamos y gestionamos esas áreas no es imposible y sólo representan una fracción de lo que el mundo gasta anualmente en defensa”.
Según los últimos datos, las áreas protegidas cubren alrededor del 15% de la tierra y el 3% de los océanos. Los expertos advierten, sin embargo, que a pesar del aumento significativo de su cobertura a lo largo del siglo pasado, estamos todavía lejos de las metas mundiales marcadas para el año 2020 de proteger al menos el 17% de la tierra y el 10% de los océanos. Muchos ecosistemas marcados como objetivos en las políticas de conservación siguen con una escasa protección, ya que las áreas protegidas no siempre abarcan las áreas más importantes para la biodiversidad.
Además, la gran mayoría de las áreas protegidas existentes no tienen recursos suficientes para ser eficazmente conservadas, algunos estudios nos hablan de que tan sólo una cuarta parte de ellos están siendo gestionados con eficacia. Amenazas crecientes como el Cambio Climático y la caza furtiva están generando presiones adicionales sobre las áreas protegidas a nivel mundial, por lo que se hace indispensable el aumento de la dotación económica de los presupuestos de conservación.
Algunos de los espacios protegidos más emblemáticos, como el Parque Nacional del Ecuador Galápagos, están sufriendo una degradación significativa, en parte debido a la incapacidad de gestionar con eficacia los recursos de las áreas protegidas, pero no solo los gobiernos deben ser los únicos responsables de asegurar la conservación que las áreas protegidas con sus recursos económicos. Según las conclusiones del congreso, tenemos que encontrar formas nuevas e innovadoras para financiar y gestionar, mediante la participación activa de gobiernos, empresas y grupos de las diferentes comunidades.
En el congreso también se señaló al aumento alarmante de gobiernos, tanto en los países desarrollados y en desarrollo, que dan marcha atrás en sus compromisos conservacionistas a través de recortes de fondos y cambios en las políticas medioambientales. Un análisis mundial reciente ha documentado 543 casos de áreas protegidas que vieron su presupuesto reducido e incluso suprimido por completo.
Por ejemplo, los recientes recortes en el presupuesto de Parques de Canadá han reducido el gasto en conservación en un 15%. En Uganda, los activos de exploración y explotación de petróleo se están produciendo dentro de muchas áreas protegidas, como el Parque Nacional de Murchison Falls. En Indonesia, en 2010, varios permisos de explotación minera fueron emitidos dentro de unas 481.000 hectáreas dentro de áreas protegidas y en los bosques vírgenes de Komi en Rusia, se han realizado cambios significativos en los límites de las reservas, como el Parque nacional Yugyd, para permitir también la minería. El Santuario del Oryx árabe en Omán fue retirado de la Lista del Patrimonio Mundial después de que el gobierno del país redujera el tamaño de la reserva en un 90% para permitir la extracción de petróleo y gas.
“Hay una necesidad fundamental de un aumento en el apoyo a las áreas protegidas a nivel mundial, incluyendo un mejor reconocimiento, la financiación, la planificación y la ejecución de los planes conservacionistas”, dice Nigel Dudley, Investigador de la Universidad de Queensland, miembro de la UICN CMAP. “Es responsabilidad de los gobiernos intensificar la labor proteccionista, pero también existe la necesidad de que la comunidad, en general, asuma una responsabilidad colectiva respeto a las áreas protegidas.“
Y es que no hay que olvidar las áreas protegidas no solo conservan la biodiversidad, también mantienen una gran proporción de las personas más pobres del mundo, proporcionándoles comida, agua, refugio y medicinas. Estos grupos de personas juegan un papel clave en la disminución de los efectos del cambio climático y fortalecen las economías nacionales a través de los ingresos por turismo. En Ruanda, por ejemplo, los ingresos por turismo de visitas para ver los gorilas de montaña en el interior de Parque Nacional de los Volcanes es la mayor fuente de divisas del país. En Australia, el presupuesto 2012-2013 con que se cuenta para la protección de la gran barrera de coral fue aproximadamente de 50 millones de dólares australianos, pero el turismo al arrecife generó más de 5.200 millones de dólares anuales a la economía australiana.
“El crecimiento del movimiento de las áreas protegidas mundiales modernas durante los últimos 100 años es sin duda el mayor logro de conservación“, dice Julia Marton-Lefèvre, Directora General de la UICN. “También es cada vez más importante para los medios de subsistencia y la seguridad mundial. La clave ahora es que los países reconozcan el retorno de la inversión que las áreas protegidas ofrecen y dan cuenta de que esos lugares son fundamentales para el futuro de la vida en la Tierra”.
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