Sin duda Estapé ha sido uno de los economistas españoles más reconocidos del siglo XX, introductor en nuestro país de las teorías sobre los ciclos económicos de Schumpeter, su economista más admirado, y de la visión keynesiana de Galbraith, un contemporáneo suyo que también le entusiasmaba.
Nació en 1923, un 14 de septiembre, en plena efervescencia de la inflación en Alemania -cuando eran necesarios más de 50.000 marcos para comprar un dólar-, un día después que el general Miguel Primo de Rivera diera un golpe de estado e implantara un régimen dictatorial.
Con estos mimbres no es de extrañar que el hijo de un ferroviario de Badalona, dotado de una gran capacidad intelectual, dirigiera su vida hacia el servicio público desde sus inicios. Tras su licenciatura en Derecho inició una carrera docente que prolongaría toda su vida laboral, inicialmente impartiendo sus clases sobre materias jurídicas y posteriormente creando la Facultad de Económicas en la Universidad de Barcelona.
Por encima de todas las cosas, Fabián Estapé fue un formador de persones. Sus más de 54.000 alumnos pueden dar fe de ello con apelativos como el de iconoclasta, nada ortodoxo, irreverente, contradictorio, impertinente en ocasiones, sin duda controvertido, con un especial sentido del humor, rasgos todos ellos que él aducía provenían de su adscripción ampurdanesa (natural de Portbou). “Estamos trastornados por la Tramuntana” solía dejar caer a modo de excusa. En el fondo, todos reconocen la gran capacidad de Estapé para hacerlos pensar, para ayudarlos en el crecimiento personal.
Su paso por la universidad durante buena parte del régimen franquista y primeros lustros de la democracia la compaginó con una importante labor investigadora que derivó hacia los medios de comunicación que cultivó especialmente en sus últimas décadas. ¿Quién no recuerda sus lecciones de economía recreativa en Catalunya Radio o los artículos de La Vanguardia diario donde escribió regularmente durante medio siglo?
Compaginó cargos docentes, como decano o rector, con otros más políticos (fue durante dos años comisario adjunto del III Plan de Desarrollo a las órdenes de Laureano López Rodó) aunque no era afín al Régimen, sin olvidar su filiación como sindicalista en Comisiones Obreras, una contradictoria mezcla, digna de nuestro personaje que seguía la máxima schumpetariana: épater les épateurs des bourgeois definida por Estapé como un “difícil y lujoso deporte”.
Tanto como una de sus pasiones: el Barça donde llegó a ser miembro de la Junta Directiva, a finales de los 50, en la transición que tuvo el club desde el antiguo campo de Les Corts hacia el Nou Camp y que dejó al club con unas arcas vacías de ingresos y repletas de deudas. Gracias a sus relaciones con el alcalde Porcioles se consiguió la recalificación y el club de sus afectos hoy sigue enamorando a muchos más.
En estos momentos de la despedida echo de menos una de esas Converses del Banco Sabadell entre Guardiola y el inefable profesor.