Plagada de escenas inolvidables por Diamond y el propio Wilder, un guion exquisito, donde se recuerda la frase final escrita solo un par de días antes de filmarla cuando estaban a punto de terminar el rodaje. Una de esas escenas clásicas que todo el mundo conoce. En ocasiones, un final de película sí puede ser perfecto. Un cóctel de efectos desenfrenados dejando un sabor agridulce con temas como la sexualidad o la Gran Depresión.
De un argumento simple en apariencia, Wilder dibuja un compendio de situaciones extraordinarias e ingeniosas, unos actores con chispa y de calculado cinismo. El filme es un homenaje a los primeros años del cine, a las películas de gánsteres de Hollywood y a las comedias locas de los años cuarenta. Sexo y dinero, vida y muerte, realidad y apariencia, gánsteres y músicos, hombres y mujeres... con estos ingredientes y sus formidables recursos artísticos, el maestro Wilder elabora una de las grandes películas de la historia.