Con ‘H’ de Hollywood… y de Hitler 27/06/2013
Posted by María Bertoni in Literatura.trackback
En la síntesis que subió a su sitio web, la Editorial de Harvard aclara que el polémico sustantivo remite a su equivalente alemán ‘Zusammenarbeit’ (cuya traducción literal -agregamos aquí en Espectadores- es “trabajo conjunto”). En una conversación telefónica que mantuvo con el New York Times, y que el periódico transcribió en este artículo publicado ayer miércoles, el propio Urwand explica que la palabra ‘collaboration’ y su homóloga germana “aparecen repetidamente en los documentos elaborados por ambas partes”.
Según la autora de la nota Jennifer Schuessler, su interlocutor “se eriza ante la sugerencia de que Hollywood presenta mejores antecedentes antinazis que otras grandes industrias norteamericanas, sin mencionar al Departamento de Estado que de manera sistemática bloqueó los esfuerzos por expedir visas a judíos refugiados”. Si bien reconoce que “el desempeño del Departamento de Estado fue atroz”, el entrevistado también señala que este brazo del Poder Ejecutivo norteamericano “no financió la fabricación nazi de armamento ni distribuyó propaganda cinematográfica filonazi en Alemania, ni asistió a reuniones con oficiales nazis para pactar acuerdos secretos”. Enseguida Urwand vuelve a defender el uso del sustantivo ’colaboración’: “era lo que hacían los estudios; ellos mismos lo describían así”.
La Editorial de Harvard también anticipa que el libro gira en torno a la figura misma de Adolf Hitler, que estaba obsesionado con el cine por reconocerle una gran capacidad persuasiva. La síntesis cuenta que “en diciembre 1930, el Partido Nacional-Socialista boicoteó el estreno berlinés de Sin novedad en el frente, lo cual desencadenó una serie de decisiones y eventos desafortunados. Temerosos de perder acceso al mercado alemán, Hollywood empezó a ceder a las exigencias del gobierno de ese país, y cuando Hitler asumió el poder en enero de 1933, los estudios -en su mayoría dirigidos por empresarios judíos- empezaron a tratar directamente con los voceros del Führer“.
Según esta misma información promocional, Urwand demuestra que el vínculo se prolongó durante toda la década del ’30. Al parecer, los representantes de los estudios se encontraban regularmente en Los Ángeles con el cónsul alemán Georg Gyssling y editaban o cancelaban películas según solicitaba el funcionario. Paramount y Fox invertían las ganancias extraídas del mercado germano en la filmación de noticieros pro-nazis, mientras la Metro Goldwyn Mayer financiaba la fabricación teutona de armamento.
En su nota del NYT, Schuessler asegura que el revisionismo de Urwand alcanza incluso a Jack Warner, a quien Groucho Marx elogió por llevar adelante “el único estudio con algo de coraje” tras asistir al estreno de Confesiones de un espía nazi en 1939. Asimismo la periodista revela que, siempre según el libro anunciado, en junio de ese mismo año MGM invitó a diez editores de diarios nazis a un “tour de buena voluntad” por los estudios de Los Ángeles.
El artículo periodístico también transcribe la opinión de quienes relativizan el gran aporte que supone La colaboración. Por ejemplo el historiador Thomas Doherty de la Universidad de Brandeis advierte que muchas películas de esa época contenían algún subtexto antinazi que el público sabía reconocer.
En la Universidad de Carolina del Sur, Steven J. Ross está redactando un libro sobre la historia -”muy poco conocida”- de una extensa red de espionaje antinazi que comenzó a operar en Los Ángeles en 1934, y que habría sido financiada por los mismos estudios complacientes con los oficiales nazis. “Los magnates que fueron castigados por privilegiar los negocios por encima de la identidad y lealtad judías en realidad estaban trabajando de manera encubierta para salvar judíos” asegura este otro académico.
Dos semanas antes de que el New York Times publicara el artículo de Schuessler, Tablet Magazine comentó (aquí) el libro de Urwand. Concebida en los Estados Unidos para difundir noticias, ideas y la cultura judías, esta revista online no dismula su admiración por la obra del joven académico.
El autor de la nota, David Mikics, sostiene que “a medida que uno avanza en la lectura entiende con consternación que ‘colaboración” es la única palabra capaz de describir la relación entre Hitler y Hollywood en los años ’30″. Como su colega del NYT, este periodista también reconoce que el tema no es nuevo pero destaca que los otros historiadores (cita a Doherty y a su libro Hollywood and Hitler, 1933-1939) “no tuvieron acceso a los documentos que Urwand sí pudo consultar” y por lo tanto no pudieron abordar el grado de connivencia entre el régimen nazi y los ejecutivos hollywoodenses.
“Como la mayoría de los predecesores de Urwand -explica Mikics- Doherty avala el autorretrato de Jack Warner como un ferviente antinazi que rompió su vínculo comercial con Alemania en repudio al maltrato que allí sufrían los ciudadanos judíos. Pero tal como alega Urwand, no fue Warner quien rechazó a los nazis, sino al revés: de hecho, Hitler interrumpió relaciones con la Warner Bros después de que el estudio fallara a la hora de realizar los cortes solicitados por el cónsul Gyssling a la película Captured!, ambientada en tiempos de la Primera Guerra Mundial. En 1934, la Warner Bros fue echada de Berlín, y el resto de los estudios abandonaron la ciudad por miedo”.
A continuación, Espectadores transcribe más revelaciones de Tablet Magazine sobre el contenido de La colaboración: