Con la autoridad nos hemos topado!!

Por Releante


Hola a todos. Acabo de llegar a casa de recoger a los niños y vengo bien bien cabreado. Nada tienen que ver los pequeños, ni la climatología, ni el cambio horario, que va, nada de eso. La culpa la tienen nuestras normas de circulación viaria y sus versiones en forma de señales circulatorias. En un país en el que una gran mayoría se pasa por el forro de los pantalones las normas, mediante escusas y subterfugios, cada cual, más clásica y utilizada. Aparco en doble fila, porque es solo un minuto, minuto que se convierten en cuartos y medias horas, o es justo el que te aparca al lado y te quedas a la espera con cara de tontolaba a que llegue el susodicho, lleno de razón, en plan... solo fue un minuto, ahora te lo quito. O el que aparca en zona verde, solo para residentes, malo será que venga justo el agente de la ORA, mientras, los residentes, dan vueltas al rededor de la manzana, a la espera de que el infractor salga de tomarse la cervecilla en el bar de la esquina, desde dónde controla la llegada del posible agente. Después tenemos los típicos que las señales de velocidad son de pura decoración vial... esta me la conozco al dedillo y por aquí no hay radares..., como no los súper groseros que aparcan en zona de minusválidos, embarazadas, familias con bebés... estos son unos jetas jetas, son los que piensan ..¿qué minusvalido va a venir a aparcar justo aquí? ¿cuántos hay para tanta plaza?, si en este barrio no conozco ninguno con silla... y zas!! a aparcar. También los tenemos que son los dueños del mambo y del barrio, que  una señal de desvío provisional son para todos menos para él, ya que se conoce al dedillo cada recoveco y no hay quien lo pare. Los tenemos que aparcan en zona amarilla, los que no hace falta hacer el stop, porque su visivilidad es tan buena como la de una lechuza, los ceda al paso, son siempre unidireccionales, hay que cederles a ellos siempre, las rotondas se toman a gusto del consumidor, los semáforos son asignatura optativa, los pasos de cebras, son simples líneas en la carretera. No te cruces con uno de estos en un estrechamiento de calzada con preferencia tuya, porque nanai de la china. Y si encima les damos un coche bueno, o uno malo que haga bastante ruido, con los tubos de escape que petardean cada diez metros de carrera, con claxons (por no decir pitos), bien estridentes, que solo usan las luces largas para cegarte al cumplir las normas de circulación. Si a estas señales, le sumamos un miembro de las fuerzas del estado, ya sean en su versión azul clarito, azul oscuro o verde, el saltarse las normas, ya no solo es cuestión de rutina, si no que se convierte en un derecho constitucional del conductor, el cual, se cree con el derecho de acordarse de la familia del señor agente (siempre por lo bajini, en caso de color verde), el tono va en aumento, según va aclarando el azul de sus ropajes, llegando a los miembros de los de la ORA, los cuales, no son despedidos a pedradas, por algunos desalmados, de puro milagro. Estas son las típicas maniobras del que podríamos denominar chulitus automovulisticus. En la mayoría de los casos se trata de hombres, aunque también en esto llega pisando fuerte la igualdad. Suelen ser maromos de grandes aceleraciones y con mano en bocina, que no dudan en hacer funcionar antes, durante y después de cada maniobra, para decir, aquí estoy y soy el más chulo y el que más razón tiene. Dónde más nerviosos se ponen estos especímenes son en los atascos, se sienten atrapados, y solo les queda la opción de tirar de pito, y cagarse en cada uno de los pilotos que lleva por delante y su enojo aumenta cuando por el carril contrario hay tráfico fluido, y medita la posibilidad de convertirse en piloto suicida, o por el contrario, empieza a dar volantazos para insinuar, que en cuanto pueda, se mete por el arcén o incluso se sube a las aceras. Pero hay una señal, a las que esta gente, esta gente y todo el que está a manos de un volante, siempre hacen caso, siempre los acongoja, los hace encogerse, les echa para atrás, cumplen a rajatabla, mutis por el forro, y es, la señal cuando la lleva la persona con mayor autoridad vial de nuestro pais, y es, la señal de stop, con flecha azul en su reverso, en manos del controlador de obra. A este si, a este hombre, escogido entre tantos eruditos de la circulación urbana siempre se le hace caso, el decide, el tiene el poder, el es el jefe. Con un simple gesto de muñeca decide si pasas o te quedas en cuarentena, hasta que se le de otra vez por acordarte de ti. Nadie le gruñe, le protesta o le mira mal, nunca nadie ha tenido tanto poder en una mano desde la guerra fría. Hombre con buzo y botas, chaleco reflectante y en ocasiones con abrigo, pero eso si, normalmete la pelambrera de la pechera al aire. Ya que su trabajo se lo permite por ser al aire libre, el pitillo es casi parte obligatoria del uniforme, y si es poseedor de un buen bigote, pues mejor que mejor, porque aumenta su autoridad, que nunca es cuestionada. Esto es lo que hoy me pasó a mi regreso escolar, nos topamos con esta autoridad en medio del camino, y aunque era incuestionable su favorecimiento por los que venían foqueándonos los ojos, nadie dijo ni mu, ni tan siquiera el sujeto que llevaba delante, que tantas maniobras peligrosas hizo, que tantas veces hizo su derecho a usar el claxon, que tanto se metió con todos los conductores que lo sufrimos y padecimos, porque en el fondo, fue muy chulito y valiente, hasta que se topó de morros con la autoridad pertinente, un hombre de metro cincuenta, bigote poblado, pitillo en la boca y con una señal de stop en la mano, así que no le quedó otra, como hicimos todos, calmarse (por lo menos por fuera), sonreír al poderoso varón, decirle alguna gracia, darle las buenas noches y esperar a que se acuerde de darle la vuelta a la mano, y una vez haya escapado de su territorio, ahí ya, volver a ser el mismo impresentable, que campea por nuestras ciudades llenas de señales, implantadas para todos, menos para él, hasta que claro, se tope, con uno de estos, que con las elecciones a la vuelta de la esquina.... malo será. Un abrazo