La Covid-19 puede secuestrar la promoción del libro y la industria cultural puede irse al garete. No es una imagen exagerada, sino muy real que amenaza todos los sectores de la cultura. Yo mismo he sufrido en mis carnes la terrible experiencia de un San Jorge sin rosas y sin presentación alguna. A principios de marzo, recibía de mi editor, un paquete con ejemplares de mi último ensayo: “La cicatriz. Ibiza: negro sobre verde”. Y comencé a preparar con ilusión la presentación del mismo. La habíamos preparado para el 23 de abril, el Día del Libro, en Ibiza. Era el día en el que murieron Shakespeare y Cervantes, el de la rosa en Cataluña y el de las presentaciones, el lanzamiento de novedades, las ferias y el de mayores ventas editoriales. Pero, previo a ese tiempo apareció la pandemia del coronavirus y, a partir de ese momento, la frustración y la incertidumbre recayó sobre el libro, las editoriales y las librerías. La industria editorial se vio confinada por los efectos d
e la Covid-19 que “destrozó” la distribución y la venta de la misma, esperando el momento en que se vea la luz tras el confinamiento. Y es que los escritores, como dice el grancanario José Luis Correa, autor de la novela “Las dos Amelias”, cada vez nos parecemos más a los cantantes que, “debido a las descargas, donde hacen dinero es en los conciertos. A nosotros nos pasa lo mismo. Donde movemos el libro es en las presentaciones, por eso hacemos un montón. Antes hacíamos una y ahora estamos constantemente presentando la obra”. Pero llegó el virus y todo lo paró, dejando a Correa y a otros muchos autores sin las grandes citas literarias del año. Y es que, según el escritor Víctor Álamo de la Rosa, “no podemos permitir que un virus arrase la cultura porque es lo que nos aleja del simio, nos hace crecer intelectualmente y, a la vez, es un motor de felicidad”.Noelia Adánez 'Nuestro nivel de salarización es muy bajo, la mayoría somos autónomos o sumergidos'
José Carmona y Juan Losa profundizan en este tema (“La industria cultural, ese sector que no importa a (casi) nadie, pero que da de comer a un millón de familias”), en un reportaje aparecido el pasado día 18 en Público. “Afloran, movidas por esta causa, las miserias de la industria cultural, un sector instalado en la precariedad. Artistas conocidos, especialmente músicos, han esfumado sus ingresos, previstos para 2020, diezmando sus actuaciones Se bajó el telón y el calendario se quedó en blanco, con predicciones nada halagüeñas. La Mesa del sector de las Artes Escénicas y la Música ya anunció que, con la Covid-19, se han perdido 130 millones de euros y se han cancelado 30.000 funciones solo entre marzo y mayo, mientras a este varapalo se suma el desconocimiento de la fecha final de esta crisis. Hay expertos que incluso hacen cábalas y calculan que la vuelta al teatro y a las salas de conciertos no se producirá hasta 2021. ¿Un año y medio sin eventos culturales?”. Y la escritora y dramaturga, Noelia Adánez, así lo expresa: “Como no pensemos nuevas formas de producir y exhibir la cultura, nuestro sector será el último en recuperarse”. Adánez, vio cómo la crisis del coronavirus frustraba, apenas un mes después de su estreno, el recorrido de Carmiña, obra de teatro en la que llevaba meses trabajando de forma intensa. “Tengo que asumir que Carmiña ha muerto antes de nacer, con 15 ó 20 funciones no da tiempo a que un montaje tenga el recorrido necesario para que se consolide tanto a nivel artístico como en la taquilla”. Un daño profundo en el sector cuya reparación, según Adánez, no puede pasar por la gratuidad: “Tiene que haber otras soluciones, no puede ser que, con el pretexto de mantener viva la cultura, se ofrezca gratis en la red”. En ese sentido, quizá esta crisis sirva para replantearnos el lugar que queremos que ocupe la cultura y su industria en nuestra sociedad; un espacio idealizado hasta la náusea que cuenta con una cara oculta pero mayoritaria, en la que precariedad y pobreza son la norma. “Debemos ser conscientes −prosigue Adánez− de que la cultura no es sólo la comunicación de contenidos relevantes para una sociedad, sino que es un sector económico con un alto grado de estacionalidad y precariedad”. No en vano, según datos del Ministerio, el sector cultural está por debajo de la media española en cuanto a trabajos retribuidos: suponen un 69,2%, respecto al 82,7% nacional. “Nuestro nivel de salarización es muy bajo, la mayoría somos autónomos o sumergidos”.
“Hemos parado y pospuesto todos los conciertos, mayo y junio incluidos, porque, aunque no se ha dicho nada sobre qué pasará entonces, queremos ser prudentes con las fechas”, asegura un mánager. “Si es cierto eso de que no va a haber conciertos hasta otoño de 2021... No sé quién va a sostener todo esto”, brama con angustia. Es una situación de imprevisibilidad que comparten buena parte de los trabajadores pero que, en el ámbito de la cultura, cobra un especial dramatismo, dada la fragilidad de la industria y la falta de asideros financieros. En esa cuerda floja, sin red ni capacidad de maniobra, se encuentran también muchas pequeñas editoriales cuya viabilidad está seriamente amenazada. En cuanto al sector de la edición, sufre un parón cultural no menos importante. “Toda la cadena del libro depende de los puntos de venta. Si te impiden vender tu producto fundamental estás bloqueado, todo el sistema se te viene abajo, por eso lo que afronta el sector editorial es un bloqueo total y no tiene mucho margen de maniobra”.
Otra trabajadora a la que la Covid-19 le ha desmontado sus planes de futuro es la cómica Lorena Iglesias, que ha visto cómo se le han ido cayendo todos los monólogos programados por España, además de su función semanal en un bar madrileño. Lorena Iglesias llegó de la Coruña a Madrid hace 15 años con 200 euros y una idea en la cabeza: quería ser actriz. Antes de conseguirlo, tuvo que ponerse a trabajar y su currículum acumula las aventuras más turbias. Fue modelo para un pintor ciego que quería tocarla para esculpirla, telefonista en una línea erótica y gorrilla en un aparcamiento. Ahora, tras trabajar a los mandos de Carlos Vermut y crear su propio colectivo de artistas, se sube al escenario del bar La Estupenda (San Roque, 14) cada miércoles por la noche para actuar en su propio espectáculo: un stand up comedy “gratis con anuncios”. “El confinamiento ha dejado al descubierto problemas estructurales serios”, asegura la humorista. Ahora se las apaña con 850 euros mensuales que recibe de la Academia de Cine para desarrollar una serie, aunque en junio termina su contrato. “Estoy currando más que antes, con menos dinero y sin ninguna certeza de que los proyectos se vayan a materializar”.
Desde el sector, organizaciones como la Federación de la Música en España aplauden la medida del Ingreso Mínimo Vital para solventar el frenazo de cientos de economías domésticas, aunque solicitan al Gobierno medidas concretas y urgentes para la industria, como la reducción del tipo impositivo en el Impuesto de Sociedades o un fondo de compensación del Estado que cubra las pérdidas ocasionadas por los gastos de cancelación de conciertos, así como los gastos de producciones discográficas afectadas. “Aprovechemos el momento– apunta la dramaturga Noelia Adánez–, convirtamos esta crisis en una oportunidad para el sector, busquemos complicidades entre las instituciones y los profesionales”. Unas “complicidades” que saltaban por los aires hace unos días, tras una infausta comparecencia del ministro Uribes en la que, parafraseando a Welles, aseguró que “primero va la vida y luego el cine, aunque la vida sin el cine y la cultura tiene poco sentido”. La batalla –por usar el vocabulario de Pedro Sánchez– de la cultura contra la Covid-19 tendrá varios obstáculos, donde puede que los propios políticos sean más dañinos que la pandemia. Kike Gil ya identifica enemigos e incertidumbres en un futuro inhóspito y desagradable: “No me hacen gracia las formas de la derecha que nos critica por pedir ayudas y medidas al Gobierno, porque pienso: Y tú, ¿qué estás haciendo en casa durante el aislamiento? Ver pelis y escuchar música, imagino. Nuestra profesión vende emociones y ahora mismo son más necesarias que nunca”.
El ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, mantuvieron una reunión telemática de trabajo con los sectores que integran la Cultura para identificar medidas de apoyo viables para dicho sector en medio de la pandemia del coronavirus. El encuentro comenzó a las cuatro y media de la tarde y acabó poco antes de las diez y media. De él nacieron pocos titulares y muchos futuribles. El objetivo marcado fue que, en el mínimo tiempo posible, se pueda llevar al Consejo de Ministros un primer paquete de medidas de apoyo urgentes para el sector. Tal y como difundió el ministerio de Cultura, se trabajará “en una estrategia a dos velocidades: una con propuestas de aplicación urgente e inmediata que ofrezca una red de protección al sector y otra, a medio plazo, con reformas que permitan la reactivación del mismo una vez superemos la crisis sanitaria en el marco del Estado de Alarma. La toma de contacto ocurrió tras ocho días de una comparecencia en la que Uribes mostró poca voluntad de conocer las necesidades del sector, así como un absoluto desconocimiento de las medidas que podrían adoptarse. De momento, el sector del libro valoró la reunión en términos vagos. “El sector del libro ha acudido a la reunión con un paquete de medidas que considera esenciales tanto en los actuales momentos como una vez que se ponga fin a la emergencia sanitaria. Entre estas medidas se encuentra, como prioritaria e inmediata, garantizar la liquidez de las empresas estableciendo una línea de crédito específico para el sector del libro” manifestó a través de un comunicado la Asociación de Cámaras del Libro de España. Sobre la mesa, se colocó un pliego de peticiones como la activación del consumo público mediante un programa de compras de libros para las bibliotecas públicas a través del tejido librero, para lo que será necesario cambiar la ley de contrato menor; la activación del consumo privado mediante un bono libro, así como la reactivación del mercado exterior mediante una partida especial destinada a misiones comerciales para la exportación. Solicitaron, además, el apoyo del Gobierno a la campaña de promoción del Día del Libro, trasladado desde el punto de vista comercial al 23 de julio, coincidiendo con el día del libro y la rosa en Cataluña, así la ayuda del Gobierno en la lucha contra la piratería. De momento, no hay medidas concretas.
Las empresas, asociaciones, circuitos y profesionales que conforman el sector de las Artes Escénicas y la música, que agrupa a unos 300.000 profesionales, subrayan la importancia de la contratación pública. “Una simple reducción de un 10% de la contratación pública, expulsará del sistema a miles de trabajadores de la cultura y provocará muy probablemente la extinción de cientos de proyectos creativos”, aseguran en un comunicado con el pliego de 52 medidas extraordinarias propuestas. Cuando aún no se han recuperado económicamente del impacto de la crisis de 2008, las artes escénicas deben ahora hacer frente a la suspensión en el periodo marzo-mayo 2020 de unas 30.000 funciones y a unas pérdidas superiores a los 130 millones de euros. “El sector, en su mayor parte, carece de capacidad de resistencia financiera. Las compañías, los creadores, los artistas etcétera, viven sobre todo de las actuaciones. Si éstos se reducen, la ya precaria economía del medio devendrá imposible. Por ahora se carece de un compromiso solemne y general de las administraciones de nuestro Estado que asegure la disposición de los actuales recursos de contratación artística como garantía para la supervivencia del sector. Nos tememos mucho que las necesidades contingentes que esta crisis va a acarrear, una vez más, tal y como hemos indicado anteriormente, podrían situarnos entre las últimas necesidades a atender”. No obstante, el Gobierno prometió a la Cultura “medidas paliativas y urgentes”… en 15 días. La cultura es una de las capas más desguarecidas frente a las consecuencias desatadas por la crisis sanitaria del Coronavirus. El impacto económico del aplazamiento de la Feria del Libro de Madrid y Sant Jordi, la suspensión de actividades de teatros y cines, así como de los grandes museos como el Prado, el Thyssen o el Reina Sofía suponen un duro revés para la actividad del sector cultural tanto en Madrid como en el resto de España. Editores, libreros y distribuidores han advertido la gravedad de su situación, que viene dada por la tipología de las empresas que integran el sector. Muchas de ellas, como las librerías, son microempresas. Ese tipo de empresarios conforma un 70% del tejido del libro y están “en riesgo de supervivencia”. La paralización de la actividad podría suponer “la reducción en un tercio de la facturación del sector del libro en España, alrededor de mil millones de euros, 800 provenientes del mercado interior y 200 del mercado exterior del libro”, asegura el documento.
La Casa Real aprovechó el Día del Libro para buscar un acercamiento al pueblo desde palacio a través de la Princesa Sofía y la Infanta Leonor. Las hijas de los Reyes aparecieron en dos vídeos grabados en La Zarzuela, donde pasan cómodamente el periodo de confinamiento. “La iniciativa –titula ElPlural.com– ha sido objetivo de debate, desde quienes critican el sobrio estilo que se ha usado y la falta de frescura hasta aquellos que sacan a relucir el matiz más ideológico y político por la evidente diferencia entre el aislamiento real de que vive el resto de niños españoles y hasta la investigación judicial del Rey Juan Carlos”. Las hijas de Felipe y Letizia se sumaron a la lectura de El Quijote, uno de los actos sobre el que ha girado, como cada año, el Día del Libro. Se sentaron en un sobrio sofá beis con nada detrás. El único detalle desenfadado fue, tal vez, las camisas oversize que vestían ambas, la heredera en color rosa y su hermana en azul. Y Leonor comenzó diciendo: “Hola. Llevamos, como millones de niños, más de un mes en casa y sin poder ir al cole por esta pandemia. Intentamos seguir con la vida del mejor modo posible”. Luego, Sofía continuó: “No hace falta ser mayor para darse cuenta de la enorme dificultad que estamos viviendo en España, en otros países”. Y, a partir de aquí ambas fueron intercambiando frases: “Muchos niños han perdido a sus abuelos, a personas mayores, a familiares y lo están pasando muy mal. Y, por eso, también queremos dar las gracias a todas las personas que están ayudando y cuidando a los demás, de tantas maneras. Todos sois importantes. Gracias”. La aparición de Leonor y Sofía provocó comentarios para todos los gustos. En Vanitatis, un experto en comunicación no verbal, reprochó a la Casa Real falta de frescura: “Con los niños y adolescentes se trata de eso, de que sean naturales y utilizar esa frescura que tienen”. En las redes, donde el tema se ha vuelto más peliagudo, algunos han reprochado que las hijas de los Reyes digan que “llevamos, como millones de niños más, de un mes en casa”, cuando las diferencias son obvias y los hay que salen a recordarles presuntos delitos de su abuelo.
1Fotomontajes, imágenes y fotos sorprendentes:
Trump sugiere la posibilidad de tratar el coronavirus con una inyección de desinfectante o aplicando luz solar en el cuerpo humano para poder así vencer a la Covid-19. “Meter luz solar dentro del cuerpo” para que venza al coronavirus. “Por tanto, supongamos que exponemos al cuerpo a una tremenda cantidad de luz, ya sea ultravioleta o solo luz muy potente”. Trump realizó esta sugerencia después de que Bill Bryan, director de la División de Tecnología y Ciencia del Departamento de Seguridad Nacional, realizara una exposición sobre las medidas para evitar la propagación del coronavirus, en la que señaló que el virus “muere rápido” cuando está expuesto a la luz solar. Tras su comparecencia, los expertos científicos y sanitarios criticaron sus afirmaciones por considerar que son un mensaje irresponsable e “inadecuado” en términos sanitarios. “Esta noción de inyectar o ingerir cualquier tipo de producto de limpieza en el cuerpo es irresponsable y es peligrosa” aseguró el neumólogo Vin Gupta, en declaraciones a NBC News. “Es un método habitual para las personas que quieren matarse”, ha remachado.
Walter Shaub, ex director de la Oficina de Ética del Gobierno, sentenció: “Es incomprensible que un imbécil como éste tenga el cargo más importante del Planeta y que existan personas lo suficientemente estúpidas como para pensar que es lo correcto. No puedo creer que en 2020 tenga que advertir a cualquiera que escuche al presidente que inyectar desinfectante podría matarlo”. De hecho, dos días después de las declaraciones de Trump, más de 100 estadounidenses han tenido que ser ingresados tras ingerir detergente o lejía por las indicaciones dadas por el presidente estadounidense quien ahora dice que “hablaba sarcásticamente”.
El humor en la prensa de esta semana:
Los vídeos de esta semana: El Roto, Peridis, Eneko, B. Vergara, Pat, Manel F. Ortifus, Enrique, Desulé, Javi Salado, Fernando Villalobos, Tomy, Javirroyo…Predicción fácil.
Pep Roig, desde Mallorca: Niños y niñas, en libertad vigilada, Hambre de gloria, Con una mano… y, con la otra…. Recurso, Fuenteovejuna, señor, Que se hunda, Políticamente, conveniente…
Los vídeos de esta semana:
Teresa Sarroche comparte comparte sus libros con los vecinos.