Con la crisis, enséñele qué es un presupuesto

Por Stornel
Podemos decir que, en general, hasta hace unos pocos años nuestros hijos han vivido en la 9ª potencia económica mundial. Éramos un país de ricos. Sorprendentemente, y paradójicamente, una reciente investigación ha demostrado que los niños de hogares ricos y opulentos tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar serios problemas emocionales debido precisamente a su situación privilegiada. Es decir, los adolescentes, de países ricos, con familias bien educadas son menos felices, tienen menos confianza en sí mismos, y con mucha más tendencia a la depresión e intentos de suicidio que sus homólogos pobres.
Este hallazgo confirma que el dinero no da la felicidad -luego matizo ésta frase- y mucho menos en niños, aunque podría parecer lo contrario. Si los niños tienen fácilmente lo que quieren ¿no deberían ser felices, estar satisfechos y contentos, bien adaptados, y con una alta autoestima? Pues no, los hijos de familias pudientes están experimentando niveles desproporcionadamente elevados de problemas emocionales:
  • Entre el 30 - 40% de los 12 - a 18 años de edad tienen síntomas psicológicos preocupantes
  • Entre el 10 - 15% de los que sufren de depresión finalmente se suicidan o lo intentan
  • El 22% de las chicas tienen una depresión mayor (tres veces el promedio nacional) especialmente si van a escuelas privadas
El dinero y los gastos en los objetos materiales para los hijos eran frecuentes hasta hace muy poco en cualquier estrato social ( mp3, móvil, messenger, facebook, etc) muchas veces convertidos en motivadores para cambiar el comportamiento de sus hijos o mejorar el rendimiento escolar. Esta "política de privilegios" es desastrosa. De hecho, cuando un padre se compromete a comprar algo que el niño quiere "si te portas bien", o "si estudias," realmente significa que el padre está frustrado, sin recursos, agotado o frustrado y como una tabla salvavidas "tira" de la tarjeta de crédito para convencer a su hijo. Resultado, de un mal comportamiento se pueden derivar ventajas secundarias y la falsa sensación de seguridad y control sobre sus vidas. Una nueva compra crea una sensación momentánea agradable, pero no es suficiente; la emoción y la motivación de la compra se desvanecen pronto por lo que para seguir manteniendo "el interés" hay que comprar otra cosa. Y así el ciclo consumista continúa sin parar.
Muchos padres se confunden y piensan: "¿De qué sirve trabajar para tener el dinero si no se utiliza para dar placer y deleite, especialmente para los hijos?". Otros creen que no son capaces -y les avergüenza- de no poder dar lo "que deberían" a sus hijos. Ambos motivos llevan a lo que a mí me asombra en la consulta, porque oigo mucho esta frase imperativa. "Mamá, cómprame algo" -no importa qué. El "pedigüeño" se convierte en un ser frustrado, de carácter difícil, hosco, mimado e insoportable. En resumen, la tarjeta de crédito en vez de un solucionador se convierte en un creador de problemas.
Algunos personajes famosos fabulosamente ricos -Warren Buffet o Sir Paul McCartney-tienen la cabeza bien amueblada y a sus hijos les han proporcionado estudios para fueran económicamente independientes y autosuficientes. Aunque tenían la ventaja de la celebridad de su padre cada uno de ellos ha conseguido éxito por derecho propio por su talento, desarrollo de habilidades y trabajo duro.
¿Cómo frenar la avalancha de "peticiones de compra" en casa? La forma más sencilla de hacerlo es mediante el uso de una palabra: el presupuesto. Cuando se es coherente hay que explicarle al niño lo que es un presupuesto y enseñarle lo que es la planificación y el ahorro: "No tenemos presupuesto para el nuevo juguete que te gustaría, así que tenemos que hablar y pensar cómo lo haremos más adelante." Este tipo de planteamientos ayuda a los niños de todas las edades a enfrentarse a la decepción, a aprender a esperar y disminuye las posibilidades de que sean unos "gilipollas" mandones.
Referente a la frase inicial, cuando uno ya está asentado y con la espalda cargada de experiencias, hay comentarios inigualables: "El dinero no da la felicidad pero te quita los nervios", el dinero no da la felicidad pero... mucho ya es otra cosa". Finalmente, Bill Gates comentó: "Es mucho más enriquecedor donar el dinero que ganarlo..." -eres un crack, Bill.