Thriller ligero, de lectura rápida, ideal para viajes. Me intrigó el nombre de la novela porque la trama no hace acotación al hecho de cerrar los ojos. Más bien se refiere a su obsesión por el paracaidismo del protagonista, quien al final de la intriga, se lanza en su primer salto, y no ve mejor manera de hacerlo que con los ojos cerrados.
Guido Guerrieri es un abogado muy especial. Después de años de defender a personajes impresentables y de tocar fondo en todos los aspectos de su vida, Guerrieri, quizá en busca de alguna modesta redención, empieza a trabajar en casos de esos que no aportan dinero ni gloria sino tan sólo nuevos enemigos.
En Testigo involuntario (su anterior novela) era un inmigrante senegalés acusado del brutal asesinato de un niño. En Con los ojos cerrados, Guerrieri se topa con el caso de una mujer golpeada que ha tenido el valor de denunciar el acoso de su ex pareja.
Hasta ahora, ningún abogado quiere representarla por temor a los poderosos personajes implicados. Pero cuando un inspector de policía se presenta en su despacho para pedirle ayuda, y lo hace acompañado de Sor Claudia, una monja que, más que religiosa, parece una mujer policía, Guido Guerrieri se da cuenta de que éste puede ser el caso más interesante, y más difícil, de toda su carrera.
Testigo Involuntario, el primer caso del abogado Guerrieri, fue llamado “uno de los mejores thrillers legales publicados en Italia” e inició un nuevo capítulo en la literatura policíaca italiana. Con los ojos cerrados va un paso más allá y nos revela a su autor, el juez antimafia Gianrico Carofiglio, como una de las voces más atractivas del género negro europeo.