Si por algo me ha llamado la atención esta película, que viene con muy buenas críticas, es porque en ella se parodia el estilo de vida de la sociedad en que vivimos habitualmente.
Un ‘vivero’ (en latín ‘vivarium’) es un espacio acotado (caja, acuario, huerto, reserva…) donde en condiciones que se suponen ideales se produce la vida de unos seres vivos. En este vivero fílmico una pareja es ubicada en una casa ideal dentro de una urbanización ideal donde todas las casas son idénticas; allí se les provee de todo aquello que se considera preciso para llevar una vida satisfactoria, incluido naturalmente un bebé al que deberán criar. Pero esta vida ideal resulta que no lo es tanto porque… [será preciso ver el film completo para saberlo].
Durante el confinamiento nos estamos reduciendo a lo esencial, estamos prescindiendo obligadamente, es cierto, de un montón de elementos superfluos que en nuestra anterior existencia ideal nos decían y nos decíamos que nos eran imprescindibles: coche o coches, segunda vivienda en la playa o en la montaña, viajes por el mundo porque es fundamental conocer (sí, toda esa vaina de que quien no viaja sólo ha leído la primera página de un libro), vestuario abundante y cambiante de temporada en temporada, animales domésticos porque dan menos trabajo que los hijos propios y que cuando vuelves a casa siempre te reciben contentos y jamás jamás cuestionan nada de lo que haces…
Aparte de los beneficiosos efectos sobre nuestro sistema sanitario, a nivel particular esta cuarentena está teniendo sobre los recluidos otros efectos insospechados. No es menor el de que nos estamos mirando más a los ojos unos a otros y nos estamos reconociendo como si fuera la primera vez que nos viéramos. Nos estamos dando cuenta de que la vida anterior, -pletórica y llena de oportunidades, rezaban los eslóganes-, era un poco bluff. Y aunque ahora las comunicaciones cibernéticas hacen que estar aislados no sea tan terrible como antes, aún así de vez en vez al cruzarnos por el pasillo en nuestra caminata diaria nos vamos enamorando más de quienes nos rodean que en definitiva llevaban allí mucho tiempo, pero en los que no habíamos reparado ni observado tan detenidamente con los ojos del alma.