Paco Sánchez ha sabido decir con sus palabras sencillas lo que -supongo- nos pasa a muchos, que no es otra cosa que sentirnos "bloqueados" y sin ganas de intervenir, glosar o injuriar, ante esa cháchara nacional político-periodística de pros y contras casi maniqueos respecto de palabras que no sabemos qué implican, de una situación presente que no terminamos de entender ni asumir, de un pasado que no sabemos hasta donde llega, de un futuro inmediato e incierto que Dios sabe lo que durará. Puro bloqueo...
Por esto recomiendo leer el párrafo de Paco en la Voz de Galicia "Bloqueo":
Resulta difícil hablar sin sumarse a la cháchara habitual de este país, esa que rige nuestros destinos y se manifiesta en las intervenciones de los políticos y en su glosa periodística. La misma cháchara que impide comprender, quizá porque ellos mismos, políticos y periodistas, no comprenden y, al explicarse sin comprender, lo embarullan todo más hasta dejarnos perplejos y embotados. Estábamos tan acostumbrados a esto, que la referencia a «Europa» o a «los países avanzados» -eufemismo que suma a Estados Unidos- se había convertido en una muletilla tertuliana para salir del charco de la cháchara insustancial. Hasta que caímos en la cuenta de que «Europa» y «los países avanzados» ni tienen políticos mejores ni un periodismo más riguroso. Europa, con nosotros a la cabeza, procedió a suicidarse primero culturalmente, luego demográficamente y ahora, económicamente, de modo que como alguien decía ayer, «los jóvenes del 68 pasaremos a la historia como la generación que ha arruinado a España». Y a Europa, añadiría. Quizá, al mundo. Por eso, ahora que se pide mayor transparencia en el ejercicio de la comunicación política y que se nos expliquen mejor las cosas, casi me atrevería a pedir más bien silencio. Necesitamos callar y pensar, porque hablando se piensa mal. Y a lo mejor descubrimos una salida a este bloqueo monumental que no es solo, ni siquiera principalmente, económico. Resintonizando el televisor descubrí no sé cuántos canales de astrología. Parecemos una humanidad primitiva, obtusa, que recurre a los adivinos, como si nos estuvieran invadiendo sin la Wehrmacht, a base de emburrecernos. Pero debe de quedar un resto de racionalidad en alguna parte y deberíamos callar para encontrarla.