En un país gobernado con un secretismo al estilo soviético, nadie está seguro de lo enfermo que está Buteflika. Pero pese a un boletín oficial la semana pasada que aseguraba que se recuperaba de un ictus menor, la mayoría cree que el mandatario de 76 años está gravemente enfermo.La revista francesa Le Point citó fuentes médicas que aseguraban que algunos de sus órganos vitales estaban gravemente afectados. El director del diario argelino Hichem Abud dijo que, según sus fuentes, Buteflika - que sobrevivió a un cáncer en 2005 - estaba en coma profundo.Responsables franceses y argelinos declinaron hacer comentarios, pero los medios locales han sugerido que el país está preparándose para una nueva era.La pérdida de Buteflika privaría a Argelia de uno de los integrantes de la vieja guardia, que gobernó el país desde la independencia en 1962 a la guerra civil contra los islamistas en los años 90 y al periodo de estabilidad basado en sus vastos recursos de gas y petróleo.También llevaría a un accidentado traspaso de poder antes de las elecciones presidenciales previstas en abril de 2014 en un momento en que los vecinos de Argelia - entre ellos Mali, Túnez y Libia - afrontan un repunte integrista en la región.Argelia experimentó esa insurgencia en enero, cuando unos hombres armados de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQIM) atacaron una planta de gas en el sur, matando a 38 personas, algunos de ellos rehenes occidentales.Pero la muerte de Buteflika no sumiría el país más grande de África en la crisis.Un aparato estatal paternalista que incluye un 'establishment' de inteligencia militar está encargado de gestionar la transición en un país cuya población está demasiado marcada por los 90 como para arriesgarse a un nuevo conflicto. Argelia también tiene 200.000 millones de dólares en divisas para comprar a manifestantes si es necesario."Argelia no se basa en individuos; se basa en instituciones", dijo un experto de seguridad argelino. "Argelia será estable, incluso sin Buteflika".SIN DISTURBIOSEn la capital, Argel, una ciudad mediterránea cuyos elegantes pisos de estilo francés con la fachada pintada de blanco y las persianas de azul parecen congelados en el tiempo, hay pocos indicios de disturbios pese al desasosiego respecto al presidente.Nadie está seguro ni siquiera de dónde está Buteflika: algunos dicen que sigue en el hospital militar Val-de-Grace de Francia; otros, que se ha marchado a Suiza. Abud, el director del periódico, dijo que ya había vuelto a Argelia."No creo que vaya a haber inestabilidad. No hay actores que pudieran provocar inestabilidad", dijo. "Y los argelinos también están cansados tras 10 años de terrorismo (en los años 1990)", añadió.Los médicos y profesores están de huelga para demandar mejores condiciones salariales y mejoras en la sanidad y educación estatales. No obstante, sus demandas no pretenden acabar con el sistema, sino una mejor gestión que la que lleva a cabo la actual gerontocracia.Y en Argelia, las fuerzas de seguridad han aprendido las lecciones de las manifestaciones de la "primavera árabe" que derrocaron a dictadores en Túnez, Egipto y Libia: nunca antagonizar con el pueblo.Según analistas, el Estado ha aprendido del fracaso de conseguir el apoyo de la población cuando en 1992 canceló unas elecciones que los islamistas se disponían a ganar, desatando la guerra civil que se cobró la vida de 200.000 personas. "Tienes que ganar la confianza de la población", dijo Anis Rahmani, propietario de la cadena de televisión Enahar. "Todo el mundo teme al pueblo".PREPARANDO EL TERRENOLos líderes argelinos siempre han llevado sus asuntos en secreto, un legado de su temor a una traición durante la guerra de la independencia (1954-1962).Pero en lo que pareció ser un esfuerzo por preparar el terreno para un traspaso de poder, El Jabar, un diario en árabe, publicó una foto en portada de Buteflika el sábado junto a un titular sobre el artículo 88 de la Constitución, apenas mencionado, según el cual el líder del Senado asumiría temporalmente el cargo en caso de muerte o incapacidad del presidente.
Con su presidente enfermo, Argelia se prepara para el fin de una era
Publicado el 20 mayo 2013 por MagrebiesEn un país gobernado con un secretismo al estilo soviético, nadie está seguro de lo enfermo que está Buteflika. Pero pese a un boletín oficial la semana pasada que aseguraba que se recuperaba de un ictus menor, la mayoría cree que el mandatario de 76 años está gravemente enfermo.La revista francesa Le Point citó fuentes médicas que aseguraban que algunos de sus órganos vitales estaban gravemente afectados. El director del diario argelino Hichem Abud dijo que, según sus fuentes, Buteflika - que sobrevivió a un cáncer en 2005 - estaba en coma profundo.Responsables franceses y argelinos declinaron hacer comentarios, pero los medios locales han sugerido que el país está preparándose para una nueva era.La pérdida de Buteflika privaría a Argelia de uno de los integrantes de la vieja guardia, que gobernó el país desde la independencia en 1962 a la guerra civil contra los islamistas en los años 90 y al periodo de estabilidad basado en sus vastos recursos de gas y petróleo.También llevaría a un accidentado traspaso de poder antes de las elecciones presidenciales previstas en abril de 2014 en un momento en que los vecinos de Argelia - entre ellos Mali, Túnez y Libia - afrontan un repunte integrista en la región.Argelia experimentó esa insurgencia en enero, cuando unos hombres armados de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQIM) atacaron una planta de gas en el sur, matando a 38 personas, algunos de ellos rehenes occidentales.Pero la muerte de Buteflika no sumiría el país más grande de África en la crisis.Un aparato estatal paternalista que incluye un 'establishment' de inteligencia militar está encargado de gestionar la transición en un país cuya población está demasiado marcada por los 90 como para arriesgarse a un nuevo conflicto. Argelia también tiene 200.000 millones de dólares en divisas para comprar a manifestantes si es necesario."Argelia no se basa en individuos; se basa en instituciones", dijo un experto de seguridad argelino. "Argelia será estable, incluso sin Buteflika".SIN DISTURBIOSEn la capital, Argel, una ciudad mediterránea cuyos elegantes pisos de estilo francés con la fachada pintada de blanco y las persianas de azul parecen congelados en el tiempo, hay pocos indicios de disturbios pese al desasosiego respecto al presidente.Nadie está seguro ni siquiera de dónde está Buteflika: algunos dicen que sigue en el hospital militar Val-de-Grace de Francia; otros, que se ha marchado a Suiza. Abud, el director del periódico, dijo que ya había vuelto a Argelia."No creo que vaya a haber inestabilidad. No hay actores que pudieran provocar inestabilidad", dijo. "Y los argelinos también están cansados tras 10 años de terrorismo (en los años 1990)", añadió.Los médicos y profesores están de huelga para demandar mejores condiciones salariales y mejoras en la sanidad y educación estatales. No obstante, sus demandas no pretenden acabar con el sistema, sino una mejor gestión que la que lleva a cabo la actual gerontocracia.Y en Argelia, las fuerzas de seguridad han aprendido las lecciones de las manifestaciones de la "primavera árabe" que derrocaron a dictadores en Túnez, Egipto y Libia: nunca antagonizar con el pueblo.Según analistas, el Estado ha aprendido del fracaso de conseguir el apoyo de la población cuando en 1992 canceló unas elecciones que los islamistas se disponían a ganar, desatando la guerra civil que se cobró la vida de 200.000 personas. "Tienes que ganar la confianza de la población", dijo Anis Rahmani, propietario de la cadena de televisión Enahar. "Todo el mundo teme al pueblo".PREPARANDO EL TERRENOLos líderes argelinos siempre han llevado sus asuntos en secreto, un legado de su temor a una traición durante la guerra de la independencia (1954-1962).Pero en lo que pareció ser un esfuerzo por preparar el terreno para un traspaso de poder, El Jabar, un diario en árabe, publicó una foto en portada de Buteflika el sábado junto a un titular sobre el artículo 88 de la Constitución, apenas mencionado, según el cual el líder del Senado asumiría temporalmente el cargo en caso de muerte o incapacidad del presidente.