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Con The Duke of Burgundy, Peter Strickland seduce en Toronto

Publicado el 10 septiembre 2014 por María Bertoni

Con The Duke of Burgundy, Peter Strickland seduce en TorontoLos críticos de The Guardian y The Telegraph le negaron una de las cinco estrellas con las que ambos diarios distinguen al cine irreprochable. Sin embargo, Jordan Hoffman y Robbie Collin expresaron tanto entusiasmo por la nueva película de Peter Strickland como los menos quisquillosos Leslie Felperin en The Hollywood Reporter y Allan Hunter en Screendaily. Al margen del alarde de exigencia profesional que sugiere ese 4/5, lo cierto es que la prensa anglosajona confirmó el talento del realizador británico que algunos espectadores descubrimos gracias a Berberian Sound Studio, y que con suerte seguiremos conociendo, ahora a partir de The Duke of Burgundy, recién presentada en el Festival Internacional de Cine de Toronto.

Las cuatro reseñas adelantan que el flamante film cuenta la crisis de pareja que afecta a Evelyn y Cynthia desde el momento en que una de ellas exige intensificar los juegos sadomasoquistas que practican de común acuerdo. La crónica está ambientada en un tiempo y un espacio indefinidos, pero que recuerdan a la Europa del Este de los años setenta (por lo pronto, el largometraje fue filmado en Hungría).

Según adelanta Hoffman en The Guardian, Strickland montó y “ajustó un extraño mundo de fantasía dentro de un peculiar corset que él mismo diseño”. El periodista precisa que “ésta es una película sin hombres, automóviles, ni vacaciones; la única actividad gira en torno a la asistencia a -o al dictado de- clases de lepidopterología”. Asimismo revela entre la sorpresa, admiración y cierta desilusión que este “fogoso cuento sexual” tampoco muestra desnudos.

Hoffman pronostica que The Duke of Burgundy “tendrá sus detractores”. Pero enseguida advierte que “ésta no es una película sucia“, sino una “obra de arte que aborda sin prejuicios aspectos no convencionales de la sexualidad humana”.

En el artículo que redactó para The Telegraph, Collin compara al autor de Berberian… con unos cuantos cineastas. La asociación más osada es con Ingmar Bergman, concretamente con Persona: así como aquella película se ambientaba “en la remota isla sueca de Fårö”, ésta transcurre en un “pintoresco pueblo rodeado por un bosque cubierto de musgo”.  

Para Collin, The Duke of Burgundy es tan “provocadora” y “escurridiza” que el espectador deseará verla una segunda vez. “Sospecho que me gustaría todavía más”, confiesa sin reparar en la quinta estrella que falta en su nota.

“Visualmente deslumbrante, emocionalmente inteligente y retorcida como un espiral” adjetivó Felperin para The Hollywood Reporter. Entre Berberian Sound Studio y este trabajo reciente, Leslie traza una línea recta tan “perfecta” como “deliciosa” y señala la nueva apuesta a una banda sonora en tanto recurso narrativo “muy importante”.

¿El resultado? Otra película de culto. Aunque le reprocha un defecto (la convivencia de distintos finales), la joven crítica escribió el lunes pasado en Twitter que, de lo que vio en el Festival de Toronto, éste es el largometraje que más le gustó.

Con The Duke of Burgundy, Peter Strickland seduce en Toronto
En Screendaily, Hunter sostuvo que, con The Duke of Burgundy, “Strickland confirmó su creciente reputación como campeón de los géneros sin reputación”. En esta ocasión -argumenta el crítico- el director “deconstruyó con meticulosidad el soft porn europeo para explorar de manera ingeniosa la idiosincrasia de una relación lesbiana sadomasoquista cada vez más cuestionada por la brecha que se ensancha entre la fantasía del rol playing y la banalidad de una realidad mucho más agotadora”.

Así como Collin cita el antecedente de Persona, Hunter menciona a Las criadas de Jean Genet. También observa cierta influencia de Peter Greenaway.


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