Concepción Arenal

Por Mayriel

Parece mentira que hasta ahora no haya hablado de ella… y eso que desde niña viví en una calle que recordaba su nombre… Hoy si quiero aprovechar para hacerlo porque mañana voy a la huelga , porque fue feminista de pro y porque mañana es el dia de la Mujer

Concepción Arenal , fue una funcionaria de prisiones licenciada en Derecho, periodista y escritora española encuadrada en el Realismo literario y pionera en el feminismo español. A lo largo de su vida y obra denunció la situación de las cárceles de hombres y mujeres, la miseria en las casas de salud o la mendicidad y la condición de la mujer en el siglo XIX, en la línea de las sufragistas femeninas decimonónicas, y las precursoras del feminismo.​

Su padre, Ángel Arenal Cuesta, fue un militar castigado en varias ocasiones por su ideología liberal, en contra del régimen absolutista del rey Fernando VII. Como consecuencia de sus estancias en prisión, cayó enfermo y murió en 1829, por lo que Concepción quedó huérfana de padre a los nueve años. En ese mismo año, se trasladó con su madre, María Concepción Ponte Mandiá Tenreiro y sus dos hermanas, Luisa y Antonia, a Cantabria, con su abuela paterna, donde recibió una estricta  formación religiosa.

Un año después, falleció su hermana Luisa. En 1834, con ayuda de su pariente Antonio Tenreiro, segundo conde de Vigo, se trasladaron a Madrid donde Concepción estudió en un colegio para niñas.

Desde joven había declarado su deseo de ser abogada. A los 21 años, para poder ingresar como oyente en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid tuvo que disfrazarse de hombre, se cortó el pelo, vistió levita, capa y sombrero de copa. Al descubrirse su verdadera identidad intervino el rector. Tras un examen satisfactorio fue autorizada a asistir a las clases lo que hará desde 1842 a 1845

El rito era el siguiente: acompañada por un familiar doña Concepción se presentaba en la puerta del claustro, donde era recogida por un bedel que la trasladaba a un cuarto en el que se mantenía sola hasta que el profesor de la materia que iba a impartirse la recogía para las clases. Sentada en un lugar diferente del de sus aparentes compañeros, seguía las explicaciones hasta que la clase concluía y de nuevo era recogida por el profesor, que la depositaba en dicho cuarto hasta la clase siguiente.

Amelia Valcárcel. Feminismo en un mundo global

Vestida también de hombre, Concepción, de ideas liberales y progresistas participó en tertulias políticas y literarias, y colaboró en el periódico La Iberia.

En 1848 se casó con el abogado y escritor Fernando García Carrasco, que murió nueve años después, en 1857, de tuberculosis.

Viuda y con dos hijos (Fernando, 1850 y Ramón, 1852), se trasladó de nuevo a Cantabria, donde conoció a un joven músico, Jesús de Monasterio, alumno de Santiago Masarnau Fernández, primer presidente de las Conferencias de San Vicente de Paúl, quien la invitó a fundar en 1859 el grupo femenino de las Conferencias de San Vicente de Paúl para ayuda de los pobres.

Para ellas, Concepción escribe en 1860, La beneficencia, la filantropía y la caridad, que dedicó a la Condesa de Espoz y Mina y que presentó al concurso convocado por la Academia de Ciencias Morales y Políticas, bajo el nombre de su hijo Fernando, que tenía entonces 10 años. Después de una serie de conflictos sobre la forma incorrecta de introducir su escrito en el concurso, se le concedió el premio y fue la primera mujer premiada por la Academia.

En 1863, se convirtió también en la primera mujer que recibió el título de visitadora de cárceles de mujeres, cargo que ostentó hasta 1865. Posteriormente publicó libros de poesía y ensayo, como Cartas a los delincuentes (1865), Oda a la esclavitud (1866) —que fue premiada por la Sociedad Abolicionista de Madrid—, El reo, el pueblo y el verdugo o La ejecución de la pena de muerte (1867).

En 1868, fue nombrada Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres y tres años después, en 1871, comenzó a colaborar con la revista La Voz de la Caridad, de Madrid, en la que escribió durante catorce años sobre las miserias del mundo que la rodeaba.

En 1872 fundó la Constructora Benéfica, una sociedad dedicada a la construcción de casas baratas para obreros. Posteriormente también colaboró organizando en España la Cruz Roja del Socorro, para los heridos de las guerras carlistas, al frente de un hospital de campaña para los heridos de guerra en Miranda de Ebro. En 1877, publicó Estudios Penitenciarios.

Concepción Arenal es una de las pioneras del feminismo en España. Su primera obra sobre los derechos de la mujer es La mujer del porvenir (1869) en la que critica las teorías que defendían la inferioridad de las mujeres basada en razones biológicas. Su posición es la defender el acceso de las mujeres a todos los niveles educativos aunque no en todos los oficios ya que considera que no están capacitadas para ejercer la autoridad. Tampoco es partidaria inicialmente de su participación política ante el riesgo de sufrir algún tipo de represalia y dejar abandonados hogar y familia aunque más tarde escribe:3

Es un error grave y de los más perjudiciales, inculcar a la mujer que su misión única es la de esposa y madre […]. Lo primero que necesita la mujer es afirmar su personalidad, independientemente de su estado, y persuadirse de que, soltera, casada o viuda, tiene derechos que cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie, un trabajo que realizar e idea de que es cosa seria, grave, la vida y que si se la toma como un juego, ella será indefectiblemente un juguete.

Concepción Arenal. “La educación de la Mujer”

Mantuvo estrechos lazos con los intelectuales krausistas. Era admiradora de la obra en pro de la educación de la mujer llevada a cabo por Fernando de Castro fue miembro de la Junta Directiva del Ateneo Artístico y Literario de Señoras y se mantuvo atenta a los progresos realizados por la Asociación para la Enseñanza de la Mujer; años después colaboraría en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza asiduamente con artículos sobre temas penales y feministas.

En octubre de 1891 en el ensayo sobre El trabajo de las mujeres denuncia la escasa preparación industrial de la mujer, resultado de la cual  es el poco salario con que se recompensa un gran esfuerzo y un gran empleo de tiempo; propone que se apliquen a las obreras los mismos medios de instrucción y rehabilitación que a los obreros, comenzando por suprimir los agraviantes gremios de oficios.

Resalta también el contraste entre mujeres agostadas en una apatía enervante y otras consumidas por un trabajo ímprobo; aduce que no es posible mantener el irracional choque entre el «mundo moderno» y la «mujer antigua», y que el único medio de regeneración social válido es «educar a la mujer, artística, científica e industrialmente»; y ello porque no puede haber orden económico ni equilibrio mientras la mitad del género humano tenga que depender de una herencia, el sustento proporcionado por la familia, la limosna o arriesgarse al hambre o al extravío.6

En su trabajo Estado actual de la mujer en España publicado por primera vez en España en 1895 ​ analiza la situación de las españolas en el terreno laboral, religioso, educativo, de opinión pública y moral; en todos los casos es desfavorable por culpa del egoísmo masculino: «Puede decirse que el hombre, cuando no ama a la mujer y la protege, la oprime. Trabajador, la arroja de los trabajos más lucrativos; pensador, no le permite el cultivo de la inteligencia; amante, puede burlarse de ella, y marido, abandonarla impunemente. La opinión es la verdadera causante de todas estas injusticias, porque hace la ley, o porque la infringe». Advierte leves avances, aunque muy lentos, y se resiste a hablar de emancipación social o política mientras la dependencia económica sea un hecho extendido y sujete a la mujer a todo tipo de esclavitudes.6

Los oficios que la mujer puede desempeñar serían: «relojera, tenedora de libros de comercio, pintora de loza, maestra, farmacéutica, abogada, médica de niños y mujeres y sacerdote. Nunca se debe dedicar a la política ni a la vida militar». Instrucción que la mujer debe procurar, pues dirá de los hombres que «tienen inclinaciones de sultán, reminiscencias de salvaje y pretensiones de sacerdote».

Las críticas que dirige al clero fueron: «En general es muy ignorante, no querer a la mujer instruida, es mejor auxiliar, mantenerla en la ignorancia».

Por lo que vemos nada ha cambiado

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