Cuando conocí el proyecto no dudé ni un momento en participar. Aunque ahora cualquier escritora es bienvenida, al principio se habló de que fueran mujeres un tanto olvidadas, poco conocidas y a las que mereciese la pena rescatar. Por eso me pensé mucho a quién elegir, y para ello solicité ayuda a mi hermana Rustis (que de esto sabe un rato), y ella me dio una lista de escritoras que podían encajar. Entre ellas me encontré con Concha Espina, que me llamó la atención aunque tan sólo conocía su nombre y poco más. El motivo que me llevó a decidirme por ella fue, podría decirse, sentimental: descubrí que su primera novela había sido La niña de Luzmela, y yo siempre recordaré con mucho cariño una película que vi cuando era casi una niña con ese título. Se me quedó grabada sobre todo su música, y aún ahora podría tararearla perfectamente. Todo esto significa que he elegido a Concha Espina casi a ciegas y que aún no he leído nada de ella, por lo que si vosotros tampoco lo habéis hecho vamos a descubrirla juntos, lo cual me parece muy emocionante.
Concha Espina nació en Santander en 1869 y murió en Madrid en 1955. Se puede decir que era una "niña bien", la séptima de una familia acomodada de diez hijos, y aunque en su casa no había un interés especial por los libros, ella comenzó muy pronto su actividad literaria (con trece años ya escribía poemas). En 1893 se casó con Ramón de la Serna y ambos se fueron a vivir a Chile, donde Concha entró en contacto con el movimiento modernista. Allí tuvieron dos hijos, pero el matrimonio no iba bien y tras regresar a España, Concha y Ramón se separaron. Concha se fue de Mazcuerras (Cantabria) a Madrid, y Ramón a México.
A pesar de sus firmes convicciones religiosas, Concha Espina siempre vivió su vida libremente. Se separó de su marido en una época en la que no se consideraba aceptable, y tras ello rechazó vestirse de negro (algo que debían hacer las mujeres separadas) eligiendo siempre colores claros, en lo que se puede considerar un acto de rebeldía. Además, quiso criar ella misma a sus hijos y no dejarlos en manos de niñeras como era lo común entre la clase alta, y viajó por todo el mundo dando conferencias. En su casa de Madrid celebraba todos los viernes un salón literario al que acudían numerosos intelectuales de la época, y estaba considerada como un referente cultural.
En cuanto a su obra, siempre estuvo muy apegada a la tradición; sus novelas son realistas y costumbristas, y con ellas ganó numerosos premios. Con La esfinge maragata en 1914, y Tierras del Aquilón en 1924, ganó el Premio de la Real Academia Española, y con Altar Mayor consiguió el Premio Nacional de Literatura en 1927. Fue además candidata al Premio Nobel durante tres años seguidos, en 1926, 1927 y 1928. A pesar de esta carrera, la Real Academia Española nunca la admitió entre sus miembros.
Dentro de su numerosa producción también destacan Simientes, El metal de los muertos o Singladuras. Aunque ahora ha caído prácticamente en el olvido, su obra era muy reconocida en su época. Como anécdota, os puedo decir que el pueblo cántabro en el que vivió mucho tiempo, Mazcuerras, llegó a cambiar su nombre por el de Luzmela, el nombre que Concha le había dado en su famosa novela La niña de Luzmela.
Seguro que ahora que la habéis conocido un poco más os preguntaréis por qué esta mujer es tan poco reconocida en la actualidad. Por lo menos es lo que a mí me ha pasado, y por eso estoy deseando empezar a leer alguna de sus novelas; creo que lo que me voy a encontrar va a merecer mucho la pena. Seguramente empezaré por La niña de Luzmela o tal vez por Altar mayor, debido a su ambientación en Asturias. ¿Os animáis a descubrir a Concha Espina conmigo?
Lo que hoy os recomiendo no podía ser otra cosa que el blog en el que se encuadra la iniciativa Adopta una autora, donde podréis conocer a otras muchas mujeres que, como Concha, merecen ser tenidas en cuenta y, sobre todo, leídas.