Cine negro ambientado en los primeros años de la Unión Soviética. Así se presenta este film de Alekey Kozlov que merecería más difusión en nuestro país. La ambientación es perfecta y nos ofrece una Leningrado (cuando todavía no se llamaba así) cuyos ciudadanos están asfixiados por un régimen que está en todas partes y que lo domina todo. El protagonista busca algo tan sencillo como la verdad judicial en un caso que le toca muy de cerca, pero el concepto de verdad ya se está disipando para convertirse en lo que al Estado le conviene que sea. No hay ninguna esperanza, el blanco y negro lo impregna todo y cualquier objeción (de conciencia) de carácter individual ha de ser aplastada sin piedad por el Estado. Gran parte de la verosimilitud que destila la película se fundamenta en que está basada en hechos reales: una de las pocas evasiones que tuvo lugar en una cárcel de la URSS. Una propuesta diferente que es capaz de ajustar cuentas con una Historia dolorosa.