Las circunstancias o la vida no sólo están determinadas por la voluntad propia del individuo, sino también por la de los demás.
Nuestra vida depende en cierta medida de la sociedad que invoca la seguridad de la supervivencia en base a las condicones materiales de la existencia social como acumulación de dinero y Capital, la seguridad es concebida como acumulación. En estas circunstancias se impone la competitividad como fuerza motriz del sistema, excluyendo a los más inadaptados e incompetentes.
La conciencia individual se ve superada por las condiciones materiales que impone la sociedad, de manera que si la vida determina la conciencia, aquella vulnera el principio fundamental y básico de libertad que surge de ésta. En última instancia, la tesitura de elegir entre conciencia o vida queda reducida a la supervivencia, por lo que se impone una forma de coexistencia social predeterminada antes bien por factores externos que internos en esencia, quedando la conciencia supeditada a la seguridad antes que a libertad.
La libertad del individuo o de su voluntad depende tanto de sus capacidades para poder sobrevivir de forma autónoma como también de la sociedad que acepta su trabajo como un bien que pueda servir a la comunidad. La sociedad determinará en última instancia si el trabajo de un individuo es beneficioso o perjudicial para ésta ya sea para "bien" o para "mal" dependiendo del modelo cultural, político y económico que adquiera el sistema social en el que vive el individuo.