El boca a boca va haciendo que más investigadores se interesen por compartir su historia en once preguntas. El siguiente es Enrique Martínez Campos, uno de los tantos que luchan por mantener a flote la investigación en España, a pesar de la tormenta. Aquí nos cuenta cómo lo hace:
1. ¿Qué formación tienes?
Soy Licenciado en Biología y Doctor en Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad Autónoma de Madrid. Realicé mi tesis doctoral en el Centro de Investigaciones Biológicas (CIB-CSIC) en el laboratorio de la Dra. Flora de Pablo, en el análisis de la regulación del desarrollo embrionario del corazón.
2. ¿Cuál es tu título de trabajo? ¿Dónde trabajas?
Trabajo como investigador postdoctoral en el Grupo de Ingeniería de Tejidos del Instituto de Estudios Biofuncionales (IEB-UCM), dirigido por el Dr. José Luis López Lacomba. Me centro en la biología celular y molecular, analizando biomateriales y sus posibles aplicaciones sanitarias. También colaboro con la empresa spin-off (derivada de la universidad) Noricum Implants, dedicada a investigación y desarrollo de productos sanitarios, como por ejemplo implantes.
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¿Es tu primer trabajo? ¿Has trabajado en otros sitios antes? ¿Eran parecidos?
¡En absoluto! Antes de comenzar mi tesis trabajé como profesor particular, camarero, dibujante de caricaturas, repartidor de Páginas Amarillas y en una atracción de feria; la Mansión del Terror. La verdad es que la vida en un laboratorio es muy diferente a cualquier otro trabajo que he conocido.
4. Cuéntanos cómo es un día “normal” en tu trabajo.
He de confesar que últimamente los días “normales” suelen ser la excepción en lugar de la regla. La situación en la que se encuentra la investigación científica nos fuerza a convertirnos en trabajadores multitarea. Es necesario compatibilizar nuestros experimentos con otras labores, como la gestión administrativa, las reuniones con otros grupos, la escritura de artículos y proyectos, la tutela de alumnos y doctorandos o las clases en la Universidad.
5. ¿Cuál es tu parte favorita del día? ¿Y la que menos te gusta?
Uno de los momentos que más disfruto es el ritual del café de la mañana, el acto social por excelencia de todo centro de trabajo de nuestro país. Y si hay un pequeño debate científico y/o político, mucho mejor.
Creo que el momento que menos me gusta es la vuelta a mi casa a última hora de la tarde, ya que suele implicar una hora de viaje en un vagón de metro lleno de gente triste y cansada.
6. ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Por supuesto, la emoción que se genera ante un experimento con un éxito inesperado. Comprobar en tu propia piel que la elaboración de hipótesis y el trabajo experimental permiten el avance científico. Compartir con tus compañeros el hallazgo, razonar las críticas e integrarlas en tu discurso. Puede que esa noche te cueste conciliar el sueño, pero merece la pena.
7. ¿Y lo que menos?
Sinceramente, odio la burocracia, los plazos y las aplicaciones telemáticas del Ministerio. La sensación de estar siempre al borde del precipicio administrativo, donde un descuido o un fallo informático pueden ser letales.
8. Si tuvieras un trabajo diferente, ¿cuál sería?
Intento compaginar mi labor investigadora con otras aficiones, como el arte digital (ilustración en 2D y fotografía científica), la divulgación y la implicación en movimientos sociales. Supongo que sería feliz trabajando en cualquiera de esos temas, aunque hoy por hoy lo veo bastante difícil.
9. Rebobinemos hasta cuando tenías 16 años, ¿te imaginabas trabajando en algo así?
La verdad es que sí. No tenía muy claro si como químico, médico o biólogo, pero me imaginaba con bata y microscopios.
10. ¿Cuál era el trabajo de tus sueños cuando eras un niño? ¿Por qué?
Quería ser dibujante de cómics, tanto de superhéroes como de terror. Me fascinaban las historias, las ilustraciones, los personajes… La creatividad del noveno arte aún me inspira y me sirve como válvula de escape.
11. ¿Qué crees que estarás haciendo dentro de 10 años?
Me gustaría verme como jefe de un laboratorio o profesor de universidad, aunque creo que todavía deben cambiar unas cuantas cosas para conseguirlo… No sólo por mi parte, sino también por parte del mundo que nos rodea.
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