No fue mala decisión que a continuación fuese el turno de “Here comes the night time”, con sus bases tribales sazonada de poderosos cambios de ritmo. Sin embargo la cuarta canción nos ofrecía nuevamente un peso pesado, su ya clásica “No cars go”. Profusamente coreada y rotundamente interpretada, fue capaz de transmitir el imparable entusiasmo que desprende. Como vemos las primeras canciones corresponde cada una a un disco, casi como si fuese un muestreo de su repertorio (salvo “The Suburbs”). “Electric Blue”, volviendo a su último disco, cumplió sobradamente con su ritmo canalla y las agudas inflexiones vocales de Régine, siendo éste uno de los momentos más claros para su lucimiento.
Si todo el concierto tuvo un ambiente festivo, cercano al espíritu y a la cultura de baile, las siguientes canciones en particular reforzaron este aspecto. “Reflektor” desplegó todo su potencial electrónico e intensificó la percusión, aunque (o al menos así lo percibí yo) lo que ganó en esencia bailable, lo perdió en el punto de misterio hipnótico que tiene. Como si estuviera escuchando una remezcla. Aunque quizá hubiera preferido algo más cercano al original, ello no es inconveniente para que también la disfrutase de esa manera. Digamos que es una pequeña salvedad.