Hay conciertos que merecerían la pena grabarse para poder compartir la grandeza del momento, aunque siempre sea irrepetible. La calidad escuchada esta tarde es un digno colofón para estas jornadas que el recordado Iberni hubiera disfrutado a lo grande, y no se puede pedir más de lo que se nos ofreció.
Y esta vez sí hubo propina, otra exquisitez con Mozart y la Obertura de "La Clemenza di Tito" donde se sumó una segunda flauta para dejarnos "El Clasicismo en cinco minutos".
Lo dicho, un concierto de disco.