Volvía a su casa la pianista mierense (a la que "nacieron en Oviedo") para regalarnos a los presentes un programa que no puedo menos que calificarlo de "maratoniano" no ya por la extensión sino por la dureza de las obras elegidas, abarcando varias formas musicales en el tiempo, desde el "barroco bachiano" hasta el "mediterraneísmo catalán", consiguiendo aunar la parte pedagógica de esta profesora ante el alumnado, con una auténtica lección interpretativa de lo que suponen dichas formas musicales a lo largo del tiempo, consiguiendo entusiasmar a un público que hubiese sido más numeroso si los gestores culturales municipales de nuevo no organizasen otro concierto el mismo día y a la misma hora, al que evidentemente no asistí, si bien me consta que en principio no era esta fecha, y además el coro "no tiene la culpa".
Pero no quiere irme por los cerros de úbeda y prefiero centrarme en el excelente concierto de nuestra pianista local más querida, siempre agradecida con sus paisanos y amigos, que trajo un programa que iré comentando brevemente.La primera parte comenzaba con el Preludio y Fuga nº 6 en Re m., BWV 875, del II Volumen de "El clave bien temperado" de J. S. Bach. Cual "padrenuestro" de todo pianista, arrancó con la valentía y frescura del preludio para dejarnos a continuación el poso de la fuga perfectamente trazada en sus voces.
Prosiguió con la Sonata nº 30, Op. 109 en MI M. de Beethoven, obra madura donde el genio de Bonn trata la forma sonata con lenguaje propio y romántico con todo lo que supone de novedosa escritura y tiempos: un Vivace inicial seguido del Prestissimo para concluir con ese Gesangvoll, miti innigster Empfindung, el Andante molto cantabile ed espressivo, realmente ajustados todos a los títulos y tempi, con la fuerza exigida en cada momento y el lirismo necesario incluso en la desnudez de las notas solas que tienen tanta vida como las escondidas en la "maraña tejida" en toda la sonata.