Concierto de Rosendo – Una vida de Rock. Plaza de Toros de las Ventas. Madrid, 27-IX-2014

Publicado el 29 septiembre 2014 por Raúl Rn


Este pasado sábado el Opus Dei estaba de fiesta, uno de sus más destacados miembros -Álvaro del Portillo- era beatificado; el acto se celebró al aire libre, desafiando las amenazas de lluvia que se cernían sobre Madrid. Milagrosamente, no podía ser de otra manera, no llovió durante el evento, lo hizo justo inmediatamente después. ¡Claro!, pensé, aquí ha habido negociación en la alta cumbre y nos van a mandar toda la lluvia a los rockeros para que aprendamos lo que es la Divina Providencia. Tampoco fue así, no cayó ni una gota hasta el momento en que salíamos de la plaza de toros, que descargó con ganas. No es de extrañar, lo de Rosendo también era, al menos en el corazón de todos los rockeros de bien, su beatificación tras toda una vida dedicada a la música.
Minutos antes del concierto nos tomamos una cerveza y nos pusimos a la cola; tras una espera más larga de lo que cabría esperar, entramos y nos quedamos boquiabiertos; la plaza estaba prácticamente llena y tuvimos que negociar duramente con la gente que ya estaba sentada para que nos hicieran un hueco. Minutos después ya no cabía ni un alfiler (algunas crónicas hablan de diecisiete mil personas). Abrió el concierto Rodrigo Mercado, hijo de Rosendo, que nos ofreció su repertorio, aún escaso, a base de ritmos pop con abundantes incrustaciones de rap y reggae (a mi no me consiguió enganchar).
Hacia las diez y cuarto apareció Rosendo con su banda habitual, es decir, una puesta en escena bien modesta: guitarra, bajo y batería, toda una declaración de intenciones de lo que iba a ser el concierto, un rock austero, sin florituras y con canciones no muy largas (unas treinta en algo más de dos horas y cuarto de actuación). Como decían algunos asistentes al concierto, a sus sesenta años Rosendo está hecho un chaval; a mi entender tocó la guitarra mejor que nunca, los habituales solos marca de la casa fueron ejecutados con maestría, soltura y energía, para mi gusto de lo mejor de la noche.
El concierto fue de menos a más, al principio con canciones como “A dónde va el finado”, “Listos para la reconversión”, “Hasta de perfil” o “Salud y buenos alimentos”. Ya con el auditorio entregado, apareció en escena Kutxi Romero, del grupo Marea, para cantar con Rosendo “Muela la muela”, tema de su último disco (“Vergüenza Torera”, 2013) y, poco después, su hijo Rodrigo que lo acompañó, junto con un cuarteto de cuerda, en el tema “A remar”, también de su último álbum. A partir de aquí el concierto se aceleró, comenzaron a aparecer sus canciones más emblemáticas (“Entre cejas”, “Flojos de pantalón”, “Agradecido”, “Sorprendente”, “Masculino Singular, “Loco por incordiar”, etc.), algunas de ellas con la colaboración del resto de sus invitados: Enrique Villareal “El Drogas”, Fito Cabrales, Miguel Ríos y Luz Casal, a quien me alegré mucho de ver, estaba muy guapa y con un aspecto formidable. El concierto acabó con “Maneras de Vivir”, con todos los invitados subidos al escenario; fue el momento álgido de la noche, para entonces ya nadie estaba sentado y sólo se escuchaba la música ya que, a pesar de los esfuerzos de los que estaban en el escenario, tan sólo se oía nuestro rugir al ritmo de la mítica canción de Leño. A propósito de esto, he de decir que lo peor de la noche vino del lado del sonido con, quizás, demasiados decibelios para bajo y batería y muchos menos para los micrófonos, sobre todo para los de los invitados a quienes, en la mayoría de las ocasiones, apenas se les escuchaba.
El otro aspecto negativo, reconozco que éste mucho más subjetivo, fue la poca presencia del primer disco de Leño, apenas esbozado en el tema acústico “Se acabó”, con el que Rosendo quiso homenajear a sus compañeros desaparecidos. Aún recuerdo mi vieja cinta grabada con este primer trabajo de Leño y cómo la escuchábamos en los parques o en la calle con una litrona en la mano (en aquella época no conocíamos el “botellón”, lo más parecido era el calimocho); por eso quiero terminar con ese himno de rock protesta que el sábado no pude escuchar: “Este Madrid”. Muchas gracias, Rosendo, por mantener vivo el Rock.


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