Hay conciertos para pasarlo bien, corear canciones, bailar... Y otros para disfrutar al cien por cien viendo cómo alguien puede sacar un sonido maravilloso e inimaginable con su instrumento. El concierto de Yes fue un ejercicio de virtuosismo, a la vez que un regalo absoluto para los que pudimos verles en directo. La Riviera abarrotada, algo poco frecuente en este tipo de conciertos, en los que los integrantes del grupo son más que veteranos y las formaciones originales han sufrido cambios a lo largo del tiempo. Eso sí, no había visto jamás un público tan entregado, tanto es así, que los propios músicos nos miraban con una mezcla de orgullo, felicidad y asombro ante las intensas ovaciones que nos arrancaban, especialmente al final del espectáculo, cuando toda la banda en el escenario saludó y despidió al público. A pesar de que los veteranos del grupo andan más allá de la sesentena, eso no afectó para nada a la actuación, más bien al contrario ¿cómo consiguen seguir en tan buena forma? El bajista Chris Squire, impresionante marcando el ritmo, el batería Alan White o el teclista Geoff Downes dieron lo mejor de sí mismos. Y aunque el cantante original de la banda Jon Anderson será siempre insustituible, el "joven" Benoit David de 45 años que le sustituye, consigue que por momentos consigamos olvidar que no estamos oyendo al cantante original del grupo, ya que el timbre de su voz es bastante parecido al de Anderson. Sin embargo, con el que creo que nos quedamos todos embobados, emocionados hasta las lágrimas, fue con el increíble guitarrista Steve Howe de 64 años. ¿Cómo lo hace? ¿Cómo puede conseguir que su guitarra nos hable, cante, transmita con tanta intensidad? Muy pocos guitarristas pueden conseguir lo que este hombre, y en ese sentido sé que he tenido la inmensa suerte de poder ver a uno de los grandes encima de un escenario. Uno de esos músicos que por desgracia ya no se estilan, de una época en la que los guitarristas insustituibles eran parte esencial de un grupo.
El momento más mágico de la noche fue cuando Steve Howe armado él solo con su guitarra y sin el acompañamiento del resto del grupo nos enseñó de lo que es capaz, atreviéndose con todo y demostrando que es un auténtico maestro de la fusión: rock, jazz, country, blues, flamenco... sus dedos se movían por la guitarra como si nada, como si hubiese nacido con la guitarra pegada a sus manos. Si acaso la única pega que le pondría al concierto es que las canciones del nuevo álbum no llegan ni a la mitad de la emotividad que alcanzaban sus temas clásicos, que no solo eran virtuosos sino llenos de ritmo, divertidos y trepidantes, con el último álbum la banda se ha quedado tan solo con el lado virtuoso, siendo una pena que ya no conserven ese "algo" que les hacía especiales y diferentes. A pesar de ello, un diez para esta banda y para la magnífica actuación que nos regalaron el viernes en La Riviera, que terminó de la mejor de las maneras posibles, con un apoteósico Roundabout final. Me siento muy feliz de haber podido ver algo así en directo, especialmente teniendo en cuenta que los grandes grupos del rock son cada vez más difíciles si no imposibles de ver en directo. Y especialmente quiero agradecerle a mi chico que me regalase la entrada para poder asistir al concierto, hubiese sido una gran pena que no hubiese podido disfrutarlo, y si ha sido posible ha sido gracias a él.