Con el tiempo justo para acceder y localizar nuestros asientos, llegué al Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid para no perdernos tampoco a la artista invitada, Suzie Stapleton. No sé si de alguna forma cerré el círculo con DM al verles en graderío, cosa que hice solamente (y de forma voluntaria aquel día) en 2001 en el Palacio Vistalegre. En 2006, 2009 y 2014 estuve en el pie de pista del mismo recinto de esta ocasión (en 2017, con solo una fecha programada, me fue imposible coger entrada).
A las 20.30h, 10 minutos más tarde de lo que se anunciaba en la web de la promotora del concierto, aparecía esta australiana, de fuerte contraste entre su propuesta musical y su actitud con respecto al público entre canción y canción. Suzie se mostró amable, cercana y simpática, incluso hablando en un aceptable español, entre tema y tema. Su estilo es contundente y algo sombrío. Con una formación de bajo, guitarra y batería (lejos de lo que supone el artista principal al que introducía), Suzie nos ofreció media hora de intensidad y un ejercicio de contundencia, teniendo en cuenta los pocos medios o apoyos que tenía sobre el escenario. Discreta, en el buen sentido de la acepción, y lejos de molestar, no supuso mal aperitivo para lo que vendría media hora después.
Empezó el grupo como pronosticamos los 3 amigos (Mariano González entre ellos) que nos juntamos para asistir a la cita, con el tema de apertura del disco, la oscura y quizás familiar lejana de “Clean”, “My cosmos is mine”. Para arrancar situaron también anexa el single “Wagging tongue”, otro de los temas del aceptable “Memento Mori”, que probablemente sea el trabajo que más haya gustado en general a los fans desde “Playing The Angel”. Fueron 4 los temas de este último disco, incluyendo también a la sesuda “Speak to me”, haciendo de rogar, bien avanzada la actuación el efectivo y emotivo primer single “Ghosts again”.
Cometí el error de ver hace casi un año ya el concierto que ofrecieron en un festival de Barcelona, pensando que a lo mejor en esta ocasión no pasarían por Madrid. Bien es cierto que desde entonces, el setlist algo ha cambiado, pero no radicalmente. No obstante, no recordaba bien ciertas cosas, pero sí las notas iniciales de la versión de “Everything counts” de esta gira; por ello, cuando arrancaron allá en la parte inicial del concierto, ya sabía lo que venía, que para mí es uno de los momentos más especiales de la noche. Nuevamente intenté que, coreando el final de la canción, se consiguiera algo como en el disco en directo “101”, pero no se hizo tan largo el singalong de la gente.
Lo que no recordaba es que “Just can’t get enough” estuviera en los bises, lo cual me agradó especialmente. El bis, con 4 temas, fue un acierto. Estuvieron presentes la efectiva “Personal Jesus”, con la que se puso el punto final a las 2 horas y cuarto de actuación (la más larga que les he visto, creo recordar que las 4 anteriores estuvieron en las 2 horas exactas o algún minuto menos), la épica mesiánica de “Never let me down again” (primera vez que pude ver el braceo de la gente desde lo alto del graderío, que no vean cómo impresiona; las 3 veces anteriores estaba cerquita del escenario abajo y no se palpaba más allá de tu entorno cercano) y la versión íntima de “Waiting for the night”, en perfecto dueto de David y Martin en el borde de la pasarela de extensión del escenario.
Además del ya comentado single bandera de “Construction Time Again”, mi momento particular favorito de la actuación fue ese combo “Black Celebration” que ya avanzado el show dispuso DM, con la canción título y su rutilante primer single, que de alguna forma, cambió o supuso el cambio en el estilo y dirección artístico-musical de la banda, “Stripped”. “Black celebration” no sonó en su versión más potente, pero nos sumergió en ese capítulo nocturno y oscuro tan arrebatador de la historia del grupo. “Stripped” brilló en medio de una iluminación rojiza, con sus sintetizadores tan ampulosos en perfecto estado de forma, y con un David Gahan muy atinado, dejando menos el micro a la audiencia y cantándose toda la parte final, como debe de ser. Simplemente con estas 2 canciones metidas seguidas en un listado de temas a interpretar, yo ya daría el notable a la actuación directamente; lo que pasa es que como hubo mucho más, la nota sube al sobresaliente, bordeando la matrícula de honor o mención honorífica.
Mucho mejor fue en ese tramo protagonizado por Martin que rescataran “Somebody”, el bonito 4º single de “Some Great Reward”, ese gran disco de su primera etapa que raramente es recordado en sus shows. Así que, que decidieran recuperar esta delicada y sentimental pieza, fue bajo mi punto de vista otro de los momentos destacables del show en lo que se refiere a lo no troncal o esperado de una actuación de Depeche Mode. Nuevamente Peter Gordeno estuvo soberbio en la parte instrumental. David Gahan, cuando retornó a escena, pidió un fuerte aplauso a la audiencia mencionando la angelical voz de su compañero.
Luego hay que hablar de los terceros o cuartos singles de los discos de relumbrón. En esta ocasión la quiniela incluyó a “Behind the wheel”, con proyección íntegra de su videoclip sobre la pantalla de fondo, la cual estaba presidida por una “M” gigante, “In your room” y “Policy of truth”. Me gustó mucho que recuperaran el tercer single de “Violator”, totalmente acertado y que sonó en su versión más catódica. Por cierto, mencionar que “Behind the wheel” estuvo dedicada a Andrew Fletcher, con momento al menos para mí muy emotivo con proyección de una fotografía de Andy en las pantallas. Descanse en paz.
Yendo al detalle de lo comentado al inicio de esta crónica, la crítica ha sido también unánime al loar a David Gahan. Reitero el repunte de estado de forma que le he notado respecto a 2 giras atrás. David bailó, se movió de lado a lado (no le pude sacar una sola foto buena), incluso giró con cierta velocidad con su palo de micro, cambió alguna vez de chaleco y aunque no terminó con torso desnudo, sí que se quitó la americana inicial (de hecho con “Walking in my shoes”, 3ª canción, ya no la llevaba) y tras el par de temas interpretados por Martin, ya regresó sin la camisa blanca y solamente con su chaleco en la parte superior. Vocalmente, impecable, salvo quizás en “Precious”, donde le noté algo errático, pero esto solamente por buscarle un momento de imperfección en una actuación memorable.
Martin Gore ofreció un perfil más bajo en su actuación. Incluso en su momento de protagonismo no cayó en el divismo, y logró emocionar desde la humildad y la buena ejecución. Bien a las guitarras, teclados y providencial en los coros y segundas voces que cuando tienen lugar adornan a la perfección la inmutable voz de David, que se mantiene en los mismos tonos y registros, imperecedera al paso del tiempo.
Eigner y Gordeno ya son de la familia y los 2 cumplen de sobra. Eigner da buen músculo con sus zurriagazos de batería y Peter supone un perfecto apoyo instrumental a Martin. Por cierto, hubo un momento en el que Eigner dejó las baquetas y se puso a los teclados también, cosa curiosa que no recuerdo de ningún otro concierto previo de los que he estado.
Veía este concierto como una forma de despedirme de una de mis bandas pódium en directo. Pero al menos por mi lado no va a quedar; hay que apuntar que alguna persona que conozco que fue al 2º concierto 2 días después, no notó tanta excelencia y entrega. Se ve que muchos fans que repitieron han afirmado que en este primer concierto fueron a divertirse y en el 2º a trabajar. Se rumorea que este concierto pueda ser el dvd oficial, porque por lo visto estaba Anton Corbijn por ahí dirigiendo. En fin sea como sea, quedé tan satisfecho de este concierto que si hay ocasión de otro concierto en Madrid (que no sea en festivales), allí intentaré estar. No sé si esta gira la ven Martin y Dave como un último baile y finiquitarán la historia de DM, viendo una continuación sin Andy más allá de este disco y tour homenaje como algo difícil de ejecutar. Ya lo veremos. En todo caso, si este ha terminado siendo la última vez que veré a DM en directo, no me podía imaginar una mejor despedida. Por si no nos volvemos a ver, gracias chicos. Y si queda alguna bala más, hasta la próxima, que allí pelearé por estar.