No tardó mucho en aparecer el set más íntimo, que no necesariamente acústico, en el que sobre el escenario se montó el particular Club Copacabana de los Izal, con mesitas de bar con lámparas de luz tenue, y una locución pregrabada presentando esa sección (lo pueden apreciar más o menos en la foto de arriba de este párrafo; la iluminación del Price no nos permitió ni mucho menos unas fotos con demasiado brillo). Un pasaje éste del show en el que hubo lugar para seguir rememorando el 1er. disco de larga duración del grupo con “Sueños lentos y aviones rápidos”.
Se intuía lo que se metería en el bis, viendo el tiempo que quedaba para las 2 horas de actuación (duración que intuíamos que tendría el show). No habría lugar para sorpresas y sí para cosas que no deben faltar a día de hoy en un concierto de Izal. Primero empezaron a sonar las notas alegres y luminosas acompañadas de silbidos que dan la personalidad a “Qué bien”. La buena estructura del Price, con generoso hueco entre las localidades (poca gente lo vivió sentado, por cierto), invitaba al baile y a mimetizar esos pases tan graciosos del videoclip de la canción. Buena imagen abajo donde las cuerdas de Izal, Alberto, Mikel y Gato, se juntaron más que nunca.
En “El baile” Alejandro e Iván dieron un paso al frente y el grupo afrontó en línea (vean la fotografía de debajo de estas líneas) la interpretación de la misma hasta que Mikel se desmelenó y micro en mano se metió entre el patio de butacas. Con “El baile” se puso final al show que terminó con el grupo despidiéndose al ritmo de “Copacabana” de Barry Manilow.