Concierto Kraftwerk (The Catalogue - 2. Radio-Activity). Museo Guggenheim - Bilbao (08-10-2016)

Publicado el 18 octubre 2016 por Abacab @DMRblog
A estas horas que comienzo a escribir esta crónica (13 de octubre de 2016, siendo las 22:32h), soy consciente de que en estos momentos en el hall principal del Museo Guggenheim de Bilbao, Kraftwerk están llevando a cabo el penúltimo de los 8 conciertos que están ofreciendo en días consecutivos en la capital vizcaína desde que el pasado viernes comenzaran con el show dedicado a “Autobahn”. Ahora estarán desgranando el “The Mix” al completo e interpretando otros temas de su discografía en versión original. Para el momento en el que se publique la crónica (por eso de espaciar un poquito la actividad de publicación de “DMR”), la “marea Kraftwerk” habrá abandonado Bilbao y el nivel de las aguas de la ría habrán vuelto a su caudal habitual. Continuamos donde nos quedamos el otro día.Nos fuimos a la cama la madrugada del viernes 7 al sábado 8 de octubre de 2016 con la maravillosa experiencia vivida en el concierto de Kraftwerk con el que abrían su semana grande de “The Catalogue” en Bilbao y con el regusto amable que calmaba una posible melancolía de que eso se acabara al tener orgullosamente las entradas para el día siguiente en la mesilla, cuando en ningún momento nos habíamos planteado que tuviéramos opciones de asistir al 2º show dedicado a “Radio-Activity”; en el avión de ida pensé incluso en cuánto podría estar el precio de la reventa, pero con lo que ya comentamos en el anterior post de la ampliación del cupo de localidades, a los especuladores que se dedican a ese maldito negocio se les chafó el chollo.Nos levantamos algo más tarde de las 10h de la mañana, si bien yo me había despertado un poco antes para intentar saber cómo iba mi equipo de fútbol y por ello llevarme al rato vía Whatsapp una de las noticias malas del fin de semana al comprobar que palmaban 0-4 en casa contra el colista y solamente fuimos capaces de marcar el gol del honor antes del final de partido. Nos aseamos, vestimos y salimos en pro del desayuno, ya que aunque el hotel no lo conseguimos a mal precio, pillarlo con desayuno se disparaba notablemente. Pasamos por un supermercado situado a pocos pasos del Ercilla López De Haro y cogimos unos zumos y bollos que nos tomamos en el paseo al lado de la ría. Tras terminar de desayunar pasamos nuevamente por la habitación para a priori dejar cargando algún aparato electrónico (cosa que no hice porque aún quedaba algo de batería y soy aficionado a hacer cargas completas); mientras, mi novia me mostraba su contrariedad ante no haber desayunado en un bar, cosa que probablemente hubiera evitado lo que narraré a continuación...El caso es que tras pasar por la habitación, al bajar a recepción y dejar el arma arrojadiza que es la llave de corte clásico del hotel, me doy media vuelta y veo a mi chica reírse nerviosamente. A lo que le pregunto qué le sucede. Me dice, señalando hacia la puerta “mira, es uno de ellos”. Veo una silueta vestida con pantalón negro y cazadora acolchada negra y pelo castaño. No puede ser otro. Tiene que ser Ralf Hütter. Le pregunto si está segura (yo ni me había dado cuenta; soy muy despistado), a lo que salimos rápidamente del hotel tras la estela de esa figura que dobla una esquina y no ofrece parada en su morgenspaziergang. En la calle que toma, se detiene frente a un escaparate y antes de que continúe su marcha, yo, haciendo un gesto parecido al que Florian Schneider hace en el videoclip de “Showroom dummies” en cierto momento, le pregunto en inglés “Disculpe, ¿Ralf Hütter de Kraftwerk?”. A lo que me responde en voz muy baja que sí.En la hora escasa que duró el vuelo de ida me planteé el hecho de que, ¿por qué no?, el grupo se alojara en nuestro mismo hotel: un 5 estrellas, bien situado, al lado del museo prácticamente, y con carácter clásico en su decoración. Y por ello me había hecho la historieta mental de que pudiera cruzarme con herr Hütter en Bilbao y qué es lo que le diría. Al estilo de lo que Luca Brassi hace en el comienzo de “El Padrino”, me había hecho un speech de lo que le diría en inglés, llegada esa carambola de ocasión (a veces el destino te sonríe y se pone de tu lado cuando menos -con los pies en la tierra- te lo esperas); aunque domino más o menos bien la lengua de Shakespeare, en directo puedes trabarte. Bueno, pues como le sucedió al pobre Luca en la película cuando es recibido por don Vito, yo también me trabé.Muy nerviosamente en mi hablar, a Ralf (arriba en el concierto que daría unas horas más tarde en primer plano) primero de todo le agradecí que hubieran venido a España a ofrecer sus shows de “Der Katalog” y le conté que llevaba 10 años esperando la ocasión de ver a Kraftwerk en directo tras haber estado a punto de irles a ver a Zaragoza (le recordé que fue el último concierto de Florian para que se situara). Le dije que el show de anoche fue uno de los espectáculos más impresionantes que había visto en mi vida. El rictus serio del señor Hütter se volvió más amable ante las palabras ensalzadoras (y sinceras) que recibía, lo cual motivó que me agradeciera mucho lo que le decía. Le comenté igualmente que las entradas para el 2º concierto de esa misma noche se agotaron muy pronto, pero que pusieron a la venta un cupo añadido posterior y que estaba muy contento de haber podido conseguir tickets para asistir, ya que “Radio-Activity” era uno de mis discos favoritos de su trayectoria. Ante eso Ralf me aseguró que lo tocarían completo y alguna canción más.Sabía del carácter frío y distante del grupo y de su cierta prudencia con respecto a las masas, por ello con mucha educación y respeto le pregunté a Ralf Hütter que si no le importaba hacerse una foto conmigo de recuerdo. Ante ello, Ralf, muy educadamente, me comentó que se cuidaban mucho en temas de privacidad, lo cual comprendí perfectamente (yo ya sabía de antemano que lo raro es que me hubiera dicho que sí), no reaccionando como lo haría un “cansino histórico”, ese personaje tan hilarante que creó el humorista José Mota.No quise entretener más a herr Hütter. Le tendí la mano, la cual me estrechó afectuosamente y Ralf se despidió de mí cruzando el paso de cebra diciéndome “bueno, te veo esta noche”, ante lo que le dije (aquí viene mi trabado) “sí, te veo mañana”, Ralf extrañado me preguntó “¿mañana?”, ante lo que corregí y le dije “no, no, esta noche: “Radio-Activity”. Con una leve sonrisa se marchó y se perdió por las calles de Bilbao supongo que en pro de un lugar para desayunar y de paso completar su morgenspaziergang personal; yo me quedé en shock al menos durante media hora. Fueron 2 minutos de conversación que quedarán para mi historia personal y grato recuerdo personal. Me tranquilizó ver que Ralf Hütter no se sintió excesivamente incomodado por mi petición de foto, lo cual noté en su cercana forma de despedirse de mí. Mi novia me preguntaba que si me había quedado algo de bajón, supongo que por lo absorto de mi comportamiento, por no haber logrado una foto de esas que tengo con otros artistas; no era eso, no: le expliqué que estaba, al contrario, muy contento de haber podido charlar con esta leyenda de la música moderna y que lo lógico era que no accediera a la petición. Y a día de hoy, casi mejor así: ayuda a mantener el mito, su posición y pose, cosa para nada baladí en Kraftwerk. Aquí a continuación, no obstante, les dejo una foto del lugar donde hablé con el señor Hütter, la cual saqué al día siguiente poco antes de comenzar el retorno a Madrid.
**FOTO PENDIENTE DE INSERTAR (A EDITAR/INCLUIR EN LOS PRÓXIMOS DÍAS)**
“Morgenspaziergang” sonó, como ya comenté en el post del día 1, corta en su concierto, pero es que se completaría a la mañana siguiente con esta inolvidable experiencia. Nos dirigimos poco después al casco viejo de Bilbao, tras haber sido amablemente atendidos por una señora que nos hizo de guía turística (y que de hecho por lo visto era guía turística de la ciudad, y que aun así ejerció de ello en su día de libranza durante los minutos que habló con nosotros) al ver que mirábamos algo perdidos un mapa que nos dieron en el hotel, conocimos la zona, vimos a niños jugar al fútbol en las plazas con la zamarra del Athletic, una manifestación abertzale en pro del acercamiento de los presos de ETA, y paseamos por la ría hasta llegar a un sitio cercano al hotel donde comimos a eso de las 14.30h degustando unos ricos pintxos, unos nachos con guacamole y una ensalada con queso de cabra.
Subimos al hotel, descansamos un rato viendo la comedieta “Zoolander 2” y ahora sí dejamos los dispositivos electrónicos cargando para que estuvieran listos para el concierto. El motivo era que la tarde la íbamos a pasar visitando el museo Guggenheim en su exposición permanente (no necesidad de móvil ni cámaras pues) y la exposición temporal dedicada a Francis Bacon, ese pintor que tanto ha inspirado al señor Juanjo Cardenal, locutor de “Saber Y Ganar”, que afirmó que si tuviera que elegir reencarnarse en alguien lo haría en él por haber sabido retratar mejor que nadie al hombre del siglo XX. Curiosa la obra de mr. Bacon, y sus influencias de Picasso y Velázquez. Muy bien las audioguías del museo, que te iban explicando las obras que querías. En el hall estaba montado el escenario, pero todo recogido y tapado aún (vean arriba la foto que mi novia me sacó desde el 3er. piso, donde pueden ver el espacio donde se llevaron a cabo los conciertos). Salimos muy pillados de tiempo, casi a las 20.00h del museo. Tiramos a paso ligero para el hotel, cogimos las entradas de la noche (comprobando muy bien que no fueran las de la noche anterior), los aparatos electrónicos, nos cambiamos (nuevamente la misma indumentaria de polo rojo) y retornamos a la puerta del museo. Llegamos algo más tarde que el viernes, pero no serían más de 10 minutos de diferencia. En esta ocasión había más expectación y una cola ya formada (no había la dispersión de la noche anterior). Intuía una 3ª o 4ª fila y no me equivoqué. Nuevamente, a la misma hora se llevó a cabo el soundcheck y nuevamente asomé la cabeza para ver que todo estaba en orden. Esta vez nos pidieron en dni en la cola antes de entrar y no hubo problemas con los lectores de las entradas. Se hizo la parada intermedia en el hall de taquillas y luego continuamos para acceder al recinto en sí, tomando las gafas personalizadas en color amarillo para esta ocasión dedicada a “Radio-Activity”.En este 2º concierto nos situamos en 3ª fila tras unos guiris (de los cuales uno me recordaba a un compañero de trabajo) y mirando al escenario situados en la bisectriz entre la posición de Ralf y la de Henning (el día anterior estuvimos justo delante de Fritz). Lo de nuestra posición distinta respecto a la noche anterior lo habrán podido comprobar ya en las fotos del concierto que les hemos ido insertando desde el comienzo del post. Se empezó con más puntualidad si cabe que la noche anterior, a las 22.15h ni un minuto más, ni un minuto menos. Antes de que se apagaran las luces, vino uno de seguridad a advertir a los guiris de delante nuestra por haber sacado una foto con una cámara de fotos (intuía problemas que pudiera tener en esta ocasión, cosa que la noche anterior ni por asomo, pero por fortuna me equivoqué y no me requirieron en ningún momento), cosa absurda, ya que cualquier móvil de última generación de la manzana mordida sin flash hace mejores fotos que mi cámara o la de los guiris apercibidos, que lógicamente tiraron de móvil; yo alterné fotos de móvil con las de la cámara, pero con espaciamiento y no tuve problemas. No es este un show en el que sea recomendable estar todo el rato con la cámara o el móvil. De hecho en ninguno hay que estar así todo el rato; está bien tener un recuerdo, pero lo que queda es la experiencia que vean tus propios ojos, pero en este show si cabe mucho más, ya que hay que disfrutar de las proyecciones en 3D como es debido. Yo por ejemplo los videos los dejaba a la altura de mi cuello, sin mirar mucho donde estaba enfocando, tanto en una noche como en la otra que vivimos; mis ojos ven el show directamente, lo otro no deja de ser un recuerdo personal que comparto con ustedes y del que no esperen buena calidad, que para eso están los dvds oficiales. Aquí abajo Henning Schmitz en el show que les vamos a comenzar ya a narrar.Antes de que arrancara el show pudimos hablar con mucha gente de la que había por allí (saludé a alguno de los alemanes de primera fila con los que hablé en inglés la noche previa) y les conté mi experiencia personal vivida con Ralf Hütter esa misma mañana. Daba la casualidad de que una pareja también se alojaba en nuestro mismo hotel y ya comenzaron a planear cómo poder abordar a herr Hütter. Pensaba que solamente era Ralf el que se alojaba de forma aislada en nuestro hotel, ya que la gente comentaban que Fritz, Henning y Falk se encontraban en otro hotel cercano al museo, cosa que podría ser perfectamente lógica por el carácter de Ralf Hütter, pero tras hablar con el chico de la recepción el domingo por la tarde al marcharnos hacia el aeropuerto, descubrimos que eso fue un falso bulo que se corrió quizás motivadamente por la ciudad para cuidar la privacidad de la formación y que todo el grupo se alojaba en efecto en el Ercilla López De Haro. De esto ya les hablaré un poco más al final del artículo. Sigamos con lo que fue la noche del sábado 8 de octubre en sí y empecemos a narrar el concierto propiamente dicho. A continuación un plano cercano de Fritz Hilpert.Se empezó igual. El vocoder cedió el testigo a la subida de los 4 semi humanos al escenario y comenzó con rotundidad “Numbers”, donde nuevamente hizo aparición ese vocoder que tanto me ha evocado siempre a la voz del papa Juan Pablo II. La suite dedicada a “Computer World” siguió el mismo orden y tras la misma comenzó el “Geiger counter” con su nervioso sonido a subir su frecuencia de beats. Entraba “Radio-Activity” y con ella el paseo extenso por los cortes de su lp. Las proyecciones dedicadas a las canciones de “Radio-Activity” eran nocturnas y algo siniestras, con gigantes antenas lanzando sus mensajes al mundo o sus ondas en la noche. Se acabó con símbolo del Ohm flotando sobre el cosmos del telón de fondo con una emocionante “Ohm sweet ohm”, pero antes por ejemplo “The voice of energy” nos acojonó completamente y en “Antenna” se pudo ver a la antena más corrosiva lanzando sus señales de forma contundente tras el cuerpo de los 4 componentes.

De la interpretación literal de “Radio-Activity” para mí destacaron los 2 siguientes pasajes: el más lánguido de todos fue “Radioland” con sus mensajes saliendo en círculo desde la antena nocturna más alta y por otro lado “Airwaves” nos mareó con sus ondas perfectamente simétricas y sincronizadas de lado a lado del escenario. Buena interpretación del disco que me dejó satisfecho por su buena puesta en escena con proyecciones notablemente siniestras en blanco y negro. La toma de aquí abajo corresponde a otra de las proyecciones que se alternaban en “Radioland”.Tras ver como el símbolo del Ohm se marchaba y se hacía el silencio durante unos segundos, decíamos adiós con una lagrimita en el ojo al fabuloso “Radio-Activity” y nos disponíamos para escuchar el resto del programa, el cual no varió ni un ápice respecto a la noche previa. Lo primero fue darnos un paseo más corto que la noche previa en el Volkswagen Escarabajo o en el Mercedes Benz 300 por “Autobahn”, y posteriormente aparcar los coches para pilotar la nave espacial y nuevamente conseguir emocionar al personal con “Spacelab” y su llegada a Bilbao y al recinto del show (lo verán en la siguiente imagen).Aparecieron a continuación las modelos de corte clásico y elegante en una nueva interpretación de “The model” que volví a disfrutar tanto o más que en la noche anterior, con un Ralf perfectamente afinado e hierático (como debe ser) en su trabajo al micrófono. Ese “ahora tiene un gran éxito quiero volver a verla” gocé nuevamente de escucharlo en directo y apenas a 4 metros de la persona que lo hizo popular, con la que tuve el gusto de dialogar esa misma mañana y que en algún momento creo que me localizó en mi situación de 3ª fila al comienzo del show (no es sensación mía solamente, sino que mi novia también lo percibió así).

“The man-machine” (video que grabamos íntegro aquí arriba) apareció con sus fríos y lejanos sonidos electrónicos y con sus serias letras impresas en 3D sobre el telón de fondo para luego pasarnos a la suite de “Tour de France”, de cuyo disco “Soundtracks” se hizo alguna etapa, si bien en esta ocasión su escrutinio se me hizo más corto que la noche anterior. Las proyecciones, con imágenes clásicas de ciclistas (al uso del de uno de los videoclips que tuvo la canción en su momento) en la ronda gala y la bandera francesa con la torre Eiffel coparon nuevamente el telón de fondo, en unos efectos que no abundaban mucho en el 3D.Tocaba subirse al expreso nocturno, el cual en su formato actual impresiona y ofrecernos “Trans-Europe Express” y “Metal on metal”, tras lo cual llegó el tributo a “The Mix” (si bien hay que reconocer que las interpretaciones de “Computer love” en ambas noches tuvieron mucho de su revisión en “The Mix” más que del original del año 1981) con “The robots”; es ciertamente una pena no haber visto a los robots en vivo en el escenario. Junto a la pérdida de Florian, es una de las cosas que no he vivido de Kraftwerk en directo. A día de hoy Kraftwerk nos proyectan a los mismos en el telón de fondo bailando perfectamente en unas coreografías y travellings de cámara completamente hipnóticos y que no quedan nada mal, pero, claro, es una pena no poder contar con sus réplicas “in robot” (que no “in person”), lo cual a su vez permitía al grupo un cambio de indumentaria (tradicionalmente del traje y corbata pasaban para afrontar el final de los conciertos a los actuales trajes de neopreno negro cuadriculados que a día de hoy llevan durante todo el show).No hubo cambios tampoco en los bises; por cierto, arriba pueden ver a Ralf ya solito en escena cuando sonaban las últimas notas (y se representaban en la proyección) de “Music non stop”. Primero llegaron los inmensos bloques de rascacielos para la sesuda “Metropolis”, luego los tonos fluorescentes sobre negro con las siluetas del grupo tocando en “Planet of visions” y se acabó con la suite de la cara “a” del disco “Electric Café / Techno Pop”, compuesta por “Boing boom tschak”, “Techno pop” y “Music non stop”. En esta ocasión ciertos arreglos instrumentales orquestales que coincidían con la unión de las notas musicales en el centro en la proyección sonaron monumentales y creando un efecto mucho más impresionante que en la noche anterior (¿sería por la situación mía delante del escenario?); fue en el sector inicial de “Boing boom tschak”.Fueron marchándose uno a uno, Falk Grieffenhagen (arriba de estas líneas, muy oscuro, ya que nos pillaba esta noche algo lejos), Fritz Hilpert, Henning Schmitz y por último herr Hütter, que esta vez sí que dijo “buenas noches” y no “buenas tardes” y se cerró el show que duró 3 minutos más que la noche anterior, marchándose hasta las 2 horas y 9 minutos exactamente (más que la noche anterior, aunque a priori me dio sensación de lo contrario; ahí es nada). El sonido fue nuevamente impecable, salvo en ciertos problemas que hubo en la suite de “Tour de France”, en la que Henning y Fritz se hablaban en el escenario interactuando para intentar solventar unos ligeramente fallos de sonido, rompiendo de esa manera la autosuficiencia y la fría relación entre sus componentes. Ralf en los bises estuvo muy animado (para lo que son Kraftwerk) e incluso disfrutó mucho del solo de Henning Schmitz antes de que éste le dejara solo en escena. Lo hemos comentado muchos párrafos atrás: la siguiente imagen muestra al Ohm planear sobre el telón de fondo.Para los que no son muy seguidores del grupo, quizás que el show fuera idéntico salvo la interpretación insertada del disco en cuestión, puede que jodiera de alguna forma (por ejemplo a mi novia, que no es muy acérrima), pero para los seguidores, admiradores y devotos nos da igual. Yo disfruté el show nuevamente de manera descomunal. Fue una experiencia distinta, buscando cambiar ligeramente la situación frente al escenario (otros de los que repitieron se situaron justamente en el mismo lugar, lo cual creo que debe hacer más difícil de diferenciar las experiencias). Seguimos con el Ohm: aquí abajo queda insertado un fragmentito que grabamos de “Ohm sweet ohm”. En los “peros” que puedo sacar al set list en ambos días (aquí es donde hago la síntesis, ya que en la crónica de la noche anterior no hice mención a mis objeciones sobre el listado de temas en lo referido a las ausencias), solamente eché de menos en especial “Showroom dummies”, pero visto lo visto (he buscado los set list de las veces que han tocado en España desde aquel Sónar de 1998) Kraftwerk jamás la tocan en nuestro país y quizás solamente lo hicieran en la noche del día siguiente cuando “Trans-Europe Express” fuera el protagonista. Pedir “The telephone call” o “Franz Schubert” (con su bonita melodía… Si alguna vez voy a algún otro lado a ver “The Catalogue” el elegido será “Trans-Europe Express”, claramente), ya es solicitar peras a un olmo. Ralf reverenciando al público a continuación.Al acabar el show me despedí de los alemanes de la 1ª fila, con un brindis al sol por una posible coincidencia en un futuro show del grupo (quizás en Londres me comentó el más alto de ellos) y pude hablar con un periodista italiano sobre sus vivencias con Kraftwerk y las mías personales, las cuales no pasan de lo que les estamos narrando de este fin de semana y de la intentona fallida de 2006 de ir a Zaragoza. Verán en la siguiente foto la zona del merchandising, lugar apto para voraces depredadores como el gran Alfredo Morales.Esta vez nos fuimos al hotel y a la habitación directamente, ya que habíamos comprado algo para cenar allí y fuimos asimilando las vivencias entre bocado y bocado y mientras que veíamos en los canales de pago habilitados por el hotel una comedia romántica española que desconocía titulada “Esto No Es Una Cita”, que nos entretuvo en gran parte (luego venía la divertida “Mi Gran Noche” de Álex de la Iglesia, que ya habíamos visto meses antes en el cine). La foto de debajo de este párrafo corresponde al capítulo de “Airwaves”, con sus ondas hipnóticas y mareantes proyectadas.La mañana que nos restaba no nos cruzamos nuevamente con Ralf. Y mejor que quedara como quedó, en esos 2 minutos de conversación correctísimos y afables del día anterior. Dimos un muy recomendable paseo en barco por la ría de 2 horas (si van cojan el trayecto largo, que merece la pena a pesar de su precio algo elevado -18 euros-) y en las orillas se veían las industrias desmanteladas en parte de los astilleros del Nervión y de los impresionantes Altos Hornos de Vizcaya, que en cierta parte daban lástima por imaginar la de gente que en su día trabajara allí (viendo que ya no queda nada) y en cuyos años 70 los discos de Kraftwerk servirían como perfecta banda sonora de las jornadas laborales industriales. Tras bajar del barco, paseamos bordeando la ría pasando por los alrededores del Guggenheim para hacernos una foto con la araña, a Puppy (el perro floreado gigante) de lejos, ver el Palacio Euskalduna y conocer el nuevo San Mamés (yo, futbolero, no podía dejar pasar la ocasión). A continuación yo, prestando mucha atención a “Autobahn”, con Henning y Ralf al fondo.Comimos unos pintxos en la zona de Gran Vía López De Haro cercana a San Mamés a precio razonable, pasamos por la plaza de Moyúa, me hice una foto en la acera y punto exacto donde hablé con Ralf Hütter el día anterior, nos hicimos unas últimas fotos con Puppy, recogimos las mochilas de la recepción del hotel y tiramos para el aeropuerto. Antes de coger el A3247 de regreso, hablé con el recepcionista sobre el grupo. Me dijo que estaban todos los componentes y que eran gente muy tranquila que no daban problemas. Le pregunté que serían buenos clientes, en tanto al servicio de habitaciones que solicitarían, y así me lo afirmó. También me comentó que un par de ellos se iban en bici a conocer la zona (no me especificó cuáles de ellos, ya que el chico no parecía ser muy fan). Nos hicimos unas fotos en el hall de entrada y nos marchamos definitivamente. Aquí abajo “Antenna”, foto de Susana Hernanz (como la que encabeza este párrafo y otras muchas más que hay insertadas).En el autobús y en la terminal del aeropuerto de Loiu tenía una mezcla de sensaciones encontradas. Emoción y alegría por todo lo vivido en ese fin de semana glorioso y por otro lado cierta melancolía de pensar que quizás no vea más en mi vida a los hombres máquina en un escenario. Se llevó mejor la cosa con una tertulia vía Whatsapp en el grupo de colaboradores de “DMR” y tras sufrir con los asientos estrechos de Iberia los 45 minutos de vuelo en un duermevela incómodo (ya que las azafatas de turno en esta ocasión, no como el amable asistente del viaje de ida, no me ofrecieron cambios y no pararon de darme golpes durante todo el trayecto al pasar con sus carritos), llegamos a Madrid a la hora prevista. No, Ernesto Sevilla no venía en el vuelo de vuelta, ni tampoco le vi en los conciertos del viernes o sábado. Aquí abajo más del momento que supuso “Antenna”.Objetivo más que cumplido. No vimos un concierto, sino 2 al final. Y por si fuera poco, pude conocer en persona al mismísimo Ralf Hütter. Además, conocimos lo principal de Bilbao, una ciudad que me gustó mucho por su toque señorial y elegante y por el encanto que tiene en sus calles del casco viejo y también en los restos de su industria desmantelada, que en su día fue motor económico nacional, en los márgenes de la ría. Siempre tendré un buen recuerdo de Bilbao por este fin de semana que resultó mucho mejor de lo que ya por sí cabría esperar; y eso es muy difícil cuando las expectativas son altas. Kraftwerk lo hacen fácil.Y es algo digno en lo que reparar: aquí llega un pequeño capítulo de reflexiones. ¿Cómo es posible que un concierto de un grupo que apenas se mueve en escena haya conseguido que 2 de sus conciertos queden incluso por encima de ciertos shows de Depeche Mode que he vivido con el excelente y vivaz frontman que es David Gahan en el escenario? La respuesta se basa en que Kraftwerk tienen una discografía sin mácula, perfecta en su concepto y desarrollo (calidad antes que cantidad), semblante y actitud definida sobre las tablas alejado de lo habitual (basada en un hieratismo frío lleno de encanto), un sonido muy cuidado y bien enfocado y además una parte visual muy bien llevada y representada (dejando claros todos los conceptos de las canciones) y que de hecho gana mucho en sus desarrollos en 3D en muchas de las ocasiones. Kraftwerk funcionan y muy bien. Se puede afirmar que es de los grupos que más agradan sinceramente a sus seguidores. Yo así lo he constatado. Ha sido una experiencia única y difícilmente repetible (me da a mí que por Madrid, aunque el Museo Reina Sofía les vendría pintiparado para desarrollar “The Catalogue” -cosa en la que estamos de acuerdo Alfredo Morales y yo-, no volverán a pasar, ya que a nivel cultural -sobre todo musical- distamos mucho mucho mucho mucho mucho mucho (ad infinitum) de ser la capital de España) que he gustado mucho de narrarles. Espero que ustedes al leer este post y el complementario del concierto del día 7 de octubre de 2016 de “Autobahn”, hayan disfrutado al menos la mitad que yo escribiéndolo. ¿Habrá más artículos de conciertos de Kraftwerk en “DMR”, ya sean de vivencias de uno u otro de los redactores que aquí escribimos? ¿Quién sabe? Quizás. A lo mejor.