Santi Sánchez estuvo muy interactivo con la audiencia, citando hechos que nos permitían centrar la historia de la banda y unirla con la de nuestra ciudad, como el citar que había sido dj antes de empezar con el grupo y mencionó varios bares relevantes de finales de los 80, ya desaparecidos como “Carcajada” (recuerdo perfectamente cuando en sus inmediaciones apuñalaron a un jugador de la A.D. Torrejón, Tito, a finales de los 80) o “El Barón Rojo”; personalmente me trasladó en el tiempo, al igual que citar que habían tocado junto a Héroes Del Silencio por aquella época, y vagamente también me viene a la mete recordar el cartel de aquellas fiestas; seguro que les escuché desde la terraza de mi casa.
La noche del pasado sábado aventuraba claramente la entrada de facto del otoño, notándose una buena bajada de las temperaturas y un vientecillo algo molesto que atizaba en la plaza de toros de Torrejón de Ardoz. Eso, juntado con el público familiar, hicieron que más o menos a las 23h, la audiencia se viera algo mermada para recibir a Danza Invisible. Para mí, claramente, era el principal atractivo de la noche y casi del festival, a la par con OBK.
Los malagueños andan en la gira de celebración de sus 40 años en escena. La última vez que les vi fue en la sala Ocho Y Medio en diciembre de 2015. En esta gira, el grupo ha recuperado muchas de sus canciones de su etapa pre-“Sabor de amor”, cosa que es muy de mi cuerda. Gracias a ello, sonaron piezas que nunca había oído en directo insitu del grupo como “Contacto interior” (instrumental que permitió a Javier Ojeda ausentarse unos minutos de las tablas, foto de aquí abajo), “Tiempo de amor” o “Al amanecer”.