Parecía que hubiera pasado una vida. Realmente lo que pasó entre medias fue una época de pandemia y asuntos personales que afectaron a nuestras vidas que hicieron que nos diera impresión de que las últimas veces que vimos a La Broma Negra en directo parecíeran cosa de una época muy lejana. Y no fue tanto tiempo, si reparamos en ello (World Goth Day de 2019 y concierto propio en noviembre de 2018).Había ganas de ver después de este lapso de tiempo a Carlos Caballero al frente de una formación que se había expandido de forma "orfeónica", cumpliendo los deseos que hacía tiempo nos confesó el propio Carlos de disponer una banda extensa sobre las tablas. Otros 6 músicos acompañarían a Carlos en escena para esta ocasión y fecha tan especial, a modo de cierre de las navidades, puesto que el concierto se extendió desde las 21.33h hasta las 23.29h del día 6 de enero del presente 2023.Acudimos puntuales, según rezaba el evento, y un par de minutos antes coincidimos en la puerta de la sala Maríano González y Víctor Prats. Curiosamente, en la puerta del recinto, nos encontramos con un compañero de academia de oposiciones de Víctor Prats, que había descubierto por su cuenta no hacía mucho a La Broma Negra y que acudía por su cuenta y riesgo al concierto. Entre Víctor y este excompañero, en sus días de oposiciones, no tuvieron tiempo de hablar mucho entre sí, con lo que él desconocía de la existencia de este blog, de nuestro programa de radio y de nuestros gustos musicales, y nosotros desconocíamos que tras su breve nombre, Fran, se encontraba el líder de la banda Flores Raras, grupo al que recuerdo bastante bien de comienzos de siglo, justo en los días en los que empezaba a entablar amistad con Mariano González.Apreciación sobre el estilo de escritura de la crónica: es la primera vez que la crónica va a estar escrita a modo entrelazada entre Mariano González y Víctor Prats, con lo que a veces verán que hablamos en 1ª personal del plural o desde la primera persona del plural de uno o el otro.Fue una actuación contundente, con un sonido potente a más no poder, que desbordó a la sala Moby Dick y que en ocasiones engullía la para nada débil voz de Carlos Caballero. El grupo dispone en su formación de directo de un violinista sintetizado, que le confiere un toque muy especial al grupo, casi recordando a ratos a los Visage o Ultravox de los primeros 80 del siglo pasado. Se recupera la figura del teclista, pero los 2 guitarristas, el bajo y el batería son los que le confieren el músculo principal a La Broma Negra.La Broma Negra como proyecto hace buena la máxima de Heráclito, por aquello del “todo fluye”. La música en sí es y no es a la vez la misma que hace tiempo. No puede ser de otra forma, porque Carlos, en lo que a componentes se refiere, es la única referencia fija. Este cambio se puede notar en particular con las canciones antiguas, que nacieron en otras vicisitudes. Esto no es malo, Carlos, entre tanta variable, es la única constante. Es el gestor de su repertorio y su administrador. Como decíamos, no es malo, porque las canciones siguen sonando estupendas y no han perdido vigor y emoción.De hecho, este cambio se barruntaba la última vez que pude ver a La Broma Negra. A saber: mayor proyección roquera, un sonido más orgánico y el camino abierto hacia una electricidad más evidente. Todo esto pudimos comprobarlo en la Moby Dick. La banda, como decimos, sonó potente, con el sonido más recio que les haya oído hasta ahora. Me sonó a una mezcla entre hard rock, pop, gótico y otros elementos como el folk, por la añadidura del violinista.Como decíamos actualmente la banda la componen siete personas. Merece la pena, y es justo, que los detallemos: Javier García (Guitarra), Gonzalo Corrales (Batería), Luis García (Piano y teclados), Fernando Barranco (Bajo), Nicolás G, Rengel (guitarra acústica y eléctrica) y Óscar Ximénez (Violín y mandolina).El setlist promedió más canciones, digamos, recientes que añejas. Cuando digo “recientes” me refiero de “Los Extraños Tienen Los Mejores Caramelos” en adelante. De este disco, por ejemplo, sonaron “Odio al cantante, pero amo la canción”, “Banderas de nuestros padres”, “Rey Cuervo”, “Rimas y Leyendas”, “Demonios en el jardín” y “Martín Pescador”. Hay que recordar que este disco ya supuso el paso de la preminencia electrónica al crecimiento acústico. De entre sus canciones se benefician de la nueva formación sobre todo “Martín pescador” (que cerró el concierto) y “Odio al cantante, pero odio la canción”, dado que ahora La Broma Negra tiene entre sus componentes, al violinista Óscar Ximénez, cuyos arreglos vienen de perillas para estos dos temas. “Demonios en el jardín” sonó brutal, retumbante, poderosísima. A la batería los arreglos han ganado en ritmo y complejidad y en canciones como ésta se nota. “Banderas de nuestros padres” es una canción con justo marchamo de clásico y una casi fija ya del repertorio.
De su último disco “Suicidarse Y Seguir Viviendo” (2020) hubo una nutrida representación, y el encaje con la banda no puede ser más coherente. Ya va siendo un álbum que empieza a seleccionar sus propios clásicos y sus favoritas. Destacamos, por ejemplo, “Me llamo España y soy alcohólica”, su primer single. La canción tiene un toque cáustico en la letra, incluso en la música, y suena concienzuda y potente. “Los pecados de mi padre” es la contraparte melancólica y pausada que aportó variedad a un concierto en general bastante cañero.Muy interesante me resulta “Por mí y por todos mis compañeros” una estupenda canción con referencias histórico-culturales tan del gusto de Carlos Caballero. Es extraordinario que una canción cite, entre otros a Pedro Muñoz Seca, Enrique Jardiel Poncela o a Ángel Ganivet. En realidad, habla de una serie de españoles de infausto final (suicidas, fusilados, olvidados de sus coetáneos). Digresiones aparte la canción fue un punto emocionante de la noche. “Tengo un ataque de oscuridad” es una buena muestra de los últimos tiempos de La Broma Negra. Sonó realmente intensa- También es pertinente recordar la melancolía y la emoción de “Mi hermano Pequeño”, un hermoso momento para el concierto. Hablamos de canciones que poco a poco irán ganando estatus y relevancia en los conciertos.Del estupendo “Amigos, Temo Que Ya No Estemos En La Tierra” hubo una representación suficiente como para relamerse a gusto. La bucólica: “Los hijos de las brujas”. “La enfermedad del beso” y “Los cuerpos celestes” Éstas dos última Sonaron juntas formando una dupla ganadora a base de la contundencia de la primera y la épica de la segunda. Uno de los mejores momentos del concierto.Si miramos más atrás en el tiempo entramos en un terreno verdaderamente clásico. En el caso de “Déjanos La Luz Encendida” no podía faltar “Heridos”, que además siempre tuvo entre sus bazas ganadoras a una percusión muy prominente. Ayer esa característica se hizo más patente gracias a un excelso trabajo de la batería, que hizo la canción más incisiva si cabe. Las elecciones en cuanto a “Desilusiones De Grandeza” fueron dos auténticos trallazos que quizá con el transcurso de los años han quedado como dos de sus momentos más representativos. Hablamos de “Su decisión, mi capitán” y “Protege tus secretos” que fueron interpretadas como dos zarpazos de pura energía.Al disco “Joyas De Princesas Muertas” le tengo un cariño especial, aunque solo sea porque cuando escuché a La Broma Negra por primera vez, allá por 2011, era el que estaban defendiendo en directo y con el que los conocí. Dentro de esta obra hubo una elección que a mí se me antojó peculiar, pues tengo la sensación de no haberla escuchado con frecuencia en directo. Se trata de “Me vas a hacer llorar”, que esparció una sensación de melancolía muy propia de la canción, aunque salpimentada por ese giro lírico tan pintoresco de “hacer gárgaras con tu orinal”. Por otra parte, un concierto de La Broma Negra no sería tal, si no sonase “Nieto de maestro de escuela”, una canción fija y válida para cualquier momento. Sonó en la recta final junto con otra compañera de disco: “Cenicienta. Yo, que estoy acostumbrado a la versión de “Joyas De Princesas Muertas”, me quedé sorprendido con el toque roquero, casi de hard rock, del tema. Al comentárselo a Carlos al final del concierto me indicó acertadamente que la interpretación del tema fue más próxima a la de “Envenenador de Manzanas”.
A título personal, lo que vi en el concierto no fue nuevo, pero sí pareció hecho de forma nueva. Se puede llamar renacimiento, reencarnación, o como prefiramos. Carlos Caballero está escribiendo un nuevo capítulo, que no suena nada mal. Hemos visto en DMR a muchas formaciones de la banda, con todas las posibilidades numéricas posibles en cuanto a componentes. Y, de todos modos, seguir sintiéndose vinculado a las canciones es inevitable, porque, aunque se halla transfundido la sangre, el corazón del grupo permanece inalterable en la persona de Carlos Caballero.El sonido del concierto fue de una energía evidente. Me parece la actuación más rotunda que jamás haya visto de La Broma Negra, incluyendo el concierto del World Goth Day de 2019. La mera presencia de siete miembros sobre el escenario da una sensación de empaque, de poderío y rotundidad. El grupo toco bien, aunque en la mezcla (no por culpa de la banda) quizá la voz de Carlos parecía algo sepultada por el muro de sonido por parte de sus compañeros. Tampoco es que fuera ningún problema grave, su actitud sobre las tablas fue sobresaliente. Se trata de un frontman que salió a comerse el mundo, y al cual se le quedó pequeño el escenario, demandando otra más amplio. En cualquier caso, fueron casi dos horas que se siguieron con mucho interés, y con notable pasión. Esa es mi definición para el concierto: pasión.En muchas crónicas anteriores guardábamos un espacio para el aspecto del grupo, toda vez que el atuendo de la banda era una cosa tan interesante como importante. Eran pequeñas performances que cobraban sentido con el espíritu y la filosofía de La Broma Negra. Digamos que la banda en general salió sobria, salvo por una especie de casaca napoleónica que portó el teclista, conjuntada con un bombín. Carlos iba con un atuendo casi sencillo, cercano a lo castizo, incluyendo tirantes y gorra.En 2 horas de actuación, , La Broma Negra asentó muy bien las nuevas canciones de su último disco "Suicidarse Y Seguir Viviendo" distribuyendo de manera bastante natural las canciones más adoradas por parte de los seguidores de trayectoria del grupo. Si bien, hay que apuntar, que nuevamente no se satisfizo al núcleo duro de los seguidores, que suelen clamar, cantando su estribillo "Una mujer enamorada es otra forma de terrorismo". Sí que se atendió en el caso de "Cenicienta", aunque creo que el asunto es que ya estaba prevista que sonase.Al término del show esperamos para reencontrarnos personalmente con Carlos Caballero después de océanos de tiempo. Nuevamente disfrutamos de una buena tertulia post-show dentro de la propia sala, a la cual en esta ocasión se sumó Fran, como nuevo creyente de La Broma Negra, hasta tal punto que no dudó en comprarse el último lp de la banda y solicitar a Carlos que se lo dedicase, lo cual hizo Carlos, como no, amablemente. La tertulia se extendió en el coche de Fran hasta altas horas de la madrugada, derivando sobre todo al 7º arte.Resumiendo: La Broma Negra se encuentra en un buen momento. Ya superado el cierto trauma que en su momento supuso la partida de componentes de recorrido, sobre todo el caso de Álex Gómez, Carlos Caballero ha mantenido firme el timón del proyecto del grupo y parece que lo sigue navegando a buenos puertos. En esta ocasión incluso se engullió a la Moby Dick, en lugar de que la ballena hundiera a su barco. El aforo estuvo bastante bien, congregando a bastantes curiosos, fieles y nuevos curiosos que ya hemos comentado. Esperemos que no pase tanto tiempo hasta que tengamos nueva ocasión de ver a La Broma Negra en directo. Nos lo pasamos muy bien. Agradecemos mucho a Carlos Caballero que volviera a contactar con nosotros para esta ocasión. Le echábamos de menos. Texto, fotos y vídeos: Mariano González y Víctor Prats.