El sonido de la banda, con la particularidad añadida de ser un concierto al aire libre fue bueno, con la peculiaridad de que la guitarra eléctrica sonó bastante baja, justo al revés que el violín, con lo que el resultado fue más folk que en otras ocasiones. Desconozco si esto fue hecho adrede para cuadrar el sonido a la idiosincrasia, o fue algo más circunstancial. De hecho, a algún miembro de la banda se le oyó pedir más guitarra a la mesa. De cualquier modo, la fusión entre el ambiente fúnebre y la música me pareció acertada. La iluminación tuvo buenos puntos, provocando algunos efectos curiosos, como cierto verdor amarillento que a mí personalmente me dio casi la sensación de ultratumba. Un tanto bien jugado.
Texto, fotografías y vídeos: Mariano González.