En los primeros compases también pudimos escuchar la sublime “School” de “Crime Of The Century”, que para mí fue uno de los momentos más memorables. Sin duda en el capítulo de mis pasajes para el recuerdo de este show, estuvo en el final de la parte troncal del show antes del bis. Ya lo advirtió a gritos un animoso oyente que estaba cerca, si bien la esperaba y el spoiler no fue tan sangrante. Llegaba “Fool’s overture”, esa gran composición que pone fin al que quizás sea mi disco favorito de Supertramp, aquel “Even In The Quietest Moments…” de 1977. Fue interpretada íntegra, con todos sus efectos sonoros y con un Roger que transmitía muy bien la intensidad de cada pasaje al micrófono. El juego de luces, el cual se atisbaba ligeramente desde nuestra zona (la parte superior del escenario es lo que veíamos), también acompañaba a crear un buen momento del concierto. Simplemente por este momento ya me mereció la pena acudir. Aunque desde fuera, será un momento que no olvidaré, como me pasó en 2017 con “I’m on fire” y el Boss.
Dentro de la hora y 40 minutos de concierto, Roger, desde mi prisma, no se dejó nada de nada. En este sentido no puedo poner pegas. Lo principal cayó íntegro. Entenderán por tanto que “The logical song” o “Breakfast in America” (muy al inicio del concierto) no faltasen. Para mí, que escuchar en directo “The logical song”, la canción con la que comencé a adentrarme en Supertramp, de la voz de su cantante original (ya lo había hecho con Supertramp en 2002 y 2010, pero sin Roger), fue otro instante muy especial que disfruté bastante.