Una pequeña sorpresa fue la primera incursión en el “Wish You Were Here” (1975) de la mano de “Welcome to the machine”. La original puede considerarse como una de las joyas ocultas de Pink Floyd, y los puntos álgidos de la misma (osea la dramática melodía vocal y los zarpazos hirientes de los sintetizadores) sonaron muy cumplidamente en concierto. Como meneo emocional fue unos de los momentos más significados que pudimos escuchar. Roger también quiso defender su último trabajo, y lo hizo gallardamente, dejando destellos interesantes. A veces la música de Roger Waters, sobre desde “The Final Cut” (1983), me parece que tiene algo de recitativo, como si a veces declamase en lugar de buscar una línea más melódica. En realidad eso no es malo en sí mismo, solo es una cuestión de gustos. En cualquier caso enlazó tres canciones seguidas de su “Is This The Life We Really Want”, a saber: “Dejà vu”, “The last refugee” y “Picture that”. Poco puedo decir de ellas, salvo la impresión que me causaron en el propio concierto; mis escuchas del último disco de Roger son muy superficiales todavía. Me gustó el brío de “Picture that”, quizá la más parecida al estilo de Pink Floyd.
A todo esto, la música seguía sonando apasionadamente. Un momento a resaltar en este sector, fue aprovechar un relativo parón instrumental para representar un brindis entre varios miembros de la banda disfrazados con máscaras de cerdos y perros. Estas son performances inteligentes y no las vacuidades chirles de Marina Abramovic.