A juzgar por las primeras nominaciones de los premios que se van conociendo hasta la fecha, “Cónclave” parece ser uno de los largometrajes del año. Cuenta con seis candidaturas a los Globos de Oro, ocho a los Satellite Awards y once a los Critics Choice Awards (incluyendo, en todos los casos, las de mejor pelícu-la, dirección, actor y guion). Asimismo, tanto la National Board of Review como el American Film Institute la han incorporado a su lista de las diez mejores cin-tas de 2024. Por lo tanto, se evidencia la relevancia de dicho título en muchos aspectos, si bien mi sensación sobre el nivel general de las producciones de la temporada me indica que ha descendido respecto de la pasada edición y en los últimos tiempos se percibe un notable descenso en el listón de la oferta cinema-tográfica. En ese sentido, determinados aplausos y reconocimientos recaen so-bre propuestas que, en otras circunstancias, pasarían más desapercibidas, por aquello de que “en el país de los ciegos, el tuerto es rey”. Lo dicho anteriormente no obsta para calificar “Cónclave” como un buen trabajo, sobre todo en su primera parte, con una realización y una ambientación cuida-das, una interpretación ajustada y una recreación adecuada del clima de intriga que ofrece. Aun así, su pulso con el suspense tiende a perder fuerza hacia el final del metraje, derivando incluso en un desenlace forzado, impropio a tenor de lo narrado el resto de la proyección. Se aprecia un sobreesfuerzo por crear un laberinto que, a la postre, conduce a una difícil salida. Sin embargo, resulta sencillo dejarse llevar por el dinamismo de la narración y caer en las redes teji-das para entretener al espectador, por más que en la última media afloran cier-tas carencias y, en mi caso particular, tanta sotana me saturó. Edward Berger, cineasta alemán recientemente nominado al Oscar por una nueva versión de “Sin novedad en el frente”, y también responsable de algunos episodios de la serie televisiva “Your Honor”, asume la dirección. Se trata de un profesional meticuloso y con dotes para la escenificación. Se rodea de un equi-po talentoso y ejerce un rigurosa realización. Igualmente, la banda sonora de Volker Bertelmann, ganador de la estatuilla por la citada “Sin novedad en el frente”, se ajusta a la trama, pese a su aspereza para los oídos. Dicho lo cual, y por alguna extraña razón, la indiferencia se abre paso a lo largo del visionado. Tras la inesperada muerte del Sumo Pontífice, un cardenal es designado para liderar uno de los rituales más antiguos del mundo: la elección de un nuevo Pa-pa. En medio de una atmósfera cargada de tensión y secretismo, este alto cargo deberá garantizar que el proceso se lleve a cabo conforme a la tradición y a las normas eclesiásticas. Pero, cuando los líderes católicos más poderosos se reú-nen en los salones vaticanos, se ve atrapado dentro de una compleja conspira-ción, a la vez que descubre un secreto que podría sacudir los cimientos de la Iglesia.Varias muestras del Séptimo Arte recrean los interiores del Estado Vaticano y su organización gubernamental con los mismos esquemas que las mezquinas pugnas políticas del resto de Ejecutivos estatales. Con o sin justicia, esa dura lucha de egos por alcanzar el poder desnaturaliza paradójicamente las mismas virtudes que dicen defender. La elevada altura del equipo artístico queda fuera de toda duda. Ralph Fiennes (para mí, el eterno conde László Almásy) desempeña una más que destacada actuación. Nominado al Oscar en dos ocasiones (“La lista de Schindler” y “El paciente inglés”) encarrila aquí su tercera opción de obtener la icónica estatuilla dorada. Le dan la réplica con acierto Stanley Tucci (“The Lovely Bones”, “Spotlight”, “El diablo viste de Prada”), John Lithgow (“La fuerza del cariño”, “In-terstellar”, “Footloose”) e Isabella Rossellini (“Terciopelo azul”, “Corazón salva-je”, “La muerte os sienta tan bien”).
A juzgar por las primeras nominaciones de los premios que se van conociendo hasta la fecha, “Cónclave” parece ser uno de los largometrajes del año. Cuenta con seis candidaturas a los Globos de Oro, ocho a los Satellite Awards y once a los Critics Choice Awards (incluyendo, en todos los casos, las de mejor pelícu-la, dirección, actor y guion). Asimismo, tanto la National Board of Review como el American Film Institute la han incorporado a su lista de las diez mejores cin-tas de 2024. Por lo tanto, se evidencia la relevancia de dicho título en muchos aspectos, si bien mi sensación sobre el nivel general de las producciones de la temporada me indica que ha descendido respecto de la pasada edición y en los últimos tiempos se percibe un notable descenso en el listón de la oferta cinema-tográfica. En ese sentido, determinados aplausos y reconocimientos recaen so-bre propuestas que, en otras circunstancias, pasarían más desapercibidas, por aquello de que “en el país de los ciegos, el tuerto es rey”. Lo dicho anteriormente no obsta para calificar “Cónclave” como un buen trabajo, sobre todo en su primera parte, con una realización y una ambientación cuida-das, una interpretación ajustada y una recreación adecuada del clima de intriga que ofrece. Aun así, su pulso con el suspense tiende a perder fuerza hacia el final del metraje, derivando incluso en un desenlace forzado, impropio a tenor de lo narrado el resto de la proyección. Se aprecia un sobreesfuerzo por crear un laberinto que, a la postre, conduce a una difícil salida. Sin embargo, resulta sencillo dejarse llevar por el dinamismo de la narración y caer en las redes teji-das para entretener al espectador, por más que en la última media afloran cier-tas carencias y, en mi caso particular, tanta sotana me saturó. Edward Berger, cineasta alemán recientemente nominado al Oscar por una nueva versión de “Sin novedad en el frente”, y también responsable de algunos episodios de la serie televisiva “Your Honor”, asume la dirección. Se trata de un profesional meticuloso y con dotes para la escenificación. Se rodea de un equi-po talentoso y ejerce un rigurosa realización. Igualmente, la banda sonora de Volker Bertelmann, ganador de la estatuilla por la citada “Sin novedad en el frente”, se ajusta a la trama, pese a su aspereza para los oídos. Dicho lo cual, y por alguna extraña razón, la indiferencia se abre paso a lo largo del visionado. Tras la inesperada muerte del Sumo Pontífice, un cardenal es designado para liderar uno de los rituales más antiguos del mundo: la elección de un nuevo Pa-pa. En medio de una atmósfera cargada de tensión y secretismo, este alto cargo deberá garantizar que el proceso se lleve a cabo conforme a la tradición y a las normas eclesiásticas. Pero, cuando los líderes católicos más poderosos se reú-nen en los salones vaticanos, se ve atrapado dentro de una compleja conspira-ción, a la vez que descubre un secreto que podría sacudir los cimientos de la Iglesia.Varias muestras del Séptimo Arte recrean los interiores del Estado Vaticano y su organización gubernamental con los mismos esquemas que las mezquinas pugnas políticas del resto de Ejecutivos estatales. Con o sin justicia, esa dura lucha de egos por alcanzar el poder desnaturaliza paradójicamente las mismas virtudes que dicen defender. La elevada altura del equipo artístico queda fuera de toda duda. Ralph Fiennes (para mí, el eterno conde László Almásy) desempeña una más que destacada actuación. Nominado al Oscar en dos ocasiones (“La lista de Schindler” y “El paciente inglés”) encarrila aquí su tercera opción de obtener la icónica estatuilla dorada. Le dan la réplica con acierto Stanley Tucci (“The Lovely Bones”, “Spotlight”, “El diablo viste de Prada”), John Lithgow (“La fuerza del cariño”, “In-terstellar”, “Footloose”) e Isabella Rossellini (“Terciopelo azul”, “Corazón salva-je”, “La muerte os sienta tan bien”).