Conclusiones: imagen pública de la química
Quizá nuestra tierra, quizá la humanidad lleguen también a una meta ignorada que se habrán creado para sí mismas. Ninguna mano nos dirige, ningún ojo ve en nuestro lugar; el timón se ha roto hace ya mucho tiempo o, mejor, nunca ha existido: está aún por hacer. Es una gran tarea y es nuestra tarea.
La química moderna devino públicamente en ser, a lo largo de sus cinco revoluciones, útil, colonizada, impura y sucia. De manera muy general y abreviada los químicos, su industria, sus profesores, sus revistas, sus libros de texto, aislados del resto de la sociedad, volcados a resolver sus propios problemas, se han olvidado de reconocer su propia identidad. La imagen pública de la química que durante la primera revolución química se manifestó en la Enciclopedia sigue siendo vigente, en lo fundamental.
Hemos sido incapaces de transmitir, compartir, inducir o convencer a los no-químicos (es decir la inmensa mayoría de la sociedad planetaria) dos ideas fundamentales:
Una sustancia química es lo que es, independientemente de su origen. Las sociedades humanas, lo son, porque rodeadas de materiales, son artificiales.
Vivir, y hoy los humanos viven más que nunca antes...¡también gracias a la química!... rodeados de contaminantes, conservadores, alimentos preparados, medicinas y otras muchas y muchas más sustancias químicas, es un riesgo.
La conclusión del artículo de Lazlo y Greenberg (1991), veinte años atrás nos dice:
Los estereotipos sobre la química y los químicos que hemos llamado aquí "falacias" son creencias muy extendidas en nuestra sociedad. Estas creencias surgen como simplificaciones y generalizaciones que tienen connotaciones más emocionales que de tipo racional. Es posible que la ciencia misma haya sido la causante de la aparición de estos estereotipos en el pensamiento occidental, y de las ideas totalitarias que las colectan [...] ¿Qué puede hacerse contra estos estereotipos? Parece que poco ha cambiado desde Sócrates y que la función de la filosofía sigue siendo ayudar a liberarnos de los clichés, de las verdades absolutas y de los estereotipos.
Tal vez, más que nunca antes, Jano identifica la imagen pública de la química. Es el umbral... sabemos de dónde venimos, pero ¿a dónde vamos?