Tras dos semanas de negociaciones y 25 horas de prórroga, recientemente finalizó en Lima (Perú) la 20ª Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP20). Celebrada del 1 al 12 de diciembre de 2014, y después de la anterior Cumbre de Varsovia (COP19), en esta ocasión se ha congregado a más de 190 países con la intención de trabajar en que París 2015 sea el escenario de la firma de un acuerdo que sustituya al Protocolo de Kioto.
Previos a esta cumbre han habido un esperanzador acercamiento entre China y EEUU, los 2 países más contaminantes del mundo. El pasado mes de mayo, la Casa Blanca difundió un informe en el que alertaba a los ciudadanos de los estragos del cambio climático en Estados Unidos. La información, lejos de ser novedosa, supuso que el 2º país emisor de gases contaminantes constatara lo que los científicos llevan tiempo avisando. Poco antes del COP 20 de Lima, EEUU y China anunciaron un compromiso conjunto para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por primera vez en la historia.
La implicación de estos 2 países se considera fundamental, dado el nivel de compromiso que debe asumir cada país para lograr que el calentamiento global no supere la barrera de los 2º, límite marcado por los expertos.
La ONU considera que el objetivo a largo plazo es reducir las emisiones a cero el próximo siglo y entre un 40% y un 70% para 2050
Otro de los obstáculos es la brecha que existe entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo, evidenciada en la Cumbre de Copenhague de 2009 (COP 15) que terminó sin acuerdo. Los países en vías de desarrollo exigieron a los países desarrollados partidas económicas para hacer frente a los efectos del cambio climático. Esto dio lugar al llamado Fondo Verde, aún muy lejos del objetivo establecido en 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020. La ONU ya ha alertado de que la capitalización de este fondo es fundamental para que las negociaciones de cara a París salgan adelante.
El texto del acuerdo finalmente ratificado es un acuerdo de mínimos que acerca posturas de cara a lograr un acuerdo en París 2015, a costa de ser débil y parecer que quedan deberes pendientes, como finalmente ha pasado.
Una de las claves que permitieron desbloquear las negociaciones fue el punto que urge a los países desarrollados a prever y movilizar soporte financiero para acciones ambiciosas de mitigación y adaptación para los países ya afectados por el cambio climático. En ese sentido, el texto invita a los países a incluir este financiamiento junto a los compromisos de reducción de emisiones que cada parte firmante de la Convención Marco de Cambio Climático debe presentar a la ONU antes de octubre de 2015.
Una vez que los países entreguen sus compromisos, la presidencia de la Cumbre sólo tendrá poco más de un mes para procesarlos e incorporarlos a un acuerdo global y vinculante para lograr reducir las emisiones y no superar el umbral de temperatura de los 2º.
Áspero sigue siendo el financiamiento de la adaptación y sobre todo del mecanismo de pérdida y de daños, defendido por los Pequeños Estados Insulares y el Grupo Like Minded, integrado por Venezuela, Bolivia y los países árabes productores de petróleo.
Hasta ahora el Fondo Verde ha sumado 10.000 millones de dólares de los 100.000 que las partes se comprometieron a financiar
Los acuerdos de Kioto establecieron un conjunto de reducciones cuantificables por países pero que sólo afectaban a los más desarrollados y cuyo límite temporal fue 2012. Dada la imposibilidad de sustituirlos por otros más realistas y con proyección de futuro, se decidió prolongar su vigencia hasta la cumbre de París.
Las emisiones no están disminuyendo sino aumentando y, en la última década, a un ritmo que las duplicará en unos 40 años. Crece la demanda global de energía, y este aumento se satisface principalmente con combustibles fósiles, no con renovables o energía nuclear. Más aún, países como Japón ó Alemania están reduciendo el suministro de energía eléctrica de origen nuclear, con lo que están incrementando sus emisiones, rompiendo así una tendencia de años a la baja.
Lo que en nuestra opinión va a ser un problema del COP 20 es que se establece que cada país fijará sus metas de reducción de emisiones sobre una base voluntaria, lo que da lugar a que nadie pueda asegurar que se alcance el nivel global requerido. Es lo que se llama responsabilidad diluida, y puede ser su mayor punto débil.
Por otra parte, no hay que olvidar la disposición de países habitualmente reticentes, como EEUU y Australia, y de otros como China, excluidos del protocolo de Kioto pero que están entre los más contaminantes. Se trata de un paso adelante, aunque insuficiente para hacer frente a un problema tan grande como es el cambio climático inducido por la actividad humana.
¿Crees que este tibio avance es la base para un acuerdo de mayores dimensiones?
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