Pedro López de Ayala y Guzmán era el segundo hijo del Canciller Pero López de Ayala y de Leonor de Guzmán.
El de los Ayala fue uno de los linajes que pasó al primer plano social y político de la Corona de Castilla con la instauración de la dinastía Trastámara.
El Canciller Ayala (fallecido en 1407) estableció una división de su descendencia en dos ramas:
Pedro López de Ayala y Guzmán casó con Elvira de Castañeda y Orozco en 1400.
En el cerco y batalla de Antequera, en 1410, perdió un ojo, razón por la que será apodado “el Tuerto”.
En 1445, como recompensa a sus servicios, Juan II le concedió el señorío de Fuensalida, convirtiéndolo así en I Señor de Fuensalida.
Don Pedro fue Alguacil mayor de Toledo y Alcaide de sus Alcázares y Aposentador mayor del Rey.(Él y su mujer serán los protagonistas de la leyenda El beso, de Bécquer). Murió en 1451.
Los Señores de Fuensalida eran parientes remotos de Garcilaso.
Los sepulcros de don Pedro y doña Elvira se encuentran actualmente en la iglesia de San Pedro Mártir.
Don Pedro fundó su mayorazgo en favor de su hijo Pedro López de Ayala y Castañeda,II Señor de Fuensalida.
En 1470, Enrique IV, en agradecimiento al apoyo prestado por don Pedro López de Ayala y Castañeda, le otorgó el título de Conde de Fuensalida.
En 1474 muere Enrique IV y la proclamación de Isabel recibe en Toledo el rápido apoyo de la casa de Juan de Silva, Conde de Cifuentes, enemigo de los López de Ayala, quedando éstos en una situación difícil.
El embajador de Venecia, Andrea Navaggero, contará:«Las principales casas de Toledo son las de los Ayala y los Silva, que son enemigos y traen dividida en bandos la ciudad; el jefe de la casa de los Ayala es el Conde de Fuensalida,el que hace cabeza de los Silva es don Juan de Ribera…»
Sin embargo, el Conde de Fuensalida casó con María Leonor de Silva, iniciándose así el fin del enfrentamiento entre ambas familias.
El I Conde de Fuensalida murió en 1486. Está sepultado, con su mujer, en la capilla mayor de Santo Tomé, que el matrimonio convirtió en panteón familiar.
Su hijo, Pedro López de Ayala y Silva, falleció en 1489. Está igualmente enterrado con su mujer en Santo Tomé.
Murió sin sucesión y le heredó su sobrino Pedro López de Ayala y Carrillo, que fue el III Conde de Fuensalida y murió en 1537.
Le sucedió Alonso López de Ayala, casado con Catalina Manríquez, dama de la Reina Católica.
A mediados del siglo XV, Pedro López de Ayala y Elvira de Castañeda, primeros Señores de Fuensalida, ordenaron la edificación de un palacio en Toledo.
El Palacio de Fuensalida se encuentra en la plaza del Conde, de la que ocupa el único flanco edificado.
Toda la manzana está intercomunicada:
Un jardín enlaza el Palacio con el contiguo Taller del Moro. Un pasadizo contacta el Palacio con la calle de Santo Tomé.
La fachada del Palacio es austera, pero su interior es rico y refinado.
La portada se sitúa en un lateral, según el gusto islámico. En ella figuran los escudos de los Ayala y los Castañeda.
Durante algún tiempo, la historia del Palacio fue parte esencial de la de España:
Isabel de Avis casó con Carlos I en 1526.En 1529 Isabel quedó por primera vez como regente de España, tras la marcha de su esposo.Durante las largas y frecuentes ausencias del emperador, Isabel se ocupó del gobierno, y acabó por establecer su Corte en Toledo.
El viejo alcázar resultaba incómodo y necesitaba reformas, por lo que, mientras se ejecutaban las obras, la emperatriz se trasladó al Palacio de los Condes de Fuensalida, uno de los mejores de Toledo.
Previamente el matrimonio real se había hospedado también en el Palacio del Conde de Mélito, don Diego Hurtado de Mendoza (donde hoy se ubica el Colegio de Doncellas).
Pero fue el Palacio de Fuensalida el que la emperatriz escogió como sede de su Corte.
Carlos I habitó en este Palacio. El niño que sería Felipe II jugó en su patio.
Asentada casi definitivamente en Toledo, doña Isabel se rodeó de una pequeña corte de artistasentre los que figuró Garcilaso de la Vega.
Y aquí, en el Palacio de Fuensalida, murió la emperatriz Isabel, el 1 de mayo de 1539, a mediodía,tras el parto prematuro del que habría sido su sexto hijo, Juan.
Tanto el emperador Carlos como el príncipe Felipe se encontraban en esos momentos en Madrid.
El cadáver fue trasladado a Granada, para darle entierro en la Capilla Real, junto a los Reyes Católicos (Felipe II ordenará su traslado a El Escorial en 1574).
La comitiva que había de llevar el cuerpo a Granada fue encabezada por el marqués Francisco de Borja, que era Caballerizo Mayor de la emperatriz.
El noble Francisco de Borja había sido, como otros muchos en la corte, deslumbrado por la belleza de Isabel.
Como parte del ceremonial, el Caballerizo Mayor era el encargado de cerrar el féretro tras depositar en él el cadáver y de abrirlo al llegar al lugar del enterramiento,para dar fe de que el cuerpo guardado en el ataúd seguía siendo el mismo.
El cortejo fúnebre transportó el cuerpo de la reina por los caminos manchegos y andaluces, bajo un sol ya casi de verano.
Doña Isabel había ordenado que no se la embalsamase...
En Granada don Francisco abrió el ataúd para reconocer el cadáver, para certificar su identidad.El rostro de la difunta estaba ya en proceso de descomposición.El cuerpo se había corrompido por el camino.De la belleza de Isabel no quedaba nada.Despojos podridos, gusanos...
Al término de la tétrica peregrinación por tierras castellanas, el caballero abre la caja y mira,y lo que ve, horrorizado, lo cambia para siempre.
Francisco decidió entonces:“Nunca más servir a señor que se me pueda morir”.
Desde entonces ya sólo deseó retirarse del mundo,pero estaba casado, con una dama portuguesa de la emperatriz. El marqués aguardó a enviudar y entonces ingresó en la Compañía de Jesús.
El emperador no acompañó al cortejo. No quiso repetir las escenas de su madre Juana, siguiendo, enloquecida, el cadáver de su marido a lo largo de meses.
Desolado, se retiró al monasterio jerónimo de La Sisla, donde pasó recluido muchas semanas.
Durante años, en el Palacio se mantuvo una Academia literaria, donde se organizaron juegos florales...
En el siglo XIX la residencia cayó en un proceso de progresivo abandono y degradación.
El edificio tuvo muchos usos, fue cuartel, almacén de madera, viviendas de alquiler, caja de reclutas, casa del pueblo, sede de la UGT, albergue de la Sección Femenina, ampliación del Museo de Santa Cruz, oficina del Consejo de Rectores.
En 1964 el inmueble fue adquirido por la Dirección General del Patrimonio Artístico, que lo restauró, inaugurándolo en 1969.
El Ejecutivo autonómico castellano-manchego escogió el Palacio como sede de la Presidencia de la Junta de Comunidades.
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