Condorera Las Higueras, en la provincia de La Rioja

Por Magiaenelcamino @magiaenelcamino

Como buen hincha de River, recuerdo muchos grandes momentos de las tantas veces que lo vi jugar y, por supuesto, muchos goles. Cuando visité la condorera La Higuera, sentado en una de las puntas del majestuoso mirador, recordé un gol de David Trezeguet. Más bien recordé las declaraciones posteriores al partido donde el arquero de Independiente Rivadavia de Mendoza, Josué Ayala, dijo: “es tan grande este tipo (Trezeguet) que antes que le llegara la pelota y cabecearla, hasta tuvo tiempo de mirarme”. Y es que los cóndores son tan fabulosos que cuando pasaban tan cerca de mí, podía claramente verlos mover sus cabezas y mirarme. Sentía que me clavaban la mirada. Estaba disfrutando a mi modo, tal vez, del Trezeguet de las aves.

El avistaje de cóndores en La Rioja es otra de las experiencias que quedarán muy grabadas en mi cerebro y en mi corazón.

Y como si esto fuera poco, querido lector, la mirada de esas enormes y majestuosas aves también me recordaron otro maravilloso momento: la primera vez que fui a bucear, otra de las actividades que más amo realizar. El contacto con el mar y compartir la vida en su interior es una experiencia única. Y mientras observaba a estos pájaros recordé el momento en que por primera vez vi a las burbujas desde abajo. Cuando buceas, las burbujas suben y uno las ve alejarse. Por eso, el punto de vista al que estamos acostumbrados (verlas desde arriba) cambia para pasar a verlas desde abajo. En general, cuando observamos pájaros lo hacemos mirando hacia arriba, hacia el cielo. Ellos están ahí, volando alto y suelen ser inalcanzables. Pero en este pedacito de la provincia de La Rioja, en el que se puede hacer el avistaje de estas aves, lo que es normal deja de serlo porque estamos en un lugar privilegiado y los cóndores pasan a nuestra altura o, incluso, más abajo que nosotros, por lo que podemos verlos desde arriba, cambiando el punto de vista, como con las burbujas.

Como los cóndores son animales en libertad, de ellos dependerá verlos o no, pero lo bueno es que hay tantos que el avistaje estará asegurado.

Mientras esperaba sentado en una roca el lento descenso de algún ejemplar, el tremendo paisaje que contemplaba me quitaba el aliento. La condorera se encuentra en la Quebrada del Cóndor sobre la Sierra de los Quinteros. Desde el mirador se observa a lo lejos el embalse del río Olta. Recorrer con la mirada desde donde estaba sentado hasta el embalse fue recorrer un impresionante paisaje de acantilados, profundos y violentos, de esos que inspiran respeto. Sólo imaginar el momento de su formación, allá por los orígenes, me daba escalofríos.

Algunas fotos de los cóndores, con nuestro destruido equipo de fotos.

Un ave rodeada de mitos

El cóndor es el rey del lugar, eso quien lo dudaría. Sólo llegar a la zona de Tama (donde se encuentra la condorera) estas aves se convierten en el tema de conversación. Entre los lugareños, hombres de campo, gente del sector turístico y demás, todos nos hablan de los cóndores. No es para menos, se han ganado el estrellato y como corresponde a toda estrella, también se han ganado los mitos que los rodean. Pero, ¿cuáles son esos mitos?

Uno de ellos es el dilema entre si son cazadores o no.  El cóndor no tiene garras con anatomía ni fuerza suficiente para cazar, es carroñero. Así y todo, los campesinos dicen que sí cazan y matan a sus terneros y cabritos y, por eso, ellos les disparan. Los defensores de los animales dicen que lo que se comen cuando están en tierra es la placenta que queda después de un nacimiento o algún ternerito que no resistió el parto, pero que no son ellos los culpables de esas muertes.

Otro de los mitos es que empujan con su vuelo y aleteo a los pequeños animales hacia los precipicios para que caigan y mueran y, de esta manera, tener carroña para comer. Una estrategia demasiado inteligente que muchos defienden y otros defenestran.

El último mito que escuchamos es que tienen una sola pareja en toda su vida y que si uno muere, su pareja se suicida volando muy rápido y estrellándose contra las paredes de los acantilados. Un verdadero acto de amor que nadie puede corroborar ni desmentir.

Lo cierto es que un ejemplar adulto llega a medir hasta 3 metros desde la punta de un ala hasta la otra y llega a pesar 10 kilos, que son imponentes cuando vuelan y maravillosos en libertad. Esto último no es ningún mito. Por eso, vale la pena conocer este lugar.

¿Cómo llegar a la condorera Las Higueras?

Llegar a la condorera requiere vehículo y un sencillo tramo a pie.  Se puede visitar siempre “en excursión”. Para ello se pueden contratar los servicios de la Posta de los Cóndores, donde nos alojamos muy a gusto durante 2 noches. La Posada cuenta con alojamiento y pensión completa. También brindan el servicio de traslado desde Chamical o desde el aeropuerto de La Rioja, siempre con reserva previa. La posada es atendida con absoluta calidez por Juan y José y, además, brindan actividades como trekking o turismo aventura, pero siempre con reserva previa para poder organizarlas.

Otra posibilidad es contactar al sr. Oscar Romero al llegar al pie del camino que sale para la condorera. Justo allí está su casa y es la única que hay. A veces está y a veces no, suena extraño pero es así. Él es el encargado de acompañar a los viajeros hasta la zona de avistaje y ahí mismo se paga el permiso para subir. En junio de 2013, el valor era de $AR100 (100 pesos argentinos).  La excursión con traslado desde la Posada tenía un valor de $AR140 (140 pesos argentinos).
Si la idea es llegar a la condorera por libre hay varios caminos según desde donde se intente llegar. Al final de este post detallo las opciones aunque creo que lo mejor es hacerse de un mapa. Igualmente, es necesario pagar el permiso de avistaje.

El mismo día de la visita a la condorera, pero por la mañana, hicimos una caminata por la montaña desde la Posada hasta la casa de Celestino Toledo. Celestino es un hombre de campo que abre las puertas de su finca para que podamos conocerla y llevarnos una idea de cómo vive.

No podemos irnos de la casa de Celestino sin comprar dulces y arropes (dulces sin azúcar) caseros de sabor inigualable.

Los datos prometidos de cómo llegar:

Desde La Rioja capital: ruta 38 hasta Patquía – Punta de los Llanos, luego ruta 29 hasta Tama, hasta aquí hay asfalto. Luego se continúa un poco más por la 29 hasta la 28 que nos lleva a la Quebrada de los Cóndores.

Desde San Luis: por ruta 79 hacia el norte hasta ruta 28.

Desde el norte de Córdoba: por ruta 38 hasta Chamical, luego 79 hacia el sur hasta ruta 28 y desde ahí hasta la quebrada.

Desde el sur de Córdoba: ruta 20 hasta Chepes y de ahí, ruta 79 al norte hasta la ruta 28.

Desde San Juan y Mendoza: ruta 141 hasta Desiderio Tello y desde ahí, ruta 79 al norte hasta ruta 28.

Desde Catamarca: ruta 40 hasta Nonogasta, desde ahí la 74 hasta Patquía, luego la 38 hasta Chamical y por último 79 hasta la 28. Desde ahí hasta la quebrada.

Desde Chile: Por el cruce “Pircas Negras” en la ruta 76 hasta Villa Unión, luego la 40 hasta Nonogasta y luego el mismo camino como si vendríamos de Catamarca.

Esperamos que les haya gustado el post, que pronto visiten esta belleza y que les sea útil la información. Pueden compartirla con quienes quieran!
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