No quiero olvidar ninguno de los instantes, la mirada tranquilizadora de uno sin pestañear, retándome a mantener hasta el límite las figuras. La sonrisa de otro que me decía sin palabras:”Tonta, que esto está chupao” y que en los ensayos parecía estar en la luna de Valencia. La boca entreabierta del de más allá que me hacía dudar de sus nervios y que sin embargo más tarde descubrí que era su mueca de: “Todo está en marcha y hay que hacerlo muy bien”. Todos se hacen grandes en el escenario. Tener la posibilidad de bailar con gente diferente y comparar emociones reafirma todo lo que gano día tras día con este colectivo. Nunca había escuchado tanto y tan profundo, nunca había disfrutado tanto de cosas tan pequeñitas y nunca había amado tanto la Danza como desde que me subo al escenario con ellos. Entonces uno si es feliz bailando. Feliz bailando. Y me lo repito porque me gusta escucharlo: Feliz bailando. Todo se simplifica. Lo que siento te lo digo. Lo que me gusta, lo hago. Y te sientes importante y lo más bonito es que curiosamente, te sientes importante a nivel de grupo. Tu persona es una más de las que se fusionan en escena para que todo ruede. Algo increíble dentro de los protagonismos y la competencia que había vivido anteriormente. Si uno falla todo falla, pero no hay cabida para esta posibilidad porque, si uno funciona, todo funciona. Y FUNCIONA, ¡vaya si funciona! El poder del escenario, la terapia del arte como medio del crecimiento personal. Para mí esos minutos previos a la apertura del telón son los mejores. Siempre pienso que sería bonito grabar esos segundos porque el tiempo se ralentiza y me gusta mirar uno a uno a nuestros bailarines y ver cómo reaccionan. Y es increíble notar la concentración, cómo crecen, cómo se estiran,… Hay veces que pienso que en ese momento muchos de ellos sueltan amarras, como los barcos o se desatan de las ataduras que los anclan a ser de tal o cual forma. Se liberan y se crecen y lo que demuestran en el escenario es lo que realmente son. “¡Aquí estoy yo!” Por eso me siento en la obligación de daros las gracias, a cada uno de mis bailarines y bailarinas, porque me hacéis ver la vida desde un prisma más sencillo, porque me hacéis disfrutar de la Danza como nunca antes lo había sentido y sobre todo porque me hacéis crecer día tras día como persona. Gracias por reforzarme en mi decisión de hacer de la Danza un medio más que un fin, de tener estas inmensas ganas de trabajar y de querer seguir haciendo que cada vez sean más las personas que puedan acercarse y beneficiarse de ella. Y por supuestísimo: gracias seño por estar ahí porque sin ti nada de esto sería posible. Sinergia en vena. Qué bonito es mirarte y sin hablar decirlo todo. No hay precio para esto. …al fin del mundo!!! La Integral Psicodanza
No quiero olvidar ninguno de los instantes, la mirada tranquilizadora de uno sin pestañear, retándome a mantener hasta el límite las figuras. La sonrisa de otro que me decía sin palabras:”Tonta, que esto está chupao” y que en los ensayos parecía estar en la luna de Valencia. La boca entreabierta del de más allá que me hacía dudar de sus nervios y que sin embargo más tarde descubrí que era su mueca de: “Todo está en marcha y hay que hacerlo muy bien”. Todos se hacen grandes en el escenario. Tener la posibilidad de bailar con gente diferente y comparar emociones reafirma todo lo que gano día tras día con este colectivo. Nunca había escuchado tanto y tan profundo, nunca había disfrutado tanto de cosas tan pequeñitas y nunca había amado tanto la Danza como desde que me subo al escenario con ellos. Entonces uno si es feliz bailando. Feliz bailando. Y me lo repito porque me gusta escucharlo: Feliz bailando. Todo se simplifica. Lo que siento te lo digo. Lo que me gusta, lo hago. Y te sientes importante y lo más bonito es que curiosamente, te sientes importante a nivel de grupo. Tu persona es una más de las que se fusionan en escena para que todo ruede. Algo increíble dentro de los protagonismos y la competencia que había vivido anteriormente. Si uno falla todo falla, pero no hay cabida para esta posibilidad porque, si uno funciona, todo funciona. Y FUNCIONA, ¡vaya si funciona! El poder del escenario, la terapia del arte como medio del crecimiento personal. Para mí esos minutos previos a la apertura del telón son los mejores. Siempre pienso que sería bonito grabar esos segundos porque el tiempo se ralentiza y me gusta mirar uno a uno a nuestros bailarines y ver cómo reaccionan. Y es increíble notar la concentración, cómo crecen, cómo se estiran,… Hay veces que pienso que en ese momento muchos de ellos sueltan amarras, como los barcos o se desatan de las ataduras que los anclan a ser de tal o cual forma. Se liberan y se crecen y lo que demuestran en el escenario es lo que realmente son. “¡Aquí estoy yo!” Por eso me siento en la obligación de daros las gracias, a cada uno de mis bailarines y bailarinas, porque me hacéis ver la vida desde un prisma más sencillo, porque me hacéis disfrutar de la Danza como nunca antes lo había sentido y sobre todo porque me hacéis crecer día tras día como persona. Gracias por reforzarme en mi decisión de hacer de la Danza un medio más que un fin, de tener estas inmensas ganas de trabajar y de querer seguir haciendo que cada vez sean más las personas que puedan acercarse y beneficiarse de ella. Y por supuestísimo: gracias seño por estar ahí porque sin ti nada de esto sería posible. Sinergia en vena. Qué bonito es mirarte y sin hablar decirlo todo. No hay precio para esto. …al fin del mundo!!! La Integral Psicodanza